LA CARA DE DIOS

 

O

 

EL DRAMA DEL AMOR DESCONFIADO.

   

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              El título era muy fácilmente comprendido en la época de Carlos Arniches. Según nos cuenta en ABC, B.F. Rebolledo (62), había costumbre de hacer una romería en Viernes Santo, a la ermita de Nuestra Señora de la Concepción sita en la calle Princesa. Se veneraba la reliquia traída en el año 1700 por el Marqués de Almonacid. La reliquia representaba el velo de la Verónica con el rostro de Jesús durante su calvario.

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Resulta que en 1966, derriban la ermita para hacer unas escaleras de paso a la plaza de Cristino Martos. Han trasladado la reliquia a la Iglesia de San Marcos en la calle San Leonardo, 10. Además en la verbena posterior se consumían unos dulces llamados “caras de Dios” que según Arniches se vendían “a cuartos y a dos”, como podemos ver en los cestos de la siguiente imagen, en la que aparece la puerta de entrada a la Ermita de Nuestra Señora de la Concepción, ya derruida.

 

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              Esta es su 5ª obra en solitario. La música corre a cargo de su amigo Ruperto Chapí. Se estrena el 28 de Noviembre de 1899. Tal vez haya que poner esto en revisión ya que en la página de Carlos Fernández Shaw figura esta obra como escrita en colaboración con Arniches (98)

 

Dedica esta obra a sus hijos: “Cuando podáis leer esta obra humilde que os ofrezco, leedla con cariño fraternal. Ella es también, como vosotros, un pedazo de mi alma. Vuestro Padre”.

 

También contamos con el telegrama que le mandó a su mujer, Pilar Moltó, que estaba en esa fecha trabajando en Granada. En el documento leemos: Destinatario: Pilar Moltó. Hotel Navío. Fecha de envío: 29/11/1899. Texto: Estrenada anoche obra, éxito inmenso, el más grande que he tenido en mi vida, calcula alegría, considero la pena de tu ausencia, vuelve enseguida, deja eso, un beso y enhorabuena. Carlos. (63)

Documento número 30 del archivo familiar.

 

Hay dos cosas que considerar: por un lado es una obra trágica, como veremos, poco adecuada para la edad de sus hijos que contaban entonces con 4 años el mayor, Carlos, 3 años Pepe, 2 años Fernando y 1 año Pilar. Faltaban 3 años para el nacimiento de Rosario. Es cierto que hay un pasaje de profunda emoción de una madre por su hijo con una de las nanas más bellas jamás compuestas, pero así y todo, hay mucha riña en la obra.

 

En segundo lugar, hay que valorar en su justa medida el telegrama mandado a Pilar, su mujer. Le da cuenta de su éxito y además de pedirle que venga le da la enhorabuena. Esa felicitación,  puede inducir a que la participación de Pilar, hubiera sido mayor de lo que conocemos hasta el momento. Ya comentan en una entrevista fechada en 1928 (64), que Pilar tenía mucho peso en la lectura de las obras, ella las mecanografiaba y le aconsejaba a veces, sobre suprimir ciertas escenas.

 

Es una obra de tres actos y once cuadros. En el primer acto vemos una casa en construcción ya algo adelantada. Se ve una calle, un callejón con un carro medio lleno de escombros, andamios, cuerdas y una valla que circunda la obra. Hay una taberna a la izquierda del actor.

 

En la primera escena se escucha el Coro de Trabajadores. Después aparece Doroteo, uno de los albañiles de la obra con su comida. Doroteo es un personaje de edad avanzada que recuerda mucho a Eulogio, el zapatero amigo de Venancio en El Santo de la Isidra,  y a Eusebio en La Fiesta de San Antón. Pues bien, Doroteo quiere pedir mejoras laborales.

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 30

 

(Acto I, Escena II.)

 

DOROTEO.- ¡Por supuesto que esto pasa por no ser yo vocal, que si yo fuese vocal de la Junta del gremio, yo que habría de pedir ocho horas de trabajo…! Yo no pedía tonterías de esas. Yo lo que pediría era aumento de jornales; que en cada mes hubiese tres o cuatro domingos más de los que hay, y luego decía: ¿Cuántas horas tié el día? Veinticuatro; pues quiero, dieciséis pa el descanso, y de las ocho restantes, tres entre siesta y almuerzo, dos pa poderse uno estruir, y de las tres que quedan, pus podríamos trabajar… un ratito, un día sí y otro no…, y entonces vendríamos a trabajar poco más o menos como un empleao… ¿Se progresa u no se progresa? ¿Se progresa…? ¡Pus yo digo que no hay quien progrese con diez horas de trabajo y un guisao de patatas…! ¡Natural!

