LOS MOSTENSES

 O

 EL HÁBITO NO HACE AL MONJE

 

               Primera obra de tres actos de Carlos Arniches. La realiza con Gonzalo Cantó, Celso Lucio y música de Ruperto Chapí. Estrenada el 6 de diciembre de 1892. Fue la última colaboración con Cantó. Estuvieron juntos en 10 de las 17 primeras creaciones de Arniches.

Esta historia de amor y aventuras transcurre en el Madrid de 1800 con Carlos IV en la corona y Godoy en la política. Es Cuaresma: ayuno y abstinencia. Etapa Histórica y de Crítica Religiosa de Arniches.

Desde muchos años antes de iniciarse el reinado de Carlos IV (1788- 1808), en 1611 se instalan en Madrid los monjes Premostacenses. Rápidamente el pueblo “bautiza” al alojamiento de estos monjes como el Convento de los Mostenses, incapaces de decir un nombre tan complejo: Premostacenses – Mostacenses – Mostenses. Y el convento dio nombre la plaza en la que se encontraba.

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El título de la obra, Los mostenses, hace referencia a la aventura que llevan a cabo dos hombres, que se conocen fortuitamente “disfrazados” de frailes Mostenses. La trama de la historia incluye a un estudiante de alto linaje, Fernando Lacerda, enamorado de su prima Laura, la cual está bajo la custodia del tío de ambos, El Marqués de La Crin. Dicho marqués se opone a los amores de sus dos sobrinos, y no se le ocurre mejor manera que casarse con ella y encerrarla en el convento de Santa Clara hasta que se celebre la boda. Fernando, junto a su amigo Mendoza, planea la entrada en el convento, disfrazado de hermano mostense,  y así raptar a Laura. El otro disfrazado, identificado en la obra como el barbero, se encuentra en una situación más delicada: es perseguido y apaleado por los mercenarios pagados por el “demandero” del convento; ambos enamorados de la misma joven.

 

Tal y como refleja su nombre, “demandero” es el encargado de hacer los recados a las monjas fuera del convento, además de tocar las campanas, mantenimiento del establecimiento y demás recados, como por ejemplo, buscar el gatito de la “madre superiora”.

 

Curiosamente, el actor que interpreta este papel en el estreno, don Miguel Soler, actuó como “director de escena” y es felicitado y reconocido por los autores en la introducción del libreto.

 

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Este es el escudo de la casa Lacerda. No hemos encontrado el de La Crin.

 

El primer acto rezuma, alegría, música de tuna, bandurrias y peleas de estudiantes en un mesón, el Mesón del Zorro.

 

Los pagos se hacen en escudos, moneda que estuvo vigente desde 1535 hasta 1868 en que se inicia la vida de la peseta.

 

La tuna de estudiantes canta coplas a las mozas:

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 12

(Acto I, Cuadro I, Escena III)

 

CORO.- No te quejes, niña hermosa

              y dale gracias a Dios,

              que en el cielo de tu cara

              en vez de un sol puso dos.

 

Inicialmente Fernando Lacerda y Mendoza habían pensado que la mejor manera de introducirse en el convento era como experto en afinación de órganos, y una vez dentro localizar a Laura y escapar. De pronto, entra en escena un monje mostense, el hermano Antolín, completamente empapado por la lluvia, que pide asilo, habitación y comida, todo por la cara, naturalmente. Fernando buscará el momento para fugarse con las ropas de este monje y perpetrar un nuevo plan.

 

El hermano Antolín está pidiendo a las buenas gentes del mesón que le entreguen todos los pollos, gallinas, roscos y rosquillas para la salvación de sus almas: ¡para evitar que caigan en pecado!

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 17

(Acto I, Cuadro I, Escena IX)

HERMANO ANTOLÍN.- Bueno, hija; pues por cada onza te daré una indulgencia.

MOZA 2ª.- ¿Plenaria?

HERMANO ANTOLÍN.- ¡Plenaria, tiene que ser con bizcochos!

