EL PREMIO NOBEL
O
LA FALTA DE ÉTICA EN LA INVESTIGACIÓN MÉDICA.
Copyright by Carlos Arniches y Joaquin Abati.
LA FAMILIA TIPO DE ARNICHES EPISODIO NÚMERO 15.
Esta obra se estrena el 31 de Enero de 1911 y fue escrita por Carlos Arniches y Joaquín Abati. Nuestros personajes son: Don Plácido, el padre y dueño de la farmacia; Doña Andrea, la madre; Julita la hija y su novio, el Biólogo que trabaja de mancebo en la farmacia y que se llama Victorino. Pertence a su Etapa Moralizante.
Está basada en la comedia francesa El Mayor Ipeca, de los autores M.M. André Mouezy-Eon y Eugene Joullot.
Al final, Carlos Arniches y Joaquín Abatí dan la referencia de la original con una sinopsis de los tres actos que dieron origen a la suya. Hay que señalar que habiendo coincidencias, la trama es distinta en ambas.
Dedican esta obra al poeta Ricardo Catarineu (1868 – 1915)
Ricardo Catarineu.
En nuestra historia, Victorino es un joven muy estudioso, que quiere conseguir el Premio Nobel mediante el descubrimiento del tratamiento de la enfermedad del sueño, causado por la mosca Tsé-Tsé Glossina Palpalis.
En el primer acto, vemos una farmacia a la que llegan dos clientas, Marujita y Nicolasa, que no son atendidas por nadie. Victorino está estudiando tras un biombo ensimismado sobre un libro que describe la mosca, y no se ha percatado de la presencia de las clientas.
Ellas, tras llamar a gritos varias veces, consiguen que Victorino les atienda. El despiste que lleva es monumental y no encuentra nada de lo que le piden. La primera se lleva un jarabe para el catarro al tun tun. La segunda se lleva otras tres medicinas, también sin sentido.
Él solo tiene un pensamiento para su novia Julita, hija de su jefe don Plácido Carrascosa y doña Andrea, y para su doctorado.
Un personaje llamado Serafín Moreno, El Servilleta, (Tipo de chulo madrileño que entra pausadamente con sombrero jipi estropeado, traje ajustado y aspecto impresionante, según descripción de Arniches.) entra en la farmacia sin decir nada. Victorino le pregunta y éste responde que solo estaba mirando, y se va.
En este momento del estudio de la obra de Carlos Arniches, me he planteado recoger las personas, como los llama él, a quienes les ha dado el nombre de Serafín a lo largo de su carrera dramatúrgica. Tenemos nueve obras en las que aparece el nombre de Serafín, que son:
- Instantáneas en 1899
- Los pícaros celos en 1904
- La pena negra en 1906
- El Premio Nobel en 1911
- La gentuza en 1912
- El amigo Melquiades en 1914
- Serafín el pinturero en 1916
- La maña de la mañica en 1920
- Mari Eli en 1936
En la obra “Instantáneas” Serafín Corambres y Camilla, no aparece, solo se le nombra. Escribe una carta de recomendación para que Teresiano se la presente a Melitón Chicharro, que será el que le ayude a buscar a su novia. Hasta este momento Serafín es un buen tipo y ya entrado en años.
Cinco años más tarde aparece el crápula que dará comienzo a la saga de los Serafines más despreciables.
En 1904 tenemos a Serafín, joven y altanero tiene celos de Cristina y monta un espectáculo en la obra Los pícaros celos.
En 1906, en La pena negra, Serafín es dejado por Carmen. Ella se va con Valeriano, y jura matarla. Valeriano le rompe las narices y al final no se lleva a cabo la fechoría.
En 1911, en El Premio Nobel, Serafín tiene como compañera a la cupletista Dolores, que se ha ido de farra con don Plácido y don Felipe. Busca venganza por ello y además de unos cuantos gorrazos les mete el miedo en el cuerpo para dejar de ser viejos verdes.
En 1912 aparece nombrado como invitado en la fiesta de Crisanto en la obra La gentuza.