 

El mensaje número 140: Arniches hace una sátira denunciando el exceso de horas de trabajo en medio del esperpento de propuesta de Doroteo. Algo de verdad hay en cada cosa: que los trabajadores trabajaban demasiadas horas; y que los comités socialistas pedirían casi el no trabajar.

 

Soledad, la hija de Jesusa y Doroteo, tiene un hijo con Ramón. Todo marcha de maravilla en ambos matrimonios. Ramón, desde que está con Soledad, pasa del bar y está más tiempo en casa con su familia.

 

Los amigos de Ramón, todos albañiles de la obra como él, se ríen por todas las veces que les ha fallado en las partidas del bar. Estos son Eleuterio y Eustaquio principalmente. Le dicen que “no existe ninguna mujer en el mundo que pueda hacer a un hombre quedarse en casa sin amigos”. Ramón se queda muy pensativo por estas palabras.

 

(Acto I, Escena IV.)

 

RAMÓN.- ¿Qué lila soy yo con ser honrao, con no dejar mi casa por la taberna, mi mujer por el vino; ni quién pué reírse de que un hombre diga que su mujer es pa su vida la primera del mundo, si la mujer lo vale?

 

Mensaje número 141: Arniches denuncia a los que afirman que ninguna mujer vale lo que valen los amigos y la taberna. Además pone en valor los matrimonios que se quieren a rabiar sin que nada los pueda romper.

 

Doroteo habla con Ramón afirmando que tiene toda la razón del mundo, que se quite preocupaciones. Que lo peor que hizo fue abrir las puertas de su casa a Eleuterio, que se fueron de juerga, estuvieron de fiesta y eso no estuvo bien. Le aconseja que rompa con Eleuterio. Le compara con los fuegos artificiales: “Mientras van por el aire brillan, pero llegan arriba y se apagan…”

 

Eleuterio comenta a Eustaquio que está como loco por tener relaciones con Soledad, ante lo que éste le dice que abandone esa idea. La respuesta de Eleuterio es categórica:

 

(Acto I, Escena V.)

 

ELEUTERIO.- (Con rabia.) ¡Que la deje…! ¿Y me lo dices tú? Tú, que eres la única persona a quien me he confiao, y que lo sabes too, too lo que hay aquí dentro… ¡Que la deje…! Me hacen cachos así, y el último, el más pequeño, todavía clamaría por ella.

 

EUSTAQUIO.- Pero, ¿tan dentro te llega el taladro?

 

ELEUTERIO.- Mira, Eustaquio, oye: por esa mujer tengo un infierno aquí dentro; no ma dao una alegría, pero ma hecho más negras las penas. ¿Tú ves que bebo y juego y alboroto y me río…? ¡Mentira! ¡Mentira too lo que sale afuera! Aquí dentro no hay más que esa mujer, y su desprecio, que es un clavo ma atraviesa el corazón, y me lo tié agarrao a un deseo de ella, a un ansia de su cariño que me trastorna y que me tié loco… ¡Que la deje…! Si me hubiese querío, quizá que a los cuatros días en paz… Pero ahora, ¡qué la voy a dejar…! Si la vida fuera este cigarro, y te dijesen: “Tírala cuando quieras”, te abrasarías los deos y seguirías apretando con ellos. Pus eso hago yo: me abraso pero no suelto. U esa mujer es mía u las de ver arrastrá, tirá en metá la calle como un guiñapo sucio. ¡Por éstas! (Jurando.)

 

Mensaje número 142: Arniches define perfectamente cómo un hombre puede estar obsesionado con la conquista de una mujer, ama su victoria sobre ella, no le ama a ella. Es la visión del macho dominante que cosifica a la mujer. Estos hombres arrastran una conducta patológica que es fundamental identificar en su más tierna infancia. Identificar estos comportamientos y reconducirlos evitará tragedias a futuro.

Eleuterio tiene un documento que compromete a Soledad y con el que la quiere chantajear.

