HÉROE A LA FUERZA.

 

(GUIÓN DE PELÍCULA)

 

 

Folio nº 2 de 5 custodiados en La Fundación Mediterráneo. La Llum.

 

Obra conseguida gracias a La Fundación Mediterráneo. La Llum (21). Es la cuarta obra inédita y completa que presentamos. Podemos considerar esta obra como perteneciente a su Etapa de Crítica Social. Sería su obra en solitario número 115.

 

Comienza con una descripción de la situación: A lo lejos, una playa. Cerca de la playa, un Gran Hotel. Se eleva en el Semáforo la bandera que indica peligro. Suena repetida y fuertemente, una campana.

 

              Ya tenemos el panorama dibujado. Ahora comienza la acción. Los bañistas corren alocados. De entre ellos salen voces que gritan.

                            -¡Peligro!… ¡Peligro!… ¡Alguien se está ahogando!

 

              El mar ha arrastrado a una bañista atrevida hacia una rompiente de embravecidas olas, que se estrellan furiosamente contra rocas altísimas. El peligro que corre la muchacha es inminente. Está a punto de ahogarse o de que el mar la estrelle contra una roca.

 

              Llegan multitud de bañistas. Dan gritos.

                            -¡Socorro! ¡Socorro!… ¡Se está ahogando! ¡La va a estrellar una ola!

                            -¡A ver –grita un señor-, uno que la salve!…

                            -¡Uno!…¡A ver, uno!… –grita otro bañista.

                            -¡Parece mentira –dice una señora-, que no haya uno!

                            -¡Mi hija!… –grita un señor angustiadísimo-. ¡Es mi hija!… ¡Socorro! ¡Salvadla! ¡Toda mi fortuna para el que la salve!…

                            ¡Yo! –se acerca un hombre-. ¡Yo!- Se quita la chaqueta, el chaleco, los pantalones y los zapatos. Rápidamente se asoma desde la altura, con precaución, calcula la enormidad del salto que ha de dar, y vuelve a vestirse más rápido que se desnudó-. Yo…, yo…., yo no me atrevo… – repite nerviosamente.

                            -¡Por Dios –grita el padre-, que se la lleva el mar! ¡Socorro!…

 

              De pronto, un hombre, a quien no se le ve la cara, aparece como providencialmente en lo más alto de la roca más alta, y con la decisión del verdadero héroe, se lanza de cabeza al agua en un “plangeón” admirable.

 

              Se ve cómo se acerca a la víctima, que ya apenas puede sostenerse en la superficie, la coge en sus brazos, y nadando de un modo maravilloso, dobla con ella la roca altísima y desaparece.

 

Mensaje número 1195: Arniches nos enfrenta al hombre que “intenta” hacer un acto heroico…, y no puede, con el héroe de verdad, el que se decide y casi sin esfuerzo, realiza la salvación… Naturalmente detrás de esa acción puntual hay mucho entrenamiento, mucha capacidad de decisión, arrojo, valor y despreocupación de la vida propia… No todos tenemos todo. No todos somos héroes.

 

              Cuando la gente se acerca a la playa ven a la bellísima y escultural joven completamente desvanecida y sin otra ropa que su mallot.

                            -¡Hija –grita su padre-, hija mía! –abrazándola y besándola.

                            -¡Salvada! –se oye con júbilo a la gente-. ¡Salvada!

                            -¿Pero –pregunta una señora mirando a todas partes-, y su salvador?… ¿Dónde está su salvador?

                            -¡Ha desaparecido! –grita un señor-. ¡Qué raro!

                            -¡Por allí va! –señala un bañista a un hombre que corre a una velocidad increíble.

                            -¡Huye a los parabienes –dice un bañista-, por lo visto.

                            -¡Qué modesto! –dice otra.

                            -¡Ah! –exclama el padre-. ¡Pero no quedará sin recompensa su acto heroico! ¡Yo lo juro!

              Trasladan a la mucha desvanecida al Hotel.