En 1914 tiene cinco hijos con Paca y persigue a Nieves para conquistarla. Todo esto lo vemos en El amigo Melquiades.
En 1916, está saliendo con Jesusa, a la que explota y menosprecia todo lo posible en la obra culminante que lleva su nombre: Serafín el pinturero.
No sabemos si como castigo, aparece Serafín en un pueblo de Aragón, ahora ya no es guapo y pinturero, ahora es feo y bajo como un botijo. Quiere casarse con Valentina, pero no lo conseguirá. Esto lo vemos en La maña de la mañica, en 1920.
Entre 1904 y 1920, vemos el chulo al que Arniches más desprecia. Va envejeciendo progresivamente.
En 1936, en la obra Mari Eli, aparece conquistando a Nicolasa en Lekeitio.
Son 32 años en la vida de este hombre. Podría haber empezado con 20 años y ahora con 52, acaba conquistando a Nicolasa en el País de los Vascos.
Retomando nuestra historia, cuando llega Julita sale la vena poética de Victorino.
POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 137
(Acto I, Escena VI.)
VICTORINO.- ¡Quién si no tú,
amor mío,
puede poner sobre mis ojos
dos pétalos de azucenas!
….
Cuando estoy vuelto de espaldas
y tú te acercas, lo noto
porque me invade lentamente
un suave calor,
parecido al sol
cuando se asoma
tras una nube opalina.
Julita queda arrebatada y le dice que esas frases se las va a robar Melquiades Álvarez. Fue un político y jurista asturiano que llegó a Presidente del Congreso, liberal, (134) fusilado al inicio de la guerra civil. De él se cuenta que tenía una brillante oratoria y que se le conocía como “El pico de oro”.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 148
(Acto I, Escena VI.)
VICTORINO.- ¡Pues con esta mosca, volaré a la inmortalidad!
JULITA.- Pero dime, Victorino, ¿tú crees que una mosca será suficiente para volar tan alto?
Victorino no espera sólo la celebridad, espera también el Premio Nobel: ¡curará la enfermedad del sueño!
Melquiades Álvarez (1864 – 1936)
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 81
EXPLICACIÓN CIENTÍFICA DE VICTORINO
“Con un caldo de mi invención recogido de materias vacunadoras, segregadas por el microbio patógeno, inyectaré a los enfermos, y si como calculo los leucocitos efectúan su diapédesis con más profusión en presencia del microbio similar, indudablemente desempeñarán con más energía en los inyectados su función de fagocitos, y entonces mi triunfo será estruendoso”.
Interesante explicación científica que, con los errores propios de la época, está bien detallada y explicada. Carlos Arniches contaba con un colaborador científico de muy alto nivel.
El tratante catalán de nombre Codorniú, que viaja en el vapor Agustín Pérez, le hará llegar por el sobrecargo un tubo cilíndrico con una malla metálica lleno de moscas Tsé-Tsé. Se lo traerá el Dr. Parreño, el médico militar colaborador en su investigación.
Julita está observando lo entusiasmado que está con su investigación y lo despistado que se encuentra con la atención a los clientes de la farmacia. Acaba de de llegar un chico y no ha acertado ni con la receta, ni con los cambios y al darle un caramelo le ha dado una goma contra las lombrices…
Por otro lado, Arniches, ya presentado el primer nudo de la historia, nos presenta el segundo. Se trata del padre de Julita y jefe de Victorino: don Plácido. Resulta que se ha ido de caza con su amigo don Felipe y aún no han vuelto. Han pasado dos días. Un conocido, Angelito Caruso, ¡dice haberles visto en un merendero con dos cupletistas! Julita y su madre, doña Andrea, no saben qué pensar. Para colmo, doña Concha, mujer de Felipe lo confirma.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 149
(Acto I, Escena IX.)