 

Esta es una novedad en las obras de Arniches. Está retorciendo la acción para dar más poder al malo de la obra.

 

Resulta que previa a la relación con Ramón, Soledad mantuvo otra con otro hombre, Víctor,  que ahora está en Buenos Aires. Este hombre abandonó a Soledad por otra mujer. Soledad estaba muy enamorada de este tipo y le escribió frases de amor en una foto que Víctor dejó en  casa de Eleuterio. Ahora Eleuterio amenaza con enseñar a Ramón esa foto de Soledad y Víctor. Esto rompería la relación con Ramón que se sentiría engañado por Soledad por no habérselo contado al inicio de su relación.

 

En la sexta escena se encuentra Eleuterio solo en la obra y aparece Soledad buscando a Ramón para darle su comida. Ramón no está, le ha llamado el maestro de obra. Eleuterio aprovecha el momento para el chantaje.

 

(Acto I, Escena VI.)

 

ELEUTERIO.- ¿Qué hacemos con aquello? ¿Te lo doy a ti u a Ramón?

 

SOLEDAD.- (Con energía y dignidad viril.) ¡A Ramón!

 

ELEUTERIO.- (Sonriendo.) ¡A Ramón! ¿Lo has pensado bien?

 

SOLEDAD.- (Con decisión.) Eleuterio, ven, oye: llévate a mi Ramón, arráncame la felicidá, la honra, el sosiego; que me quede sin pan, sin casa, sin cariño de nadie; que me tiren a la calle, que me escupan a la cara, que me pisoteen como un desperdicio; la miseria, la afrenta, la saliva, too, Eleuterio, too me da menos vergüenza que ser tuya.

 

Mensaje número 143: Arniches deja claro que el rechazo de una mujer a un hombre debe ser por lo que ese hombre le transmite. Si eso trae consecuencias, habrá que hacerlas frente, como en este caso, en el que la mujer sabe que si lo rechaza se puede exponer a lo peor en el mundo: el alejamiento de su hijo. Puede perderlo todo pero se mantiene firme.

 

Mensaje número 144: “Con energía y dignidad varonil”. Las acotaciones de Arniches para que los actores y actrices sepan darle la emoción que él buscaba a cada texto, son maravillosas. En este caso, Arniches está abogando por la igualdad en la fuerza de expresión de ambos sexos. Quiere elevar a la mujer al mismo nivel del hombre. Para que se entienda en aquél año 1899, en el que la mujer estaba creciendo pero aún por debajo del hombre, este autor, avanzado para su tiempo, reivindica la fuerza de la mujer y acota el texto de forma inequívoca: “con la máxima dignidad y energía”.

 

ELEUTERIO.- ¿Es lo último?

 

SOLEDAD.- Lo último y lo de ayer y lo de hoy y lo de siempre, porque éste, (Golpeándose el pecho.) este corazón está lleno del amor de un hombre y no cabe en él la basura que tú quies echar.

 

…..

 

SOLEDAD.- Sí, ahora, enseguida, cuando venga; yo te ayudaré, y así descargo la conciencia y pago mi falta, pero al fin echaré fuera este tormento de tres años… ¡sí! ¡Y podré llorar delante de la gente…! ¡Y delante de él…! ¡Qué felicidad, Virgen Santa…!

 

Ramón tarda en bajar y Eleuterio se va, se acobarda y esperará otro momento para decírselo.

 

Ya sin Eleuterio, se presenta Ramón, y ahora la que no puede decirle nada es Soledad. Ramón nota que ha llorado y la intenta consolar diciéndole que su amor es tan grande “que ni es seis vidas lo gastaríamos…”.

 

Por el foro se presenta Jesusa con el hijo de ambos, que se lo rifan de unos a otros brazos llenos de alegría. Para completar la escena octava llega Doroteo que ha tenido un sueño durante la siesta y lo cuenta.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 31

 

(Acto I, Escena VIII.)

