CUENTAN DE UN SABIO

 

O

 

EL HORROR DE LA ENVIDIA.

 

 

 

Esta versión es la última de las cinco. Sería su obra en solitario número 72 y pertenecería a su Etapa Moralizante. Se estrena el 20 de enero de 1944 con el título de la versión anterior: “El glorioso don Genaro”.

 

Tenemos los actos registrados en los folios 55 y 88, para el Acto I; folio 119 para el Acto II y folio 145 para el Acto III. (102)

 

En el folio 170 figura la fecha de finalización de la obra: Abril de  1940.

 

En esta versión no son hermanos, se han criado juntos, pero es la obra de Los hermanos Dorronsoro. Plácido es el hijo del portero de la casa donde vivía Genaro.

 

Se vuelven a apellidar García Daimiel. Luis es el hijo de don Plácido, que quiere a Elena, hija de don Genaro. La otra hermana se vuelve a llamar Teresa. No se hacen bromas con las agrupaciones de vino- El Tamboleo- ni con la de Parados.

 

Cambia al alcalde por una Comisión Pro homenaje presidida por Roque Pérez Cachete, antiguo compañero de clase con los chascarrillos de juventud que antes eran del alcalde y ahora los hace suyos don Roque. Se le presenta como Presidente del Círculo de Defensa Cinegética. Ha desaparecido la mención al alcalde y a los ministros de Gobernación. Se pierde la carga política de 1934, y esto es debido a que está escribiendo esta versión en abril de 1940, tan solo unos meses después de haber llegado del exilio de Argentina. La España dominada por la censura provocaba autocensura en el propio dramaturgo, tal y como  vemos en el texto.

 

Mantiene a un brillante secundario como don Trigésimo Quebracho, vicepresidente de la Asociación Filantrópica de Huérfanos de Radio-Escuchas y Catedrático de Aritmética y Álgebra. En el momento del discurso se mantienen muchos de los chascarrillos y sucedidos como el del canario, el de la peluca de don Trigésimo que se la recoloca al revés… Hay más vis cómica.

 

En el discurso de don Plácido se toman datos del discurso del tercer acto en el que habla a su sobrina y a su hijo de que va a solucionar su boda con seguridad total. Es un discurso más intimista frente al políticamente correcto de la primera versión

 

El pobre don Trigésimo se ve cortado en sus felicitaciones… Arniches se había cansado de su propio chiste tras 6 años… No aparece la esposa, doña Cinta, sigue estando Antonina, y también de muy mal humor.

 

Le cuenta lo de la Triquitraquina igual con más bromas sobre las fórmulas matemáticas. Se eliminan las voladuras del peñón de Gibraltar…

 

Aquí, en esta temprana escena III del primer acto, se descubre la intención de la boda de Luis y Elena como una muestra más de que Plácido quiere llevarse, no sólo la fama de sabio de Sócrates, sino también su fortuna, y Sócrates se revela. Además, Arniches nos presenta un Sócrates haciendo malabares con el explosivo recién inventado, riéndose de la muerte… Un poco descerebrado. En la siguiente “copia” de esta misma obra se elimina este diálogo, volviendo a la versión original pura.

En la escena IV, Luis y Elena tontean con el primer beso. Desaparece toda referencia política a la CEDA, y ahora la chica es hija de un banquero y se besa cuando van en coche.

 

La siguiente escena queda igual que en la primera versión.

 

En la escena VI, Sócrates tiene el mismo diálogo que en la versión original. Dice no saber nada del noviazgo de los chicos. Esto modifica su personalidad, porque ahora no sólo es envidioso sino perverso y mentiroso, cosa que antes no se le podía atribuir.

 

La siguiente escena de la bronca entre todos es igual a la versión inicial. Antes tenían que parar porque venía el obispo, ahora viene una comisión de jóvenes en la escena VIII. Sigue teniendo las características de una escena llena de comicidad de Arniches y que termina con la explosión del laboratorio de Sócrates y el final del primer acto.

 

En el Acto II (que vemos en el folio 283 y por segunda vez en el 335.) a Anselma ya no se le cae la tabla de planchar sino la olla.

 

En la escena III, después de la explicación del Antipirosuplebom, Relajo se postula como posible novio de Elena y cuenta con la aprobación de don Genaro.