MOZA 3ª.- Y diga, hermano, después de la Cuaresma, ¿se puede comer carne los viernes?

HERMANO ANTOLÍN.- Sí, pero hace falta bula.

MOZA 3ª.- ¿Y para los demás días?

HERMANO ANTOLÍN.- Hace falta carne.

 

Nos llega el mensaje número 39: Arniches resalta el carácter mercantilista de la Iglesia, que era capaz de pedir alimentos a cambio de indulgencias, de forma que quien más tuviera, podría disfrutar de más indulgencias que los más necesitados.

 

El hermano Antolín comenta al Tío Zorro, dueño del Mesón, que la madre superiora del Convento de Santa Clara está deseando que un monje Mostense, el padre Anselmo, vaya a predicar a las monjas. Algo complicado, ya que la fama de este monje es tan grande que ha sido citado por el Obispo de Simancas, así que no podrá ser. En cuanto Lacerda y Mendoza lo escuchan trazan su plan.

 

(Acto I, Cuadro I, Escena XII)

FERNANDO LACERDA.- De todos modos mi plan es decisivo: sales, prepara a los compañeros, vuelves con ellos, pagáis la cuenta, y por menos de un maravedí armáis un escándalo mayúsculo; yo me pierdo en la confusión, tu defiendes en la escalera mi huida. Una vez yo en la calle se acabó la pendencia; ¡sálvese quien pueda! ¡Los compañeros se reunirán en la fuente de los castaños; yo al convento, tú a buscar dos caballos, y mañana Laura será mía, y mi noble tío el marqués de La Crin se tirará de los pelos hasta arrancarse el título nobiliario! En ti confío, yo voy a escribir a Laura.

 

Ocurre tal y como lo han previsto. El Tío Zorro que no sabe escribir, va marcando una raya por cada escudo de consumición en una vara. Cada cliente tiene su vara. En la de los estudiantes hay marcadas 7 marcas, luego son 7 escudos a pagar. Ellos montan un patín formidable y Fernando puede hacerse con los hábitos que se estaban secando del hermano Antolín y fugarse a por Laura. Así finaliza el primer cuadro.

 

El segundo cuadro nos muestra la fuente de los castaños. No la hemos podido localizar. En ella vemos a un coro de mozas que van a llenar los cántaros. También hace su entrada el Marqués de La Crin y su mayordomo, a quien relata su intención de casarse con su sobrina.

 

Por lo visto lo ha comentado con el rey Carlos IV, quien lo desaprueba y con Godoy, a quien no le pareció mala juagada. Él solo quiere evitar que su sobrino se case con Laura y se convierta en su heredero único. Fin del cuadro II. Tienen prevista su llegada para las 7 de la tarde.

 

El cuadro III nos presenta el interior del Convento de Santa Clara. Se ve el locutorio a la izquierda y el claustro a la derecha con ventanas al jardín.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 18

(Acto I, Cuadro III, Escena I)

DEMANDERO.- Toque su merced a vísperas… ¿y a vísperas de qué? ¡De espinacas! Gracias, gracias a que yo tengo la manga ancha. Y llevo escondido en la manga un riquísimo muslo de liebre estofada, y ahora mismo… (Saca lo que dice y se lo come.)

¡Llevan 29 días de espinacas y ya no tiene ni fuerzas para tocar las campanas!

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Actual aspecto exterior del Convento de Santa Clara

 

(Acto I, Cuadro III, Escena II)

MADRE SUPERIORA.- Pues la madre tornera (la que cuida el torno de la puerta del convento), me ha dicho que habéis quebrantado el ayuno, y que os ha visto coger de la despensa una tajada de jamón.

DEMANDERO.- ¡No me extraña que os lo diga porque la madre tornera la ha tomado conmigo!

MADRE SUPERIORA.- ¿La tajada?

DEMANDERO.- No, que me ha tomado manía.

