LA EDAD DE HIERRO

 

O

 

LA EDAD DE SOBREPROTECCIÓN DE LAS HIJAS

 

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              Estrenan esta obra escrita a tres manos por Carlos Arniches, Enrique García Álvarez y Ramón Asensio Más, con música del maestro Hermoso y el propio Enrique García Álvarez, el día 30 de Marzo de 1907.

 

La incluimos en su Etapa Moralizante. Trata el tema de los padres sobreprotectores con sus hijas.

 

Nos muestra al elenco que se necesita para estrenar una obra y las relaciones entre ellos. La obra que van estrenar es precisamente La edad de hierro, y en la que el “autor” quiere evidenciar la diferencia que existía entre los rudos hombres de la Edad Media y los actuales, “que define como Edad del aceite de hígado de bacalao” (Cuadro IV, Escena I.)

 

En el primer cuadro vemos un saloncillo de ensayos de un teatro con el Director Montoro, el músico Torrijos, Manolita y el coro. Durante el ensayo de la copla “Cuando en las copas bebiendo…” se oyen unos gritos terribles procedentes del interior. Es don Roberto, el empresario, un chacal, como le definen todos, que está pegando a Quintín Mínguez, autor teatral de éxito por La mariposa azul, y novio de su hija Pepita, a la sazón primera actriz de la compañía. La relación entre ambos no es aceptada por don Roberto.

 

Sale Mínguez agarrado por los coristas para que no se pegue con don Roberto, le ofrecen un café para que se calme.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 121

 

(Cuadro I, Escena III.)

 

MÍNGUEZ.- ¡Soltarme, soltarme!

 

TORRIJOS.- ¡Pero no te pongas así!

 

MÍNGUEZ.- ¡Soltarme que me lo beba!… ¡hombre! ¡Que si no, no puedo!

 

MONTORO.- ¡Ah, eso bueno!

 

Cuando se va Mínguez jurando que Pepita será suya y todos le apoyan, llega don Roberto insultando y dando gritos. Organiza el coro para el ensayo. Pepita se niega, está llorando. Al final cede y ensayan una jota con una letra muy alegre y con caras muy tristes.

 

Cuando llega Mollares y despide al coro le confiesa la verdadera razón por la que no quiere permitir la relación de Pepita con Mínguez: Pepita es la diva de su compañía, es la que le da dinero y no la puede dejar escapar.

 

Mensaje número 286: Arniches pretende denunciar esa utilización del talento de los hijos en beneficio de los padres, como lo hace en la obra Las estrellas y en El coche correo.

 

Mollares, que también está enamorado de Pepita, escucha sus palabras y le contesta: “El amor es cegato, don Roberto, y en un espasmo pasional, dos que se aman, tenga usté montao lo que tenga, se lo apean.

 

Mensaje número 287: Gracias a un diálogo de un secundario, Arniches explica la fuerza que tiene el amor pasional: “Tenga usté montao lo que tenga se lo apean”. Nada detiene al amor.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 122

 

(Cuadro I, Escena VIII.)

 

MOLLARES.- ¡Mínguez caerá, vaya si caerá! ¡Me vengaré! ¡Él me robó la simpatía de Pepita con la que pensaba yo casarme pa hacerme el amo del teatro; y luego reparte “La mariposa azul” y no me da un papel porque dice que yo soy un cómico que me equivoco mucho!… ¡Ladrón!…Que yo me equivoco… Me las pega… digo, me las paga.

 

Cuando se marcha aparecen Manolita y Pepita que despotrican contra Mollares.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 123

 

(Cuadro I, Escena IX.)

 

PEPITA.- ¡A mí, a mí me ha vendido, pero al pobre Quintín le ha subastao! Tenías que haber visto cómo le pegaban todos. ¡Aquello parecía un pugilato a ver quién daba más! ¡Ladrón!… ¡Envidioso!… ¡y dice que no se equivoca, y el día que se me declaró me llamó Peplita!; ¡mal cómico!

 

Decide mandarle una carta a Quintín para indicarle que se fugan mañana.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 124

 

(Cuadro I, Escena IX.)

 

PEPITA.- ¡Sí; mañana nos vamos! Estoy dispuesta.

 

MANOLITA.- ¡No, Pepita, por Dios! ¡No hagas eso! ¡No seas tonta!

 

PEPITA.- ¡Sí; no trates de disuadirme! ¡No puedo vivir sin él!

 

MANOLITA.- Por eso te digo que no seas tonta; que no aguardes a mañana. Aprovecha esta noche. Tengo práctica en fugas.

 

La carta que le da a Manolita para que se la entregue indica que debe ir a casa del sastre y desde allí se fugarán por la Estación de las Delicias. La misma que planearon usar Angelito y Soledad en la quinta obra del maestro: El fuego de San Telmo.

 

Manolita se la llevará a su casa: C/Cabestreros, 1, bajo, pero llega en ese momento y se la dan en mano, y quedan en la C/ Peligros, 71. Pero en el momento de marcharse llega don Roberto y le ve. Le increpa, le persigue y huye gracias a que las chicas retienen al padre de Pepita. Mutación del cuadro.

 

El segundo cuadro nos muestra el almacén de un atrecista. En la mitad hay una armadura colocada sobre un maniquí. Es de día.

 

Don Carmelo, que es sordo, es el sastre que se encarga de los atrezos de la obra. Zorrilla es su ayudante, pero es un actor frustrado. En ese momento llega Quintín Mínguez pidiendo ayuda que le es denegada. De pronto se oye la voz de don Roberto y no habiendo más escapatoria, deciden que se meta en la armadura y retiran el maniquí. Tenemos a Mínguez en el centro del escenario, “viéndolo” todo sin ser visto. La hilaridad está asegurada.