 

              En la segunda escena nos sitúa en la habitación del hotel número 125. Su balcón tiene la puerta medio abierta. Un hombre joven, Rufino, duerme plácidamente. A los pocos segundos, otro hombre, todavía agitado y chorreando agua, que viste un jersey oscuro y pantalón de franela claro, y que lleva puesto el antifaz, se asoma cautelosamente por la puerta del balcón y penetra en el cuarto.

Duerme –dice mirando al joven y empieza a desnudarse. Cuando está eligiendo la ropa del joven dormido, éste se despierta y de la impresión no puede articular palabra-. ¡Ah, es usted bajo! –exclama a ver que la ropa le queda un poco pequeña.

                            -No señor, barítono… Pero ahora, con la sorpresa, la voz no me…

                            -Barítono y humorista, por lo oído.

                            -Como le veo a usted con antifaz, prefiero creer que viene usted a darme una broma.

                            -Nada de broma –responde el intruso-. Vengo porque necesito ropa seca.

                            -¿Pero cree usted que a mí me gusta húmeda?… Porque eso que me ha dejado usted…

                            -Me está bastante bien –dice el intruso hablando para sí mismo,- y me la llevo.

                            -¡Por Dios, caballero –Rufino quiere detenerlo-. ¡Que es un recuerdo de familia!… Me lo han arreglado de un tío mío…y sentiría…

                            -¡A la cama! –imperiosamente y sin broma ordena el intruso.

                            -¡Pero usted, con qué derecho?…

                            -¡A la cama! –el intruso le amenaza con un estilete.

                            -¡Caray! –Rufino se esconde dentro de la cama.

                            -El llevar un antifaz, dirá a usted cuánto me interesa ser obedecido rápidamente. ¿Cómo se llama usted?

                            -Bueno, pero…

                            -¡Pronto!

                            -Rufino Pérez –dice asomando escasamente la cabeza por el embozo-, para servir a usted, viajante de comercio, natural de Piedra…

                            -Basta –el intruso toca un timbre.

                            -…hita.

                            -Pues bien señor Pérez, hoy empieza para usted un nuevo destino. La fortuna va a sonreírle.

                            -¡A mí? –exclama asombrado sacando la cabeza.

                            -La riqueza y la fama le aguardan.

                            -¿Dónde?

                            -Dentro de media hora, será usted célebre.

                            -¡Yo?… ¡Pero esa broma!…

 

              El camarero toca a la puerta. El intruso manda silencio a Rufino. Cuando abre la puerta le da la ropa para que la sequen y la planchen y le indica que el señor Pérez acaba de realizar un acto extraordinario y desea que no se le moleste.

 

El camarero sale gritando que el señor Rufino Pérez del 125 ha sido el héroe. Se monta un revuelo y se acerca una muchedumbre gritando y vitoreando a Pérez. Éste en la habitación se muere de miedo ante la turba que se acerca.

 

Todos entran en el cuarto cuando él se encuentra en calzoncillos. Comienzan a felicitarlo, abrazarlo, gritar “¡Bravo!” ¡”Viva Pérez!” De entre la multitud destaca el padre de la bañista: el señor Ugartínez.

-¡Dejadme, dejadme!… –los aparta a todos y llega hasta Rufino, llorando-. ¡Déjeme usted llorar en sus brazos!

                            -Sí, señor, llore cuanto guste –le dice Rufino que no tiene ni idea de quién puede ser ese señor-, pero vamos…

                            -¡Ha salvado usted a mi hija! ¡A mi hija única! ¡Gracias! ¡Gracias!… –le abraza-. ¡Gracias!

                            -No hay de qué, ¡por Dios!… ¡No vale la pena!… Pero yo quisiera decirles…

                            -¡Qué va usted a decir a un padre, en el momento más emocionado de su gratitud!

              Todos, emocionados, rompen en un aplauso.

                            -¡Bien por el héroe!

                            -¡Qué salto, Pérez!

                            -¡Por Dios, señores, nada;… Pero yo… yo no sé si se habrán fijao ustedes que este es el 125, eh?

                            -Y ahora mismo vamos al cuarto de mi hija, que arde en deseos de manifestarle su agradecimiento.

                            -Sí, sí… ¡Vamos, vamos! –dicen todos.

                            -¡Levémoslo en hombros!