En la siguiente escena cantan las educandas, mojas y Laura. Le responde Fernando Lacerda desde el muro.

 

(Acto I, Cuadro III, Escena III)

LAURA.- Ven, Fernando, ven a darme la perdida libertad.

Amo a un hombre con locura que a Dios jura serme fiel.

 

(Acto I, Cuadro III, Escena IV)

CORO.- ¿Quién junto al convento se atreve a cantar?

FERNANDO LACERDA.- Al muro del convento llega tu amor, oye niña el acento del trovador, que su sentida queja trae hasta aquí, y al pie de la alta reja canta para ti.

 

En la escena VI, el demandero avisa de la presencia del padre mostense, lo anuncia como el padre Anselmo y es Fernando Lacerda con los hábitos del hermano Antolín.

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 19

(Acto I, Cuadro III, Escena VIII.)

MADRE SUPERIORA.- ¿Qué tal, qué tal el padre Rufo?

FERNANDO LACERDA.- Pues como siempre, tan Rufo, digo tan bueno.

MADRE SUPERIORA.- ¿Cómo tan bueno, pues y la gota?

FERNANDO LACERDA.- ¿Qué gota?

MADRESUPERIORA.- La que padecía.

FERNANDO LACERDA.- ¡Ah, ya se le secó!

MADRE SUPERIORA.- De modo que de su antigua dolencia no le queda nada?

FERNANDO LACERDA.- Ni gota, madre superiora.

 

Le conducen a su celda y le dan hábitos nuevos. Al cabo de un rato recibe una nota de Laura que lo cita en el tejado.  Al tiempo llega el Marqués y pide alojamiento por esa noche. Fernando consigue ver unos segundos a Laura. Y finaliza el primer acto.

 

El segundo acto nos ofrece una panorámica del tejado del convento completamente nevado. Es de noche. El demandero está buscando al gato de la superiora. Fernando se ha desprendido de los hábitos y espera a Laura escondido.

 

(Acto II, Cuadro IV, Escena II.)

FERNANDO LACERDA.- Sí; veo a una madre… ¿Qué hace…? ¡Atiza! ¡Se está dando golpes con unos zurriagos! ¡Pobres madres! ¡Cómo se mortifican! ¡Qué coscorrones se está dando…! Va a quedarse rendida. (Vuelve a mirar.) ¡Anda! Pues no, no se ha quedado rendida; se ha hecho la señal de la cruz… y ya está… comiéndose un papelón de bollos. ¡Se conoce que no ha querido perdonar los bollos por los coscorrones…! ¡Pero, Dios mío, parece que Laura tarda mucho…! Me acercaré. La reja de su celda debe ser aquella… ¡Sí! Ya parece que oigo…

 

El mensaje número 40: Nuevamente Arniches, pone de manifiesto, como convivían la autoflagelación con la ruptura del ayuno en aquellos tiempos.

 

Vemos a Laura y a Fernando trazando el plan de huida con los caballos que traerá Mendoza a las 10h de esa misma noche. De repente se ve al Barbero, primera aparición, que se desplaza por el tejado cojeando. El Demandero sigue buscando al gatito “mis… mis…” Todo cantado. Y finaliza el cuadro IV.

 

El cuadro V nos ofrece la visión del pasillo del convento que conduce a la celda de Fernando Lacerda.

 

Aparece el Barbero, y nos cuenta en un monólogo, su desgraciada historia y el por qué de su estancia fugitiva dentro del convento. Resulta que está enamorado de la sobrina del capellán; éste no quiere saber nada de esas relaciones; cuatro bestias le acaban de dar una paliza para que no se vuelva a acercar a Mariquita, su amor; huyendo de ellos ha trepado al tejado del convento y por una ventana se ha colado en el pasillo en el que está ahora; acaba de ver los hábitos colgados en la celda de Fernando y se los pone para pasar desapercibido.

 

Laura confunde al Barbero con Fernando y le cuenta que se ha enterado de que su tío el Marqués está pernoctando en el convento. Naturalmente el Barbero no entiende nada.