 

Ahora en la escena cuarta (está mal transcrito y pone III en el mecanografiado original y en la copia 348 y 354), don Genaro y Elena charlan. Resto de escenas – igual

 

En la escena en la que Genaro expulsa de la casa a Plácido, éste se refiere a su enemistad como “nuestras miseriucas” (Parece de origen asturiano.)

 

En la escena VIII (aparece como VII) – el monólogo de Genaro es un poco más largo y se pregunta algo novedoso en la obra: “¿Por qué habré encontrado siempre una razón para no alegrarme de sus triunfos? Contéstate Genaro, contéstate. Estamos solos. ¡Sincérate pronto!… ¡A escape! (Pausa.) ¡Ah!, ¿no te sinceras, eh?…” Le da una carga más psicológica a la obra.

 

En la escena IX (aparece como VIII.) suben ahora todos como en la primera versión: Relajo, Minguito, Ateneístas 1º, 2º y 3º. Finaliza con un don Plácido atónito por el documento de la academia francesa pero sin tanta inquina por parte de Genaro.

 

El Acto III-(folio 386) comienza igual. El fuego vuelve a ser en una casa desalquilada de la alameda. La escena X en la que se entrevistan Relajo y Elena, vuelven a tratarse de usted como en el original. Tal y como se ha comentado en anteriores versiones, resulta que Elena y Luis, ya no hablan de meterse en un convento o en un monasterio, pero en esta escena conversan como si sí fuera cierto.

 

En la escena XIII, que está calcada del original, sigue llamándole hermano don Plácido a don Genaro.

 

La obra termina igual.

 

Como resumen podemos decir que siguen sin ser hermanos, solo se han criado juntos. Desaparece el alcalde para ser una comisión. Desaparece la esposa envidiosa: claro error en las versiones anteriores. Sócrates aparece como un descerebrado “riéndose de la muerte”. Por otro lado en su monólogo va un poco más allá y se pregunta si no habrá tenido siempre una excusa para no alegrarse de los éxitos de su amigo. No hay nada de política. Puede decirse que es un tratado más profundo de la envidia, llegando incluso a culpabilizar al propio envidioso de tenerla.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 953: “¿Por qué habré encontrado siempre una razón para no alegrarme de sus triunfos? Contéstate Genaro, contéstate. Estamos solos. ¡Sincérate pronto!… ¡A escape! (Pausa.) ¡Ah!, ¿no te sinceras, eh?…” Arniches presenta la envidia desde un punto de vista más personal, más íntimo, nos invita a que seamos nosotros mismos los que reflexionemos para poder encontrar una solución a tal estado de ánimo.

 

 

LA EVOLUCIÓN DE LA OBRA A TRAVÉS DE SUS PERSONAJES

 

 

Es curioso pararse a pensar, en los cambios que sufre cada personaje, desde que alumbran en el Universo Arniches. Normalmente nosotros conocemos a los personajes ya definitivos, los que se muestran en la obra, los que encontramos en la lectura…, pero para Carlos Arniches, estos personajes son “personas”, y como tales, están influenciados por las actitudes de los demás, las acciones locales, nacionales o internacionales, están vivos… como nosotros… como tú, querido lector.

 

Comencé a tener esta “percepción” cuando me encontré por vez primera con una obra estrenada por segunda vez. Sí, primero se estrenó con el título desafortunado de La gentuza (1913), y años más tarde como Mariquita la Pispajo (1921), afortunado y exitoso momento en la vida del dramaturgo. Tan mal lo estaba pasando que llegó a comentar que podría dejar de escribir teatro si no tenía éxito con esta segunda versión. Mariquita es más cantarina que Jesusa, más protagonista, se eliminan escenas que “pesaban”, tal y como comentaba en las entrevistas, su mujer Pilar Moltó.

 

Está claro que Sócrates es el hermano envidioso de la primera versión, que se convierte en Genaro también envidioso de su “compañero de infancia” Plácido, y que vuelve a ser Sócrates en la última versión, aunque ya no es hermano.

 

Plácido, sin embargo, al igual que Relajo, no cambian de nombre en todas las versiones. ¡Qué detalle más importante!