                            -¡Señores, por Dios, que estoy en calzoncillos…!

                            -¡Qué más da para un héroe! –dice Ugartínez.

                            -La bata del señor –se la ofrece el camarero.

                            -Al cuarto de mi hija!…

                            -¡Sí, sí…-gritan todos.

                            -¡Bueno, señores; fíjense que este es el 125, eh? –se va volviendo y señalándoles el número del cuarto.

 

              La siguiente escena es en el cuarto de Olivia Ugartínez. Felipa, la doncella, está friccionando la espalda de Olivia. Hablan del susto que ha pasado, y de la fortuna que tuvo al aparecer ese hombre heroico.

 

Entran en tropel en el cuarto de Olivia. Empujan a Rufino que se resiste a entrar. El padre no solo quiere que le salude sino que le abrace.

-Yo no merezco que me abrace una señorita tan bella…

                            -¡Se ha jugado usted la vida por mí!

                            -¡No, no, yo no merezco!… Yo no he hecho nada… Yo soy un infeliz, un infeliz, ¡que ni siquiera sé nadar!

 

              Una carcajada estentórea atruena en la habitación.

-¡Pero este hombre…! –dice Ugartínez reventando de risa.

                            -¡Que no sé nadar!… ¡Palabra! –Otra carcajada-. ¡Bueno si lo toman ustedes a risa!…

                            -Lo que no sabe usted es guardar la ropa, ¡porque se ha encontrado chorreando agua en su cuarto de usted y la están secando…!

                            -¡Eso, eso! –confirman todos.

                            -¡Niegue usted eso! –le espeta el Sr. Ugartínez.

                            -No, eso no puedo negarlo, pero vamos…

                            -Lo que ocurre, es que tiene la estructura verdadera del héroe –comenta Olivia-. Realizar la heroicidad, y rehuir el elogio. ¡Gracias, Rufino, gracias!… –le abraza-. No es hercúleo, pero es atractivo –comenta hacia las doncellas.

                            -Tiene un no se qué… -comenta Felipa.

                            -¡Ya lo he notado! –dice otra.

                            -Y si algún día me ahogo… -suelta una señora.

                            -Cuente usted conmigo para ir al funeral –explica Rufino-, porque otra cosa… -y la habitación estalla en risas, aplausos, vivas y entusiasmo.

 

Mensaje número 1196: La gente cree lo que quiere creer. Rufino ha intentado explicar que él no es nadie, que no es el héroe, que no sabe nadar….; pero cuantas más excusas pone, más entra en el arquetipo mental que la gente se ha formado: el héroe humilde, el que renuncia a los “parabienes”… No tiene escapatoria nuestro Rufino…, nuestro héroe a la fuerza.

 

La siguiente escena nos muestra el cuarto de un modesto hotel de la población. Se abre la puerta y entra en él el hombre del antifaz, que ya no lleva antifaz, sino el traje de Rufino, que le está un poco corto. Llama a su sobrina.

                            -¡Luci…, Luci…!

                            -Estoy en el baño. Salgo enseguida.

                            -¡Pronto! ¡Urge!

                            -No te impacientes. Lo sé todo –comenta una joven bellísima a media tualé-. ¡Tito!… –le abraza efusivamente. Mientras habla, acaba de vestirse.

                            -¿Que lo sabes todo?… ¡Ya!…

                            -No se habla de otra cosa en la población. Yo, cuando oí no se qué de un salto al mar, para salvar a una joven hermosa y millonaria, desde una roca de veinte metros, pensé que eras tú.

                            -¡Qué quieres?… –responde quitándose importancia-. Hacía dos años que no daba un salto predilecto…, vi la ocasión, y…

                            -¡Eres formidable, Tito! –responde Luci riéndose-. Vienes… -dice mirando a todos lados y bajando la voz-, vienes a robar un collar de perlas de 30.000 dólares…

                            -¡Chittss!… ¡Más bajo!

                            -Adquieres un compromiso de honor con tus compañeros… Venimos, y en vez de robar la joya, salvas a una joven hermosa… ¡porque si no es hermosa, tú no la salvas!