 

Fernando, con los otros hábitos, y el Barbero con los recién robados se encuentran frente a frente en el pasillo… Situación cómica en la que cada uno piensa que el otro es el padre mostén verdadero. Fernando se arrodilla y se lo cuenta todo, el otro aguanta el tirón.

 

(Acto II, Cuadro V, Escena III.)

FERNANDO LACERDA.- No, no, señor. El amor y una porción de circunstancias fatales me han obligado a entrar en esta santa casa, vestir este santo hábito y fingirme lo que no soy. Yo soy estudiante; y comprendo que mi falta es tan grave que no me levantaré de aquí sin que me deis vuestra absolución, ¡oh, reverendísimo padre!

BARBERO.- (Con seriedad cómica.) ¡Hay un inconveniente para daros la absolución.

FERNANDO LACERDA.- ¿Cuál?

BARBERO.- (Muy conmovido.) Que soy barbero…

FERNANDO LACERDA.- ¿Qué?

BARBERO.- ¡Que tampoco soy fraile! No os enfadéis.

FERNANDO LACERDA.-  ¿Cómo que no?

BARBERO.- (Arrodillándose.) No, no, señor; el amor y una porción de coscorrones me han obligado a entrar en esta santa casa, vestir estos santos hábitos y fingir lo que no soy. ¡Yo soy barbero, y no me levantaré de aquí sin que me deis vuestra mano, porque tengo estropeado un tobillo!

 

Le cuenta lo que le ha dicho Laura de que el Marqués está en el convento. Fernando se oculta y el Barbero se encuentra con el Demandero que le pide confesión. Le dice que ha cometido una atrocidad: contratar a cuatro matones para dar una paliza a un barbero que estaba cortejando a la misma moza que le gustaba a él. El Barbero, aprovechándose de su hábito de padre Mostense, le coge, le zarandea, le pone una penitencia de 522 zurriagazos con las disciplinas y 50 golpes con el palo sobre los tobillos. Para que entienda bien cómo deben ser coge unas disciplinas y comienza a pegarle sin compasión; el Demandero huye dando gritos. Fernando Lacerda, Laura y el Barbero cantan que ya está preparada la fuga y termina el primer Acto.

 

El segundo acto se da en la sala del torno, que es la de la puerta del convento.

 

El cuadro VI nos muestra al Demandero quejándose de la penitencia que le han impuesto. Aparece la Madre Superiora y le manda cerrar el convento. Fernando, Laura y el Barbero le convencen para que les de las llaves y huyen por el huerto.

 

Cuando ya se han marchado, el Demandero pide auxilio y el Marqués manda salir en su persecución. Y finaliza el acto segundo.

 

El tercer acto se da en un Molino y sus alrededores. Es de noche, antes de romper el alba.

 

El tío Bruno es el molinero, y Casilda la molinera. En esta primera escena del cuadro VII se escucha un coro de mozas y las campanas que tocan a rebato a las once de la noche. Todos se preguntan qué pasará en el convento. Algunos hablan de fantasmas…

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 4

(Acto III, Cuadro VII, Escena I.)

TÍO BRUNO.- ¡Quita, tonto! Si lo de entonces fue que decían las monjas que dentro de la celda de la Superiora se oía ruido de cadenas, y estaban atemorizadas. Y como saben lo valiente que soy, me mandaron llamar y fui. Era una noche oscura, como boca de lobo, y llegué al convento, creyendo que aquello del ruido de cadenas sería cuento.

MOZA 1ª.- ¿Y era verdad?

TÍO BRUNO.- ¡Ya lo creo! Llego a la celda y oigo rum…, rum…, un ruido de cadenas infernal que metía miedo.

TODOS.- ¡Ave María Purísima!

TÍO BRUNO.- Y yo haciendo de tripas corazón, sigo el ruido, que se iba corriendo por el pasillo, y de pronto para el ruido y paro yo; hago la señal de la cruz y… ¡Aquí tengo la señal!