 

DOROTEO.- Verás. (Se sienta sobre una piedra.) Figúrate que era Domingo y estaba yo solo los Cuatro Caminos sin saber por cuál tirar, cuando de repente me tuerzo a la izquierda, y a los seis pasos siento en los laos unas cosquillas muy raras, me miro y veo que era que me habían salío alas. Chico, me puse la mar de contento; porque me dije, con esto me aumentan el jornal, porque sino me lo aumentan le pego dos patás al maestro y me remonto. Pos güeno, así de que me vi con las alas levanto el vuelo y tenías que haber visto a toas las criás que iban a los merenderos queriendo cazarme con liga; pero yo la mar de serio y vola que vola que voy a dar en el ventorro del Pirri; ahueco el ala y ¡zas!, caigo en la mesa que estaban merendando el Vihuela y el Zaparra: me invitan a una ensalá, aceto, y a los tres bocaos se presenta un ángel, se quita el hongo y dice: “¿Don Doroteo Camuñas?” y digo, servidor y peón…”Eche usté pa alante”, me dice… “Hombre, me choca porque aquí no se ha dao escándalo entavía”. “Que eche usté pa alante, hombre…” Conque ahueco el ala, (Acción de volar.) volo yo, vola él, volamos los dos, y a los cuatro enviones lleguemos a un jardín con verja; miro y veo que era el Limbo. Paso y lo primero que me encuentro es con la señá Florencia.

 

RAMÓN.- ¿La mujer del señor Fermín, el guardia?

 

DOROTEO.- La mesma. “Qué hace usté aquí?” la dije. “Pus a traerle la comida a mi marido; pero me voy enseguida”. Y en esto reparo en ella, y, chico…, ¡ay! (No te ofendas Jesusa.) Ya sabes lo bien formá que es la señá Florencia; pues bueno; carcúlate lo súper que estaría no llevando,  como no llevaba, más vestido que una gasa rodeá por el cuerpo, y que era una gasa la mar de fina… Yo hablaba con ella. La miraba el traje, y , la verdá, chico…, yo no sabía qué hacer con las alas… Total, que empecemos de palique y chirigota, y ella arrancándome plumas, y yo “estáte quieta…” Y en esto el señor Fermín; nos ve, suelta dos groserías algo feas, me pega una patá, me rompe un ala y coge a Florencia de la gasa; la Florencia huye, él se quea con la gasa en la mano, y cuando yo, con la mar de curiosidá, iba a ver en qué paraba aquello de la Florencia, siento que me arrancan el otro ala, abro los ojos y era este saco de patatas. (Señalando a su mujer.)

 

Podemos destacar que esta Historia número 31, es el primer sueño que Arniches relata. Nos deja una idea muy clara de cómo se imaginan el más allá en el siglo IXX: los ángeles importantes llevan sombrero (hongo); se siguen haciendo las mismas tareas que en vida (la señora Florencia le lleva la comida a su marido); el señor Fermín que era violento sigue siendo violento; el señor Doroteo que liga en la tierra con Florencia, como veremos, sigue ligando en el limbo…

 

Ramón se vuelve a la obra después de una comida divertida gracias al sueño de Doroteo. También se van Jesusa y el niño. Quedan Soledad y Doroteo. Ésta le cuenta la angustia que vive por el chantaje que al que le tiene sometida Eleuterio. Doroteo no lo puede soportar. Dice que son cosas del pasado y que nada deben influir en el ahora. Se compromete a hablar con Eleuterio.

 

En la siguiente escena, justo al marcharse Soledad aparece Eleuterio. Doroteo le amenaza de muerte si se atreve a contarle algo a Ramón.

 

Tras un número musical de Doroteo y varios albañiles probando una guitarra, abandonan la escena. Aparecen entonces Eleuterio y Ramón. Se inicia entre ellos una conversación violenta entre ellos; Ramón quiere saber por qué Eleuterio dice que Soledad no vale todo lo que él hace por ella; le presiona y al final Eleuterio le dice: “Porque estuvo con otro hombre antes de casarse contigo”.

 

Ramón le acusa de mentiroso, se abalanza sobre él queriendo ahogarle, se pelean, discuten, forcejean y… baja el telón.

 

Fin del primer acto.

 

El segundo acto comienza en Jueves Santo, ha pasado un mes.

 

En el primer cuadro vemos un patio de una casa de vecindad, con una habitación de portería y unos cuartos numerados.

 

En la primera escena vemos mucha actividad: Florencia barre, Casilda en la fuente, Remedios con un niño, y Rita, una vieja beata, con un rosario.

 

Cuentan cantando que Ramón llegó a disparar a matar contra Soledad.