                            -Te juro que no he pensado en nada. He salvado, mitad por lástima, mitad por costumbre…

                            -¿Quieres hacerme creer que estabas casualmente sobre la roca?

                            -No; estaba allí –le comenta con acento cauteloso- para observar las ventanas del Hotel, y comprobar, si el balcón, comunicaba con el de al lado. Y comunica.

 

Tito le cuenta a Luci que ya tiene un candidato a ser el héroe, Rufino Pérez, al que toda la ciudad le hará homenajes; mientras tanto, él podrá robar la joya y eludir a la policía ya que lleva su traje…

 

Luci, queda impresionada.

 

La siguiente escena nos sitúa en el apartamento más lujoso del hotel. Entra Rufino elegantemente vestido, seguido del gerente del hotel y del señor Ugartínez.

-¡Señores, por Dios –exclama Rufino resistiéndose-, que este lujo yo no merezco…!

                            -¡Qué menos puede merecer un héroe que acaba de hacer al Hotel, tan formidable reclamo, que le instalemos con todo lujo y confort –indica el gerente-. Adelante.

 

              El señor Ugartínez le indica además, que tendrá un banquete en su honor, seguido de un baile espléndido. La prensa está también avisada y vendrán a realizarle entrevistas. El alcalde le impondrá la Cruz de Beneficencia.

 

Rufino pide al gerente que le acepte el contrato de diez cuartos de baño a su empresa “Casa Lozánez Porcel y Compañía”. El gerente le dice que no sólo han aceptado, ¡sino que serán 140 cuartos de baño! La Casa Lozánez Porcel y Compañía ha indicado que le den 20.000 pts. de premio. El Sr. Ugartínez ha determinado una pensión vitalicia de 25.000 anuales.

-¡Usted, a mí, vitalicia… -balbucea Rufino-. Vitalicia… Vitalicia, 25, primero… Primero voy a ver si estoy dormido, porque esto es que yo no… -como anonadado-. ¡Basta, señores, basta por Dios!… ¡Pero todo eso, por qué?… ¡Por qué?… ¡Si yo no sé nadar?

                            -¡Pero otra vez? –entre grandes carcajadas, el gerente y el Sr. Ugartínez, le vapulean y le dan cachetes-. ¡Já, já, já,…!

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 189

 

Cuando se marchan Ugartínez y el Gerente, Rufino escribe en su escritorio una carta a su madre:

-Queridísima mamá: Soy un héroe. Cosa que me ha chocado, como te chocará a ti. Creo… fíjate en esto; -creo que me he tirado de cabeza al mar desde una roca de veinte metros de altura, y me han dicho, -yo no te lo juro-, que he salvado a una señorita, que eso sí, -es de guapa como para tirarse de dos kilómetros. Tenemos una renta vitalicia de 25.000 pts. tú y yo, -porque al bestia de mi padrastro, que tanto te martiriza no pienso darle ni diez reales en sellos. Me la ha señalado un señor, padre de la señorita, que dice que me ha visto saltar. Lleva gafas, y que dice que tiene una hija por mí, cosa que también me ha chocao. Vente enseguida, lo más elegantita que puedas, que yo voy de smoking hasta para dormir la siesta. Esta carta no está escrita desde ningún manicomio. Si vienes, no digas que no sé nadar, porque te pegarán. Cree que te adora el que todavía se figura se será tu hijo… Rufino.

 

              Cuando se dispone a marcharse, aparece una doncella que le pide un autógrafo y un beso. Se los da. A continuación llegan los periodistas.

-¿Usted no conocía a la señorita salvada?

                            -No señor; no tenía ese honor… Me la presentó una ola… La recogí en mis brazos y se la llevé a su papá. Esto fue todo.

 

              Se anima contando mentiras… Ha salvado a hombres, mujeres, niños… e incluso a una merluza que estaba en un anzuelo…

 

Le piden que participe en una exhibición benéfica, en libre competencia con los muchachos del pueblo, para que repita el magnífico salto desde la roca de 20 mts. de altura o desde otra aún más alta. Rufino palidece pero dice que sí, que ya les avisará él “por carta” de la fecha. Hay un nadador local, Dositeo Montes, que asegura que salta más que Rufino.