MOZO 1º.- ¿De qué?

TÍO BRUNO.- De un mordisco

MOZO 1º.- ¿Del demonio?

TÍO BRUNO.- ¿Qué del demonio? ¡Del perro, que se había soltao y andaba arrastrando la cadena por todo el convento!

 

Las noticias llegan por boca de un lugareño llamado tío Malastripas: dos asesinos – ladrones feroces se habían escapado del convento después de haber entrado a robar, y que ahora andaban por estos contornos.

 

En la escena III, aparecen cantando Fernando y el Barbero. Laura no está con ellos, no ha podido correr tanto y la han cogido. Piden hospitalidad al tío Bruno.

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 20

(Acto III, Cuadro VII, Escena IV)

TÍO BRUNO.- ¿Y de qué convento sois, Padres?

BARBERO.- ¡Hombre, vaya una pregunta! ¿De qué convento somos? (A Fernando.) ¿De qué convento somos?

FERNANDO LACERDA.- ¡Mostenses! ¿No os lo dicen nuestro hábito?

TÍO BRUNO.- ¡Ah!, sí, es verdad; pero como creí que los mostenses eran descalzos…

BARBERO.- Eso… era antes; sí, tenéis razón; antes eran descalzos, pero entró en la orden un padre que había sido zapatero, y nos calzó a todos.

….

 

BARBERO.- De modo que ya veis si tenemos prisa conque si queréis darnos unas magritas.

TÍO BRUNO.- (Asombrado.) ¡Magritas en Cuaresma…! ¿Pero no ayunáis?

BARBERO.- Eso era antes…, pero entró en el convento un padre…

TÍO BRUNO.- Que había sido carnicero y…

BARBERO.- Y justamente.

 

Cuando están los “monjes” en el interior del molino, se presentan los representantes de la ley, llamados Cuadrilleros, que les están buscando. Según entran a por ellos Fernando Lacerda escapa y el Barbero se esconde como puede en una puerta que lleva a la despensa del molino. Finaliza el cuadro VII.

 

El Cuadro VIII nos presenta la despensa del molino. El Barbero comienza a comer y a beber de una bota hasta que oye ruidos. Le capturan, pero llega el Mayordomo del Marqués y pide llevarlo a presencia del Marqués. ¡Le confunden con Lacerda! Y finaliza el cuadro VIII. Mutación.

 

El cuadro IX nos presenta la huerta del convento. Fernando, vestido de estudiante, le pide al Demandero, que no le reconoce, que acudan la Madre Superiora, el Marqués La Crin y Laura. El Marqués, al ver al detenido se queda atónito de que no sea su sobrino. Cuando se da cuenta de la situación es detenido por la Superiora que intercede ante el Marqués para que permita la boda de Fernando y Laura. El Barbero entrará al servicio del Marqués.

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 13

(Acto III, Cuadro IX, Escena III.)

MARQUÉS.-

¡Tanta ternura me ha conmovido!

Si con locura se aman los dos,

que no se diga que fui un tirano:

¡Que los bendiga desde ahora Dios!

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 39: Arniches resalta el carácter mercantilista de la Iglesia, que era capaz de pedir alimentos a cambio de indulgencias, de forma que quien más tuviera, podría disfrutar de más indulgencias que los más necesitados.

 

MENSAJE NÚMERO 40: Nuevamente Arniches, pone de manifiesto, como convivían la autoflagelación con la ruptura del ayuno en aquellos tiempos.

 

MENSAJE NÚMERO 41: El hábito no hace al monje, tal y como se ve en las peripecias corridas por estos dos personajes.

 

MENSAJE NÚMERO 42: El poder del amor es inmenso, y es capaz de saltar los muros más altos, los tejados más nevados, y las verjas con más candados que se le enfrenten.

 

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www.madrid.es

 

Aspecto actual de la Plaza con el Mercado de los Mostenses en Madrid.