 

Aparece Fermín. Todo son quejas: de las carracas de los niños, del ayuno y abstinencia de la semana santa…

 

Por el foro se ve aparecer a Ramón y a Eleuterio que le felicita por haber dejado en la calle a Soledad y por haberle quitado el hijo. Hoy le propone acudir a la romería de La Cara de Dios del día siguiente, para pasárselo bien con Paula, Angelita y Consuelo.

 

Ramón no quiere ir. Todos los recuerdos de cómo conoció a Soledad proceden de una romería en ese mismo lugar, la Ermita de Nuestra Señora de la Concepción en la calle Princesa.

Grabado de la publicación El Museo Universal de la calle de la Princesa en 1867.

Podemos adivinar una iglesia al final de la calle.

 

Esta calle recibe el nombre de la Princesa Isabel Borbón y Borbón desde 1865 (65). Esta información la encontramos en un delicioso artículo del periodista Martín Santos Yubero en 1986 en el ABC. En él nos conminaba a no eliminar los artículos y preposiciones de la calles de Madrid, así todo el mundo habla de la calle Princesa, cuando en realidad debíamos decir: calle de la Princesa. Este periodista es el que descubrió en 1969, a los tres años del centenario del nacimiento de Carlos Arniches, la desaparición de la placa conmemorativa, y que gracias a su advertencia fue repuesta diligentemente (66).

 

Ramón nos cuenta en primera persona cómo recuerda ese primer encuentro con Soledad en la ermita.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 32

 

(Acto II, Cuadro I, Escena III.)

 

RAMÓN.- Aquél amanecer, Eleuterio, lo tengo aquí entoavía… (Oprimiéndose la frente.) No quiero en aquél sitio ver otro igual. ¡Me acuerdo bien de aquél Viernes Santo! Íbamos varios…

 

EUSTAQUIO.- Seis u siete.

 

RAMÓN.- Era una mañana fría, triste, nublá…, habíamos andao toa la noche de taberna en taberna y lleguemos allí al clarear borrachos cuasi toos. Éstos no sé dónde se quedaron; Manolo el fumista y yo entremos en la ermita. Yo sin saber lo que hacía me fui hasta el altar mayor, por gusto de arempujar a la gente; me paré en las gradas, con la boina en la mano, volví la cabeza, y allá la vi, de rodillas en un escalón del altar…, más bonita que un ángel; mirándome con unos ojos claros, muy grandes, llenos de lágrimas… ¡Hoy sé de qué lloraba…! Entonces no vi ná más que a ella, que con sus mirás me regañaba con cariño por haber entrao en aquél sitio moviendo gresca… Ella no apartaba los ojos de mi… y yo la miraba fijamente, tan fijamente, que al rato, alelao de tanta hermosura, me atolondré y sentí un ansia loca de aquella mujer… y me  se apoderó una tristeza mu grande, y entonces, yo no sé que sería, si la oscuridá de la iglesia, las luces del altar, el frío de la mañana triste, el vino de la noche mala, aquella mujer, Dios, ¡qué sé yo! Yo no sé lo que fue, que me dio un temblor en las piernas que me hizo caer de rodillas, y levantar los ojos, y mirar al altar, y decir bajito, muy bajito, con una voz que sólo llegaba aquí dentro: ¡Creo en Dios Padre…!

 

Emocionante relato de Ramón en una muestra del mejor Arniches contando historias.

 

Termina llorando, pero Eleuterio y Eustaquio le convencen para ir con ellos esa noche.

 

Estos tres se marchan y aparece Doroteo como una cuba, de taberna en taberna, “estrechando lazos de amistad”. Florencia está en la portería y se ponen a charlar cuando llega Fermín, el guardia; cuando los ve juntos saca el sable y persigue a Doroteo con intención de pincharlo.

 

En la siguiente escena se ve a Eleuterio como explica a Eusebio su plan de llevar a Ramón a romería de La Cara de Dios.

(Acto II, Cuadro I, Escena VII.)

 

ELEUTERIO.- Aquí hay quinqué; y mi plan es llevar a este gachó de juerga entre mozas y amigos, con objeto de que la Soledá se entere y vea que Ramón la tié olvidá, y el día que se entere, cae, y como yo la vegilo, ¿dónde ha de caer? ¡Aquí! (En sus brazos.)

 

Mensaje número 145: Arniches insiste en la constancia de los depredadores de hembras. No van a cejar en su empeño hasta llegar a l final. ¡Está en su naturaleza!