 

Ya hemos visto como cambia Genaro; en la primera versión no tiene esposa, Antonina es una pariente lejana que trabaja en la casa; en la versión de Aquí Nació…,, Antonina pasa a ser su mujer; en la tercera versión su mujer recibe el nombre de Cinta…

 

Los hijos también cambian: Luisito será Cesar (Cesítar); Elena será Marisa; Mari Tere será Cintita.

 

La criada Anselma pasará a llamarse Tomasa aunque mantenga el mismo diálogo.

 

El alcalde, Perico Cuchara, dejará ese puesto que lo ocupará don Roque Pérez Cachete, que pasará a ser Presidente de la Comisión Pro – homenaje y  Presidente del Círculo de Defensa Cinegética en la última versión. La diferencia es que Roque le recordará aquellas andanzas de chavales, y Perico, además, le da buena muestra del caciquil servicio que da al pueblo y la inquina con los de derechas. Sutil diferencia que deja a la última versión muy descafeinada.

 

Gumersindo Sánchez Relajo, será Relajo siempre.

Don Trigésimo mantendrá su nombre también.

Como se ve, los personajes con más peso dentro de la obra, que no cambian de nombre son Plácido y Relajo. ¿Qué puede decirnos esto?: que la importancia de lo que representaban era inmutable para don Carlos.

 

Por un lado, tenemos a Plácido Dorronsoro. Este personaje es usado por Arniches en 9 ocasiones para expresar el “pensamiento de Arniches”. La primera, cuando en el segundo acto, está reunido con los dos enamorados y les dice que su unión será el fruto de la reconciliación de todos; cuando les cuenta lo feliz que está solo de pensar que le podrían convertir en abuelo… (Mensaje nº 13)

 

En la siguiente escena (Acto II; Escena VII), cuando en un mano a mano con Sócrates, le explica que no sea injusto, que la injusticia tiene lágrimas que se han de llorar algún día… (Mensaje nº 14)

 

Y, desde mi punto de vista, el punto álgido de la obra, cuando le da tres definiciones complementarias de lo que debe ser Periodista (Mensaje nº 15). Esta visión de una profesión que él mismo ejerció durante su juventud, es sublime. Además, como podremos comprobar, el periodismo mal entendido de la preguerra, tuvo mucho que ver en el enconamiento de las partes, en el aumento de la envidia. Este aspecto, que es llevado a cabo por Relajo y seguido de lejos por Antonina y Mari Tere, que es la capacidad de generar envidia en Sócrates, se diluye en las versiones en las que aparece su mujer, Cinta, ya que Arniches vuelca en la mujer esa inquina que se va metiendo en Genaro; un Genaro, todo hay que decirlo, reticente a todas esas frases maledicentes de su mujer y su hija.

 

En el Acto III, Escena III, nuevamente Plácido, en su conversación con Elena, pone de manifiesto la broma de los del Casino y la importancia de no perder la clara visión de las verdades más sencillas. (Mensaje nº 16)

 

En la escena XIII será don Plácido quien recordará que la envidia es el negro baldón de las almas. (Mensaje nº 18)

 

Será el mismo don Plácido quien no permitirá que su hermano, se autoflagele con el dolor de su error, le tapará la boca y le dirá que hasta el mismo Jesús ha dicho que una lágrima sincera basta para borrar el más negro sentimiento. El inmenso poder del perdón. (Mensaje nº 19)

 

De vital importancia es también el planteamiento final para solucionar el conflicto: La hora actual es lo que nos pide: humildad, perseverancia y trabajo. No enfrentamiento entre hermanos. (Mensaje nº 20)

 

Terminando la escena XIII, Arniches pone en boca de don Plácido: Todos debemos ocupar nuestro lugar en esta vida y hacerlo lo mejor posible con dignidad y alegría. (Mensaje nº 21) Esto quedará grabado a fuego en su memoria y será el eje central de su autorretrato.

 

Para finalizar, don Plácido nos dejará otra perla: El que ha obrado mal debe pedir perdón a sí mismo antes que a los demás. (Mensaje nº 22)

 

Tal y como comentaba al inicio, Relajo es el contrapunto a don Plácido. Arniches lo empleará para agrandar la envidia, fomentar el odio, facilitar la confrontación y evitar la solución al conflicto. Determinante será también en varios mensajes. Podemos contabilizar hasta cuatro ocasiones.