-¡Qué montes salta? –pregunta riéndose-. ¡Qué salta montes más que yo?…¡Qué saltamontes más iluso!… ¡Locos que hay!

                            -¡Es el Weismuller de la localidad!

                            -El veis…Pero es que el día que salte, a mí no me Weis…

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 190

DISCURSOS DE ARNICHES NÚMERO 37

 

              Nos situamos en la siguiente escena en el comedor del hotel: Por los grandes ventanales del comedor, amplio y magnífico, se ven la mesa larguísima del banquete y en ella, la elegante y numerosa concurrencia que asiste a él. La música del comedor, se escucha atenuada en el silencio de la noche. Se ve a Tito, con el antifaz, que trepa por la parte oscura de la fachada. Al llegar a la altura del comedor, se para a escuchar. Se escucha la voz del alcalde de la ciudad que en tono de discurso dice: “Y todo, señoras y señores, todo es poco para premiar el heroísmo de este hombre; heroísmo humilde, sencillo, modesto; ¡que aún sigue negando la heroica generosidad con que salvó una preciosa vida!… Por eso, yo pido a la bellísima señorita de Ugartínez, víctima salvada por este joven, que ella misma coloque sobre el pecho del héroe, la Cruz de Beneficencia, con que el gobierno ha querido premiar tan extraordinaria hazaña.”

 

              Olivia coloca la cruz y le da un beso. Gran ovación. Tito, que se había parado a escucharlo piensa con filosófica burla: “¡Qué idiota es la humanidad! ¡Mañana lo meterán en la cárcel!”

 

Mensaje número 1197: “con filosófica burla: “¡Qué idiota es la humanidad! ¡Mañana lo meterán en la cárcel!” Esta frase del ladrón describe la obra: Si la sociedad proclama a un hombre como un héroe, ¿por qué es capaz de encerrarlo al día siguiente? Por la ligereza con la que se actúa. No se busca la verdad, no se alaba la verdad, todo es oportunismo, hoy estás aquí, en lo alto porque nos interesas, mañana estás en la cárcel como chivo expiatorio si nos interesa también.

 

Sigue trepando de un balcón a otro hasta que desaparece por un entreabierto, del piso 2º del Hotel.

 

Rufino, de pie, emocionado, tembloroso, con una copa en la mano, toma la palabra para agradecer todas las atenciones, e insistir en que él no sabe nadar. Tras las grandes risotadas, asegura que por otro beso de Olivia, es capaz de tirarse, no de 20, sino de 30 metros de altura.

 

Todos le piden que les firme los tarjetones y menús para guardarlos como recuerdo.

 

El Maitre del hotel requiere la presencia de Pérez para salvar a una señora que se está ahogando.

-¡Que llamen a otro! –grita Rufino mientras corre escaleras arriba-. ¡No me dedica a ancianas!

                            -¡Por Dios Rufino –le alcanza Olivia-, deténgase!

                            -¿Se ha ahogado ya?

                            -La ha salvado mi padre.

                            -¿Es nadador?

                            -No, si era un hueso de melocotón, que se le había atragantado. Le ha dado un cachete y ya está bailando.

                            -¡Pues me han dado un susto de muerte!

                            -Por la velocidad con que iba usted, juzgué que iba a tirarse de cabeza al agua otra vez.

                            -Sí, en efecto. Si no me dice usted lo del hueso, me tiro al agua, y hago la plancha más grande del mundo.

                            -¡Es usted un héroe abnegado es incansable!

 

              Olivia aprovecha la circunstancia de estar a solas para declararle su amor. Rufino está emocionado. Entran en su habitación, pasan al balcón rememorando el salto desde la roca…, se prenden en un beso apasionado… De pronto, los pies, y luego las piernas de Tito, que se descuelga del balcón de encima, les saca de su éxtasis apasionado, produciéndoles un terror pánico. Cae Tito, de un salto magnífico, al lado de ellos. Tito lleva puesto su antifaz. Justo al caer se escuchan, en el balcón de arriba, voces angustiadas de una mujer que grita: “¡Mis perlas! ¡Mi collar!… ¡Ladrones! ¡Ladrones!”