 

Florencia cuelga las llaves del cuarto de Ramón y las deja colgadas en la portería.

 

Soledad, acompañada de Cándida, entra a hurtadillas y coge la llave para ver su hijo y llevárselo.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 44

 

(Acto II, Cuadro I, Escena VIII.)

 

SOLEDAD.- Le robaré, y cuando él sepa quién es la ladrona, verás cómo me echa al cuello, de castigo, la cadena de sus bracitos.

…..

SOLEDAD.- (Cantando.)

 

Virgen de las Angustias,

dame valor,

que no tiemblen mis manos,

ni se turbie mi vista,

ni me venda la voz.

¡Ay! Robándome van el aliento

estos golpes de muerte

que me da el corazón.

 

Con esta hermosa romanza que canta Soledad se produce la mutación del primer cuadro al segundo.

 

El segundo cuadro nos muestra a Soledad subiendo una escalera y llegando a la puerta del cuarto donde duerme su hijo. Mutación.

 

El tercer cuadro nos muestra el cuarto por dentro. Ramón está dentro pero Soledad no lo percibe. Él se queda escondido y la escucha cantar.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 45

 

(Acto II, Cuadro III, Escena I.)

 

SOLEDAD.-        ¡Hijo de mis entrañas!

¡Ay, que me vas a matar,

después de tanta pena

tanta felicidad!

Duerme alma mía,

duerme en mis brazos,

que al fin te estrechan

con efusión.

Duerme alma mía,

junto a mi pecho;

duerme mi amor,

mientras te arrulla

con sus latidos

mi corazón.

 

La más hermosa canción de cuna, que Arniches escribió, pensando en el amor a sus hijos; y por estos momentos, les dedicó a ellos la obra.

 

Ramón que le ha escuchado embobado sale de su escondite y ella grita. Le impide llevarse al niño. Ella le pregunta que qué es lo que quiere a lo que Ramón contesta:”¡Tu vida!” Soledad deja al niño y se ofrece para morir. Ramón duda. Ambos cantan juntos al amor. Uno con alegría y el otro con tristeza. Ramón quiere abrazarla muy fuerte, pero no sabe si para aceptarla o para matarla. En esto que entra Eleuterio que les sorprende, Ramón retoma su postura dura y expulsa a Soledad; ella no quiere irse, forcejean y…baja el telón para la mutación al cuarto cuadro.

 

El cuarto cuadro comienza en la calle de la Princesa, próximos a la ermita de Nuestra Señora de la Concepción. Doroteo y Jesusa venden “caras de Dios a cuarto y a dos”. Se escucha música, pasacalle; Fermín aparece queriéndose vengar de Doroteo. Mutación.

 

El quinto cuadro nos muestra la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, se ven puestos de ventas de buñuelos y aguardiente, gran cantidad de gente y animación.

 

Soledad ve a Eleuterio y Eustaquio con las tres mujeres, no ve a Ramón. Le pide a Eustaquio que le de un recado a Eleuterio.

 

Eleuterio y Soledad están siendo observados por Ramón sin que ellos lo sepan. Soledad se cita con Eleuterio a las dos de la madrugada en la casa que están construyendo para hablar.

 

Soledad no puede más y se desmaya. Fin del segundo acto.

 

El tercer acto nos muestra la casa en construcción casi terminada.

 

Los primeros en aparecer son Fermín y Doroteo para ajustar cuentas por las flores que éste le echa a Florencia. Cuando está a punto de pincharle, Doroteo le comunica a Fermín que hay un nuevo vino de Monóvar (Alicante.) y que deberían probarlo antes de continuar; Fermín acepta y se van a la taberna.

 

Jesusa avisa a Doroteo de que Soledad se ha ido de casa y que se ha llevado su navaja.

 

El “maestro de obra” nombra a Eleuterio como el encargado de colocar la “bandera de obra terminada sin percances”. Hablan sobre Ramón con la idea de despedirle como consejo de Eleuterio.

 

Cuando se marcha el Maestro de Obra, llega Soledad que es seguida por Ramón sin ser visto y se produce la mutación.

 

El segundo cuadro nos muestra una casa y una escalera y música. Mutación.

 

El tercer cuadro nos muestra el interior de una habitación de la casa en construcción.

 

Se encuentran Eleuterio y Soledad. Conversan mientras ella llora avergonzada. En un momento él le da un beso y ella grita “¡Ladrón!”

