EL GALOPÍN DE PANTOJA

 

 

 

Obra conseguida gracias a La Fundación Mediterráneo. La Llum. Sería su obra número 139 en solitario. Etapa Rural, Etapa de Crítica Social y Etapa Feminista. Inédita. Incompleta.

 

Folio nº 281 de 351 custodiados en La Fundación Mediterráneo. La Llum.

 

 

Siguiendo con el estudio de la copia manuscrita de Tanis y Flora nos encontramos con el segundo acto de otra obra que iba a llamarse “El galopín de Pantoja” y que está protagonizada por dos personas de la obra final: El Tío Sidoro, el ciego, y el lazarillo.

 

TRANSCRIPCIÓN.

 

ACTO 2º

 

              Un peñascal en plena sierra. A la derecha, entre las peñas, una fuente manantial, sombreada por una robleda. Setos de espinos y zarzas. Por detrás de ellos se ha de ver pasar un pequeño rebaño. Son las horas siguientes al medio día. Sol espléndido. Horizontes luminosos.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 514

 

              Al ver la fuente, el Tío Sidoro, le anima al lazarillo.

-Paremos aquí, que ya tenemos la metá de la comida.

                            -¿La metá e la comida una juente?-pregunta el lazarillo.

                            -¿Qué haces en la comida, garzon?

                            -Comer y beber.

                            -Pues ande hay una fuente, lo de beber ya está. Amos ahora a lo de comer.

Folio nº 283 de 351 custodiado en La Fundación Mediterráneo. La Llum.

 

 

Después de ese delicioso diálogo del ciego y su lazarillo nos encontramos con el segundo cuadro.

 

TRANSCRIPCIÓN

 

ACTO 2º

 

CUADRO 2º

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 199.

 

              Taberna de un pueblo que sirve también de comedor en el Parador del Tío Larán, que es el dueño de él.

              Es un zaguanote amplio pero de aspecto mísero, de anchas vigas telarañosas y negras. Al fondo una puerta muy grande en arco, por donde se ve gran parte de la plaza ruin de un poblacho de Castilla.

 

              En el interior, en segundo término izquierda, un mostrador de madera y zinc, y detrás una anaquelería mísera con jarros y botellas. Colgados de unos palos, sobre el mostrador, dos o tres jamones y algunas ristras de chorizos. Mesas redondas pintadas de rojo, sucias, roñosas; alrededor, banquetas.

 

              En la derecha, en segundo término, una mesa larga de comer, de pino. Sobre ella un mantel con jarros, vasos y platos con restos de comida. Dos banquillos largos de madera a los lados.

 

              Detrás del mostrador y en primer término, puertas practicables. A la derecha otras dos puertas.

              Es de noche. Bombillas cansadas de luz eléctrica, sobre la mesa de comer y sobre el mostrador, iluminan malamente la escena, dejándola en una penumbra incierta, que contrasta con la viva luz de unos aparatos de carbono que iluminan la plaza.

 

              Al levantarse el telón aparecen en la plaza haciendo unos ejercicios gimnásticos y acrobáticos unos titiriteros. La plaza está llena de gente pueblerina. Unos labriegos aparecen con capas y sombreros anchos; otros con bufandas y boinas o gorros de piel. Las mujeres con mantones y algunas con refajos a la cabeza. Los titiriteros llevan trajes raídos de percalina de colores chillones adornados con lentejuelas. Suenan en la plaza un tambor y una corneta que animan el espectáculo con sus sones estridentes.

 

              Dentro de la taberna, en la mesa primera de la izquierda, aparecen en secreto conciliábulo, el Tío Larán, la tía Talega y el Mocho.

 

              En otra mesa, jugando a las cartas sobre una manta doblada, el tío Dimeloandando y el Patojo, dos arrieros.

 

              En otra mesa, comiendo, el tío Corulo y la Bienpeiná, un paleto y una paleta que comen rebañando platos, se relamen…

 

              En la primera ala derecha el Tío Sidoro, solo, pasando un rosario viejo y rezando entre dientes. En la puerta, el lazarillo, embobado, viendo los títeres.

 

              El Grillo es el mozo que sirve a la parroquia.

 

              En la primera escena vemos a los títeres haciendo su último ejercicio  al son de la trompeta y el tambor. Al final le gente aplaude y bocea.

 

              El Clown Carajaula se dirige al público después del ejercicio, mientras se pide dinero.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 515.

 

(Acto II, Cuadro II, Escena I.)

 

CARAJAULA.- Respetable público: acaba de ver este respetable público, el ejersisio acrobático, realisado por la señorita Enna y monsieur Paul, consistente en sostenerla con sus dientes mientras hacen el turbillón. Pero eso no tiene mérito.

 

PAUL.- ¿No le ha gustado a usté el ejersisio señor Carajaula?

 

CARAJAULA.-  No, señor monsieur Paul, porque usté sostiene a la señorita Enna, pero yo hago otra cosa más difícil; yo sostengo a mi suegra y a dos cuñadas.

 

Nadie da nada y Sidoro exclama: “La flor de la arriería, ¡pero que no te cojan a solas en un camino!”