 

              Tito escapa al jardín, huye por la tapia y se pierde hacia el mar, sube a la roca más alta, espera a que lleguen los policías. Se quita la americana donde guarda el collar y se lanza al mar en un salto igual al que realizó para salvar a Olivia.

-¡Qué prodigioso salto! –alaba uno de los policías.

                            -¡Pero la americana está aquí! –dice el otro acercando la linterna y registrándola-. ¡Y el collar en el bolsillo!

                            -¡Menos mal!

                            -¡Vamos a la playa, por si podemos cortarle la retirada!…

 

              Vanse rápidos, alumbrándose con las linternas.

 

              Arniches continúa la historia en la copia manuscrita y nos sitúa en una nueva escena en la casa de la madre de Rufino.

 

Es una casa pobre a la que han acudido un grupo de vecinos comandados por el alcalde que quieren poner el nombre de una calle a su hijo: Rufino Pérez, el primer héroe del pueblo. Van a cambiar el nombre de la que se llama “Avenida de nuestros Callejones” por calle de “Rufino Pérez y señora madre”.

 

El orfeón ha aprendido un himno compuesto por el organista Remigio Sidola.

 

El padrastro se ríe de todos, dice que es imposible que ese chico sea un héroe. Después, al contar el dinero de los donativos, cede.

 

Se hace una cuestación popular para que la madre, el padrastro y una sobrina muy fea, puedan ir a ver a Rufino.

 

Cuando van el tren los padres y la comisión del pueblo a verle, él va en otro tren que llega al pueblo ¡a ocultarse de la policía que le busca!

 

En cuanto llegan los familiares a la capital les detienen. La vergüenza que pasan es máxima, se quieren volver a pie al pueblo. El ensayo del himno se paraliza..

 

La sobrina está muy afectada, porque, una vez que se entera de que es un héroe, rompe las relaciones con el tenor del orfeón para irse con Rufino, que en algún momento del pasado le había pedido ser novios. Ahora que ya no es un héroe sino un ladrón…, la pobre se ha quedado sin nada.

 

La comisión vuelve al pueblo sumida en la vergüenza.

 

Rufino está escondido en el pueblo, en un palomar. Una vecina le deja una nota avisándole de que las 14h se va su marido…

 

Viene Olivia en su auto hasta el pueblo, lo encuentra y cantan un dúo: “Los secretos del Palomar”.

                            -Mi padre no quiere que te quiera, pero yo te adoro, aunque seas ladrón, y si eres ladrón, te quiero más todavía. Me salvaste y me dijiste que no sabías nadar. Robas y dices que no eres ladrón. Tú eres el hombre que miente siempre. Eres el hombre con mayúscula. ¿De qué alma no conoce la verdad?

             

Le toman declaración a la dueña del collar

 

                            -Eso me pasó con el de anoche. Llegué del baile y empecé a desvestirme… Se notaba un temblor entre el cortinaje. Dejé mi collar, me ausenté unos minutos al ropero…y cuando me vio, salió ágil como un felino, salió de su escondite, cogió el collar, y yo entonces, prevenida, me abalancé sobre él, le sujeté fuertemente de la solapa de la americana… y, “no huyas”, le dije, “espera, atiende, no grito ni te delato”… pero quiá, ligero como un corzo se desprendió de mí, dejándome un trozo de la solapa de su americana, y de un salto terrible huyó al balcón de abajo, y del ¡balcón de abajo, al suelo: un salto de más de 25 metros.

                            -¡Que enormidad!

                            -Llevaba antifaz, pero me pareció guapísimo: músculos atléticos, elásticos –describe la autora.

                            -¿Y no le chocó a la señora, que éstos días, se den en este hotel una confluencia chocante de saltos extraordinarios? El salto que salvó a la señorita Olivia, el salto de este ladrón…

                            -¿El ladrón y el saltador serán la misma persona?

                            -¡Es posible!… ¡Sería admirable! Guardará la solapa, y si detienen al ladrón lo podremos comprobar.

                            -No le asustan los ladrones.