 

Se aparta de su lado y cuenta cómo se tuvo que unir a Víctor por hambre, pero que ahora venía dispuesta a partirle el corazón. Eleuterio retrocede aterrado, sale Ramón y aunque le da la razón le quita la navaja a Soledad. Aparece Doroteo, quien anuncia que está clareando y que habrá que dejar para más adelante las riñas y disputas.

 

(Acto III, Cuadro IV, Escena II.)

 

RAMÓN.- ¡Perdóname y anda, vete a casa!

 

SOLEDAD.- ¿A qué casa? (Con amargura.)

 

RAMÓN.- ¡A la nuestra! (Esta frase es un grito de perdón.) Sí, a la nuestra, y si yo no volviera, cuida del chico, na más.

 

Arniches está impresionante en las indicaciones para que el actor lo interprete adecuadamente.

 

Se citan Eleuterio y Ramón para matarse. Doroteo lo escucha y se niega a ello.

 

(Acto III, Cuadro III, Escena III.)

 

DOROTEO.- ¡Bueno; y le mata después de haberle pisoteado el alma, después de haber entrao con la ganzúa de la amistá en su casa, pa robarle toos los ahorros de la alegría que hace el probe, pa disfrutarlos en una hora que le dejan libre el trabajo y el peligro de andar toa la semana por andamios y tejaos! ¡Le mata; y si le mata, dónde mando yo al sujeto me diga que hay justicia en la tierra…, ni en el cielo!

 

Mensaje número 146: Arniches coloca a Doroteo como brazo ejecutor de una justicia de paz. ¡No puede permitir que se roben todos los ahorros de la alegría del pobre! Recalca esa hora miserable de descanso, diminuto descanso entre las miles de horas de peligro y trabajo.

 

Doroteo se ofrece a Eleuterio para recibir los golpes y le pide que deje a Ramón. Naturalmente desprecia el ofrecimiento.

 

(Acto III, Cuadro III, Escena IV.)

 

DOROTEO.- ¡Eleuterio, hoy es un día grande para nosotros: tú vas ahora mismo a poner esa bandera en lo más alto, porque se ha salvao sin sangre el peligro de la tarea! ¡Que no manche el odio la alegría del trabajo! Tú eres el encargao; pon la bandera allá arriba, y ahí dentro. (Señalando el corazón.) ¡Que se acabe todo sin sangre! ¡Pon la bandera de la paz en el corazón!

 

Mensaje número 147: Que no manche el odio la alegría del trabajo. Esta máxima la defenderá toda su vida Carlos Arniches.

 

Forcejean y Doroteo cae al suelo con sangre en la nariz

 

Se baja el telón para la mutación al cuarto cuadro.

 

Este nuevo cuadro nos muestra un patio de una casa. Música brillante. Sale el Maestro de Obra, Eleuterio y Eustaquio con barriles de vino para todos. Todo es alegría.

 

CORO.-               Que este vinillo, color de sangre,

que da alegría, fuerza y calor

es el amigo más consecuente

que tiene el pobre trabajador.

 

Mensaje número 148: La inevitable conexión de los trabajos peor remunerados con el alcoholismo de los trabajadores.

 

El cuarto cuadro se sigue en la casa en construcción con grandes progresos. Está casi terminada.

 

Soledad le pide a Ramón que no vaya a por Eleuterio: “¡No quieras ser más justiciero que Dios, que a todos perdona! ¡Vámonos!

Ramón le contesta que ni Dios le perdonaría a él, a un judas no le perdona. Estaban discutiendo cuando Eleuterio cae de lo más alto mientras colocaba la bandera.

 

Todos piensan que ha sido un accidente. Llega Doroteo con sangre en la cara y que ha sido él, y lo justifica diciendo a Soledad: “¡De más alto te tiró a ti, de la gloria!

 

Se baja el telón. Fin de la Obra.

 

MENSAJE DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 140: Arniches hace una sátira denunciando el exceso de horas de trabajo en medio del esperpento de propuesta de Doroteo. Algo de verdad hay en cada cosa: que los trabajadores trabajaban demasiadas horas; y que los comités socialistas pedirían casi el no trabajar.

 

MENSAJE NÚMERO 141: Arniches denuncia a los que afirman que ninguna mujer vale lo que valen los amigos y la taberna. Además pone en valor los matrimonios que se quieren a rabiar sin que nada los pueda romper.