El lazarillo y él siguen pensando cómo cenar unos chorizos sin pagar…

 

El tío Corulo pide más vino tinto, el otro es más “claringondongo”.

 

Patojo va ganado a las cartas y los demás ríen por si tiene mal de amores…

 

Entran los titiriteros pasando la bandeja y recogen 20 céntimos. No tienen ni para comer ni para dormir. Piden algo por caridad y se lo niegan.

 

Entran el Tío Veneno y la Liboria y les dicen a la cara a los titiriteros que no valen nada. Los buenos fueron los del año pasado.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 200.

 

(Acto II, Cuadro II, Escena II.)

 

TÍO VENENO.- El año pasao fueron mejores. Venía un tío fresco que se comía unas llamas de lumbre viva, ¡vaya qué tío!… y luego l’hicieron aquí unas sopas de ajo y porque estaban calientes soplaba… ¿te acuerdas Liboria?

 

LIBORIA.- ¡Digo!

 

TÍO VENENO.- Nos divertimos las tripas. Venía otro tipo acróbata que se subía en el tripecio en cuatro saltos, ¡vaya que agilidá!, pero juimos nosotros y le cortemos la cuerda de uno de los palos y, ¡rascarracaplón! … se cayó encima del tío Meollo, que tenía una cojera d’arroba, y se espampanaron los dos… ¿Te ricuerdas Liboria?

 

LIBORIA.- ¡Digo…! ¡Él se rompió un pata!

 

TÍO VENENO.- (Estacazo.) ¡Rayos qué risa!… A la tetiritera la echamos al río a las cuatro e la mañana… ¡Si no es po el alguacil, s’ahoga!…

 

El Lazarillo y el Tío Sidoro defienden a los títeres y les regalan dos adivinanza para que la cuenten en “otro pueblo que den más”

Tiene ojos de gato y no es gato

                            Tiene patas de gato y no es gato

                            Oreja de gato y no es gato

                            Maya como un gato y no es gato

                            ¿Qué es?

                            La gata.

 

 

Estudiantes que estudiáis

                            en libros de Salamanca,

                            ¿qué es una cosa cocida

                            que pa comerla se asa?

 

                            La morcilla.

 

No hay manera de que el Tío Larán, el más avaro de todos, les de algo por caridad. El Tío Sidoro explica su apodo: Larán, viene de la frase “Antes l’harán cachos que dar un mendrugo”. Y le canta la copla:

 

El avariento digo,

                            que es como el puerco,

                            ¡que a ninguno aprovecha

                            hasta que es muerto!

 

Que la tenemos archivada como la número 347 (168)

 

El tío Sidoro le explica al Lazarillo la importancia de hacer siempre el bien: “¡Tú has siempre el bien, que al ir u al volver… siempre te tocará el beneficio… más tarde u más temprano!”

 

Cuando se va a marchar, el Tío Sidoro, le dice al Tío Larán que tiene “un cuento” para contarle antes de irse. Les dice que se van a pasar por la taberna dos individuos muy peligrosos: Tanis y Flora. Les precede su fama de sanguinarios. Se acercan muy modositos pidiendo agua, o vino, o comida, o trabajo, y si no se lo dan se van sin decir nada, pero a los dos días, el que no ha querido satisfacer sus demandas aparece muerto. Así lo atestiguan: “el Tío Borrajas, el de la Almuñera, que no les quiso dar un jarro de vino y así apareció estrangulá; así apareció estrangulá la Tía Carona, la posadera de Villadriego. Y en huerta de Villoria apareció Carranque, el de la Solana”.

 

Nadie los puede acusar de nada, nadie sabe cómo, pero les niegas algo y a los dos días la familia de luto…

 

En ese ambiente de pánico, el Grillo avisa de la llegada de Tanis y Flora.

 

En la tercera escena se presentan de la mano y temerosos. Dan las buenas noches y piden huevos fritos para cenar. El Tío Larán se desvive en atenderlos.

 

Les ofrecen una docena de huevos fritos, unas magritas, un jamón, fruta, pan…

 

Cuando le dicen que no tienen dinero para pagarlo, el Tío Larán les asegura que no les va a cobrar nada.

 

El tío Veneno no puede más de envidia y se encara a su mesa, ellos le dan dos palmaditas y lo devuelven a su sitio.

 

Así termina la documentación de esta obra.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 1302: “¡Tú has siempre el bien, que al ir u al volver… siempre te tocará el beneficio… más tarde u más temprano!” Esta frase del Tío Sidoro nos marca la obra. Carlos Arniches se rigió por esta frase toda su vida. Todo el bien que hizo lo estamos ahora recibiendo nosotros.

 

MENSAJE NÚMERO 1303: La obra es una crítica social a los pueblos de Castilla. Denuncia los malos tratos, la avaricia de la gente, su falta de acogida, la mala vida de los cómicos, los pobres en abundancia, los pícaros… Si empleó algunas de estas escenas y cuadros  en la obra de “La piel de Lobo”, es claro el por qué no gustó. Mucha de la “parroquia” que iría a ver el teatro, tendrían sus orígenes en Castilla, y no suele gustar este tipo de críticas hacia tu tierra. Carlos Arniches  fue valiente en todo caso.