                            -¡Jamás! ¡Cuando entran dos, me molesta uno!

                            -Usted no gritó.

                            -Yo no grito nunca si no es una mujer la que me roba.

 

              Finalmente cogen preso a Rufino y su madre va a verle.

 

-No lo creen. No creen de mí más que  lo que no hago –le dice Rufino a su madre.

 

              El padrastro le quiere matar, le dice que en cuanto salga de la cárcel, le pega un tiro.

 

Rufino desespera en la cárcel y teme perder el amor de Olivia.

 

 

              La historia termina así de abierta. Lo que sí hemos encontrado es un juicio de valor profundo y filosófico sobre la obra que transcribimos en su totalidad:

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 191

 

              El hombre primario, solo, desnudo espiritualmente es un animal insignificante y sin valor. Necesita los accidentes de la vida, los aditamentos de la fantasía, de la aventura para adquirir un poso de relieve…, de atractivo. Un señor, empleado, con 10.000 pts., con mal genio, huraño, con gabardina… ¿qué es?… Pero, le envuelves en el misterio, le supones andar atrevido, apasionado… y empieza a tener atractivo… ¡Esa es mi pasión!

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 1195: Arniches nos enfrenta al hombre que “intenta” hacer un acto heroico…, y no puede, con el héroe de verdad, el que se decide y casi sin esfuerzo, realiza la salvación… Naturalmente detrás de esa acción puntual hay mucho entrenamiento, mucha capacidad de decisión, arrojo, valor y despreocupación de la vida propia… No todos tenemos todo. No todos somos héroes.

 

MENSAJE NÚMERO 1196: La gente cree lo que quiere creer. Rufino ha intentado explicar que él no es nadie, que no es el héroe, que no sabe nadar….; pero cuantas más excusas pone, más entra en el arquetipo mental que la gente se ha formado: el héroe humilde, el que renuncia a los “parabienes”… No tiene escapatoria nuestro Rufino…, nuestro héroe a la fuerza.

 

MENSAJE NÚMERO 1197: “con filosófica burla: “¡Qué idiota es la humanidad! ¡Mañana lo meterán en la cárcel!” Esta frase del ladrón describe la obra: Si la sociedad proclama a un hombre como un héroe, ¿por qué es capaz de encerrarlo al día siguiente? Por la ligereza con la que se actúa. No se busca la verdad, no se alaba la verdad, todo es oportunismo, hoy estás aquí, en lo alto porque nos interesas, mañana estás en la cárcel como chivo expiatorio si nos interesa también.

 

MENSAJE NÚMERO 1198: “El hombre primario, solo, desnudo espiritualmente es un animal insignificante y sin valor. Necesita los accidentes de la vida, los aditamentos de la fantasía, de la aventura para adquirir un poso de relieve…, de atractivo. Un señor, empleado, con 10.000 pts., con mal genio, huraño, con gabardina… ¿qué es?… Pero, le envuelves en el misterio, le supones andar atrevido, apasionado… y empieza a tener atractivo” Esta reflexión de puño y letra de Arniches nos habla de la profundidad con la que trazaba sus obras: el pensamiento de Arniches estaba en cada línea y tenía un propósito. Nuestra tarea es descubrirlo.

 

             

              Hemos contabilizado hasta 13 escenarios diferentes:

1-Playa, Rocas, Bañista en apuros, Salto y salvamento

2-Habitación 125

3-Habitación de Olivia Ugartínez

4-Habitación de Tito y Luci

5-Suit del Hotel

6-Comedor del banquete

7-Balcón con Olivia, Rufino y Tito

8-Rocas y nuevo salto de Tito dejando la americana

9-Casa de la madre de Rufino.

10-Estación de Tren

11-Pajar

12-Declaración de la dueña del collar en la comisaría

13-Cárcel con Rufino y su madre hablando

 

 

 

 

 

Folio nº 1 de 23 custodiados en La Fundación Mediterráneo. La Llum.

 

 

La película “Héroe a la fuerza” se llegó a filmar con el director Benito Perojo, quien además se atribuyó el guión. Se pensó en ofrecer la música al maestro Jesús Guridi, pero tampoco resultó.