 

Es una jugada similar a la que se realiza en la obra El terrible Pérez, en la que el mismo Pérez sustituye al maniquí que tenía el abrigo por 90 pesetas.

 

Como no hay otra habitación libre, deciden que las tiples (La Cifuentes, la Lozano, la Pérez y la señora Poncio), ¡se desnuden en esa habitación (en la que está Mínguez) para ponerse los trajes de la obra!

 

Divertidas escenas con las tiples en paños menores y Mínguez aguzando la vista se van sucediendo hasta que sube Pepita, avisada por Zorrilla, hecha una furia para regañar a Mínguez, que estaba tan contento viendo más de la cuenta.

 

En ese momento llegan los mozos Avelinu y Pachu, para llevar la armadura al teatro, como pesa tanto se les cae rodando por la escalera. Gran estrépito, voces, gritos y mutación del cuadro.

 

El tercer cuadro es una calle con una taberna. Los mozos deciden hacer una paradita para tomar un “quince”. En ese momento se acerca un hijo de anticuario, Arturito, que alaba la armadura. Les pide a los mozos que le dejen un poco de intimidad ya que va a “charlar” con su novia, Luisita.

 

Le cuenta a ésta, que estuvieron reventando el otro día una obra de teatro llamada La mariposa azul, (¡la de Mínguez!).

 

De pronto llega don Ladislao, el padre de Luisita, que por supuesto desaprueba las relaciones de ambos. Arturito quiere huir; Mínguez atrapa su abrigo; él tira con fuerza pero no puede zafarse; el padre de Luisita lo muele a palos; la venganza de Mínguez queda consumada.

 

Cuando deja escapar a Arturito, la armadura felicita a don Ladislao que huye despavorido.

 

Avelinu y Pachu cogen de nuevo la armadura y se van cantando hacia el teatro:

 

Marusiña, Marusiña,

la del refaxo amarelu…

si te encuentro en un camino

nun valdrá decir nun quero.

 

Mutación.

El cuarto y último cuadro nos presenta el ensayo general en el teatro. Están ensayando una obra simbólica como las del inicio de Carlos Arniches. El autor, quiere presentar un coro poderoso de caballeros de la Edad Media, frente a un coro actual, a los que llama de la Edad del aceite de hígado de bacalao.

 

Zorrilla es presionado por don Roberto y le cuenta que Mínguez está escondido en la armadura que está viniendo al teatro. Don Roberto planea su venganza; pide ocho hombres fuertes que en cuanto vean llegar la armadura la trituren a estacazos.

 

Están todos preparados, llegan los mozos con la armadura y reciben el primer golpe dándose cuenta de que no era Mínguez sino los dos gallegos. Don Roberto pide que se lo expliquen.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 69

 

(Cuadro IV, Escena V.)

 

MOZO 1º- PACHU.- Al tantu de la cosa, ella era que traíamus la armadura pal teatro, creyendo que venía desalquilada, cuando a una cincuentena de pasos de aquí, vemus a una señurita bastante agraciada, mejorandu lo presente, que va y viene y dice: “Baja, Quintín”, y va la armadura y se mus descuelga.

 

DON ROBERTO.- ¡Dios mío, sigue!…

 

MOZO 1º- PACHU.- Nus quedamus atónitus…

 

MOZO 2º- AVELINU.- ¡Yo non vide cosa como la tal!

 

MOZO 1º- PACHU.- Y a esto va y le dice la juvencita de marras: “Fuera latas”. Desabutona las correas, empieza a quitar hierro y sale un pollu y mus dice ella: “Esas latas a papá”, y le añade al pollu recién salidu: “Quintín, al coche”; corren a una manuelita vecina; gritan al cocheru, – “¡A  las Delicias!”- ; parten ellus, parte el coche, parte de la armadura se la doy a este, parte coju yo, y aquí nos venimus a dar parte. ¡Y esculu cuá!

 

Don Roberto no puede dar crédito, había dejado a Pepita encerrada en su cuarto, no ha podido escaparse. Manda a Mollares a certificarlo. Cuando regresa cuenta que la ventana estaba abierta; deciden en ese momento partir a la Estación de las Delicias a impedir la fuga. Don Roberto va vociferando que si no se fuga, si hace la función y si es un éxito les perdona.

 

Mensaje número 288: Arniches nos muestra el perdón de una persona mezquina y cruel, que incluso en una situación de amargura, no es capaz de ver sus faltas, y da el perdón sujeto a ¡condiciones de si triunfa o no la obra! El que es mezquino, lo es hasta el final.

 

En cuanto se va la tropa a la estación, Montoro y la señora Poncio, que habían tenido escondidos a Pepita y a Mínguez, les hacen salir. Mínguez le da cinco duros a los mozos (25 pts. = 100€) por la historia tan bien contada. Están decididos a que don Roberto de la bendición a su noviazgo antes de que comience la obra o se fugan de verdad.

 

Fin del pasatiempo.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 286: Arniches pretende denunciar esa utilización del talento de los hijos en beneficio de los padres.

 

MENSAJE NÚMERO 287: Gracias a un diálogo de un secundario, Arniches explica la fuerza que tiene el amor pasional: “Tenga usté montao lo que tenga se lo apean”. Nada detiene al amor.

 

MENSAJE NÚMERO 288: Arniches nos muestra el perdón de una persona mezquina y cruel, que incluso en una situación de amargura, no es capaz de ver sus faltas, y da el perdón sujeto a ¡condiciones de si triunfa o no la obra! El que es mezquino, lo es hasta el final.

 

MENSAJE NÚMERO 289: Nuevamente, con esta obra, Arniches ridiculiza a todos los padres que se creen en posesión de la vida de sus hijas y las guardan para ellos celosamente. No saben que “el amor se abre camino.”