 

MENSAJE NÚMERO 142: Arniches define perfectamente cómo un hombre puede estar obsesionado con la conquista de una mujer, ama su victoria sobre ella, no le ama a ella. Es la visión del macho dominante que cosifica a la mujer. Estos hombres arrastran una conducta patológica que es fundamental identificar en su más tierna infancia. Identificar estos comportamientos y reconducirlos evitará tragedias a futuro.

 

MENSAJE NÚMERO 143: Arniches deja claro que el rechazo de una mujer a un hombre debe ser por lo que ese hombre le transmite. Si eso trae consecuencias, habrá que hacerlas frente, como en este caso, en el que la mujer sabe que si lo rechaza se puede exponer a lo peor en el mundo: el alejamiento de su hijo. Puede perderlo todo pero se mantiene firme.

 

MENSAJE NÚMERO 144: “Con energía y dignidad varonil”. Las acotaciones de Arniches para que los actores y actrices sepan darle la emoción que él buscaba a cada texto, son maravillosas. En este caso, Arniches está abogando por la igualdad en la fuerza de expresión de ambos sexos. Quiere elevar a la mujer al mismo nivel del hombre. Para que se entienda en aquél año 1899, en el que la mujer estaba creciendo pero aún por debajo del hombre, este autor, avanzado para su tiempo, reivindica la fuerza de la mujer y acota el texto de forma inequívoca: “con la máxima dignidad y energía”.

 

MENSAJE NÚMERO 145: Arniches insiste en la constancia de los depredadores de hembras. No van a cejar en su empeño hasta llegar a l final. ¡Está en su naturaleza!

 

MENSAJE NÚMERO 146: Arniches coloca a Doroteo como brazo ejecutor de una justicia de paz. ¡No puede permitir que se roben todos los ahorros de la alegría del pobre! Recalca esa hora miserable de descanso, diminuto descanso entre las miles de horas de peligro y trabajo.

MENSAJE NÚMERO 147: Que no manche el odio la alegría del trabajo. Esta máxima la defenderá toda su vida Carlos Arniches.

 

MENSAJE NÚMERO 148: La inevitable conexión de los trabajos peor remunerados con el alcoholismo de los trabajadores.

 

 

Hay que señalar que en esta obra se observa por primera vez un final trágico pero sin que se diese la parte grotesca. Arniches va poco a poco evolucionando hacia su cima en el teatro.

 

Ahora podríamos discutir sobre el título de la obra: La Cara de Dios. Es posible que fuese puesto por la relación directa del enamoramiento de la pareja principal en el Romería del Viernes Santo en la ermita de Nuestra Señora de la Concepción para honrar la reliquia de la Cara de Dios.

 

También podríamos elucubrar con la posibilidad de que los propios personajes llegasen a situaciones tan límites en sus vidas que acabasen sintiendo la presencia de Dios en sus vidas, tal y como le ocurre a Ramón.

 

Por último, para un hijo, la nana cantada por su madre puede ser la presencia de la cara de Dios en su vida.

 

Tenemos la oportunidad de disfrutar de un reportaje sobre la música de Ruperto Chapí realizado por rtve.es

 

http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-chapi-esencia-zarzuela/3157219/

 

 

Por último, Ramón de Valle-Inclán le pidió permiso a Carlos Arniches para desarrollar una novela con la trama de su zarzuela.

Foto del Archivo familiar.

 

Foto del Archivo familiar.

BIBLIOGRAFÍA

62- https://www.abc.es/madrid/20150609/abci-capilla-cara-dios-201506081252.htm

63.- Barron – Arniches, Joseba: “Los Pilares de Arniches”. Pág. Ed. Bubok. Bilbao 2018.

64.- Barron – Arniches, Joseba: “Los Pilares de Arniches”. Pág. Ed. Bubok. Bilbao 2018

65.- Santos Yubero, Martín (7 de abril de 1986). «De artículos y preposiciones». ABC: pág. 26. Madrid. 1986.

66.-Barron – Arniches, Joseba: “Los Pilares de Arniches”. Pág. Ed. Bubok. Bilbao 2018

98- Fernández Shaw, Carlos: https://www.march.es/bibliotecas/repositorio-fernandez-shaw/ficha.aspx?p0=fshaw:172&l=1