 

Ya desde el primer acto en la escena II, Relajo suelta la frase: “Además, a las grandes figuras no las alcanza el retruécano”, que dará pie a que veamos el mensaje nº 4: Siempre será la envidia el centro de todas las disputas. Siempre habrá gente que querrá amargar la gloria de los demás. Esta circunstancia fue importante para Arniches, ya que de aquí extrajo uno de los títulos de las versiones posteriores a la primera: Las Grandes Figuras.

             

En la escena IV de ese mismo primer acto, Relajo tiene una nueva intervención gloriosa para Arniches: La necesidad de la intriga para poder acceder a los honores y méritos en este país. Denuncia la realidad de un país de enchufismos, favoritismos y corruptelas. (Mensaje nº 7). Relajo relata cómo es imposible ascender sin medrar, mejorar la posición de uno sin lesionar la de los demás, sin difamar…

 

Nuevamente, Relajo, nos indica que lo que debía poner la lápida: Aquí nació. Aquí estudió. Aquí tosió… Todo en honor a Sócrates, y que daría el título a la segunda versión: Aquí nació…

 

Cuando en la escena IV, Sócrates cuenta el poder de la Triquitraquina, a Relajo sólo se le ocurre pensar en destrucción. La mezquindad del hombre, que tras un posible y fenomenal descubrimiento ¡solo piensa en destrucción y conquista del resto de los hombres! (Mensaje nº 8)

 

Finalmente, Relajo representa el abandono del barco en el momento en el que todo está perdido. Abandona a Sócrates cuando tras ser rechazado por Elena, prácticamente es defenestrado por Luis. Esa cobardía de la gente ratera sin escrúpulos también es un mensaje que Arniches nos da, a través de la figura de Relajo.

 

Entre estos dos personajes tenemos hasta doce momentos de una importancia capital. Se llevan el cincuenta por ciento de los mensajes de la obra, y además, los de más calado.

 

Siempre que me enfrento por primera vez a una obra de Carlos Arniches, y eso lo he hecho en 260 ocasiones, me pregunto: “¿Dónde estás, bisabuelo? ¿Quién de todos estos personajes lleva tu voz?”

 

La conclusión a la que he llegado es que Carlos Arniches está en toda la obra, pero la palabra de unos personajes refleja más el pensamiento más profundo, y lo más grande de todo esto, es que, como en esta obra, Carlos Arniches puede hablar desde ambos bandos: equilibra la contienda, ni todo es bueno ni todo es malo en un solo bando. Ese momento en el que Sócrates, en la escena V del primer acto reclama compartir los honores: Compartir los honores. Nada de lo conseguido hasta el momento es fruto de uno en exclusiva. Todo está basado en las aportaciones de todos. (Mensaje nº 9.) ¡Qué importante hubiera sido que todos cedieran antes de llegar al enfrentamiento!

 

Habla por medio de Plácido, Relajo, Sócrates, incluso por medio de Elena cuando desacredita la actitud mojigata de la juventud provinciana, y en otra ocasión, pone en relieve la basura de la envidia (Mensaje nº4)

 

Habla de la desastrosa preparación de los políticos y de la política a través de su alcalde (Mensaje nº 5), de las fechorías de corrupción (Mensaje nº 6). También pone en relieve en esta primera versión, y que después desaparece en las siguientes, esa queja frente a la política en la que los cargos de un ministerio podían durar 4 meses o menos (Mensaje nº 3), diez ministros de gobernación en 35 meses es de una temporalidad insoportable.

 

Cuando encuentro su pensamiento en un personaje, le sigo, lo escucho atentamente, lo releo, descanso, reflexiono. Sigo adelante en la lectura de la obra prestando atención a ese individuo, a esa persona…, él les llamaba personas, no personajes. La relectura de cada obra hace que se vaya calando el mensaje, hace que me aproxime más a su proceso como creador…

 

Mi conclusión sobre mi bisabuelo: lo que realmente ha sido Carlos Arniches es un gran contador de historias. Pero tímido. Esa timidez que le importunaba al hablar en público cuando le ovacionaban tras una obra, él lo podía suplir por la voz poderosa de un Plácido que, pone en jaque a toda una profesión como la de periodista, que habla del perdón como única solución a los conflictos, y que proclama que evitemos la injusticia para no tener que derramar lágrimas que acaben subsanándola.

 

La primera versión que ahora presentamos, es ante todo, su obra premonitoria por antonomasia. Predijo el horror del enfrentamiento entre hermanos, el fuego arrasador, y la reconciliación entre lágrimas como única salida. Ojalá que la podamos ver representada en algún teatro como a él le hubiera gustado.

 

La última versión Cuentan de un sabio… es exactamente la primera versión (se mantienen los nombres originales) con el apellido cambiado y la desaparición de los comentarios políticos. No hay Alcalde, no se burla de la caciquería de los políticos, de sus malas artes, del cambio de ministros…

Siguen sin ser hermanos, aunque en el tercer acto, no repara en que está copiando literalmente a Los hermanos Dorronsoro, y Plácido le dice hasta en dos ocasiones a Sócrates, “hermano”. Volvemos a ver la acción sin la esposa de Sócrates; la envidia parte de él mismo, incluso se acentúa ese aspecto.

 

Quedan muchas incógnitas que seguro que serán otros los encargados de responder, como por ejemplo: ¿por qué tantas versiones? ¿Por qué dejan de ser hermanos? ¿Por qué aparece su mujer en la obra? ¿Por qué la hace a ella y a su hija como las principales instigadoras de la envidia que aún no había nacido en Sócrates? ¿Por qué desaparece todo el aspecto político inicial de la obra? ¿Por qué el fuego que arrasa todo el pueblo se concentra sólo a su vivienda en la siguiente versión? ¿Por qué desaparece el apellido vasco Dorronsoro (Prado junto a la buena Torre) y pasa a ser García Daimiel? ¿Por qué pasa de ser Sócrates a Genaro? ¿Por qué de Luis pasa a ser César? ¿Por qué el resto de cambios de nombres?

 

Desde el punto de vista de la obra en general, podemos concluir que Carlos Arniches escribe una primera versión terriblemente política, para pasar a ser un poco más social en la segunda versión, sin perder su mordacidad política.

 

En la tercera, desaparece el parentesco de ambos. La idea final es la misma. El mensaje es igual pero como si hubiera recapacitado sobre los parentescos que “sobraban” y los que “faltaban”.

Sobraba que fuesen hermanos.

Faltaba la esposa de Genaro. Podría ser porque si no vivía un hombre con demasiadas mujeres en la misma casa: sus dos hijas, la criada y la pariente lejana; cuatro en total.

Podemos admitir que los cambios de los nombres fue debido a intentar modernizarlos un poco más.

 

Como conclusión podemos decir que la envidia es el centro de la cuarta versión, ya no está en la diferencia política. Además, esta envidia viene desde su mujer y su hija; él, don Genaro, no la tenía tan a flor de piel, él iba a ir al homenaje de su “casi hermano” sin problemas, son ellas, las que le azuzan y le impiden acudir. Es la mujer la que impide el abrazo entre los dos “amigos”. Desaparece la alusión a la política, ni por parte del alcalde ni por la CEDA. Da un poco más de brillo a los secundarios, historiándolos un poco más. Don Genaro igual profundiza un poco más en su posible culpa como envidioso, pero en seguida destierra tal pensamiento. Traslada lo que antes era un incendio del pueblo a ser un incendio de su propia casa, la que hace de escenario. La reconciliación entre los hermanos llega con el nuevo trabajo en el Instituto Nacional que va a dirigir don Plácido y echando la culpa de su estado y de su envidia a su mujer.

 

En la quinta versión, Cuentan de un sabio… , como resumen podemos decir que siguen sin ser hermanos, solo se han criado juntos. Desaparece el alcalde para ser una comisión. Desaparece la esposa envidiosa: claro error en las versiones anteriores.

 

Sócrates aparece como un descerebrado “riéndose de la muerte”. Por otro lado en su monólogo va un poco más allá y se pregunta si no habrá tenido siempre una excusa para no alegrarse de los éxitos de su amigo. No hay nada de política.

 

En mi opinión, Carlos Arniches se ha quedado con la primera versión como “su versión”. Los condicionantes políticos le han obligado a la supresión de ciertos ataques al estamento político, pero la versión inicial es la auténtica, la que refleja el verdadero pensamiento Arniches.