DOÑA CONCHA.- Todo el pueblo se ríe de nosotras. ¡Y pensar que somos escarnecidas por dos viejos libertinos! Y pensar que estamos quedando como dos esqueletos por dos calaveras… (Llorando.) por dos calaveras dos esqueletos…
Mensaje número 343: Arniches ha lanzado uno de los mensajes fundamentales de la obra: la acción de los viejos libertinos, ligones y calaveras, que humillan a sus mujeres e hijos. Por cierto, es una constante también en la actitud del padre de esta familia tipo de Arniches quitando la inicial, la de la Leyenda del Monje.
Ellas tienen la prueba del delito, han acudido al merendero La Perla, donde han estado y han encontrado la canana de Plácido y el morral de Felipe.
Abandonan la escena cuando cada una se va a su casa y llega de nuevo El Servilleta, que se pasea, se va y no dice nada.
Acto seguido, el Dr. Parreño hace su aparición con el cilindro con las moscas que ha recogido del barco de África.
Están emocionados pensando en su triunfo próximo y deciden inocular a un animal de experimentación. Como en el hospital no hay ninguno, Victorino decide coger al gato de la farmacia. Baja al sótano a por él y Dr. Parreño se marcha.
Según ha dejado vacía la farmacia aparecen en escena “los dos cazadores”. Están muertos de fatiga tras dos días sin dormir, y de juerga con las cupletistas “Las Canelitas”: Dolores y Rosa. Concretamente Dolores es la mujer de Serafín Moreno, El Servilleta.
Traen 4 perdices compradas en la carnicería colgadas del cinturón para “disimular”.
Don Plácido relata, muy al estilo de lo que veremos en “La señorita de Trevélez”, las peripecias con las cupletistas, y los garrotazos recibidos de su marido El Servilleta.
Tienen las narices rojas de las bofetadas y buscan “Árnica” para bajar la inflamación. Para ello se sube don Plácido a una mesa y al coger el bote tropieza pisando el tubo cilíndrico con las moscas que salen volando.
Están arrepentidos de su calaverada, ya que tanto Plácido como Felipe en el fondo quieren a sus mujeres, “pero en la superficie les gustan casi todas”.
Como la farmacia está cerrada, El Servilleta, que ha vuelto de nuevo, solo puede meter el brazo por el ventanuco de la dispensación de medicamentos en los días de guardia. Les lanza una nota que cuando la leen se quedan paralizados. Les amenaza con enterrarlos en el cementerio, que ya tiene sus agujeros hechos; un golpe en la nuca y listo.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 150.
(Acto I, Escena XII.)
DON PLÁCIDO.- ¡Es un fiera! Anoche al entrar nos dijo que nos machacaría la nuez, al irse que nos saltaría un ojo.
DON FELIPE.- ¡Y hoy que nos va dar en la nuca!…
DON PLÁCIDO.- ¡La nuez, un ojo, la nuca!… ¿Te has fijado qué poca distancia deja de un golpe a otro?
DON FELIPE.- ¡Se ve que le gusta aprovechar el terreno!
Viendo que no hay nadie fuera, don Felipe carga su escopeta y se va. Don Plácido coge la mecedora y se queda profundamente dormido.
Sube del sótano Victorino con el gato bajo el brazo. Trae la corbata rota, la camisa sacada y la cara llena de arañazos. En esto ve a don Plácido profundamente dormido en la mecedora, le intenta despertar pero no lo consigue zarandeándolo; va a buscar amoniaco cuando ve ¡el cilindro de las moscas roto y sin moscas!
Alarmado, pensando en que ha sido picado por éstas, llama a todo el mundo para que le ayuden.
Todos quedan impactados por la situación, le dan golpes y él como si nada, no se despierta. En uno de estos meneos, el público verá cómo don Plácido abrirá un ojo y se seguirá haciendo el dormido.
Van en busca del Dr. Parreño; preparan su cama y agua caliente. Cuando se queda solo viene don Felipe, para poder hablar mejor mueve la mecedora y le cuenta su treta de hacerse el dormido como si le hubiera picado la mosca Tsé-Tsé.
Don Felipe se va.
Cuando llegan con el agua ven cómo la mecedora está en otro sitio; lo achacan a convulsiones por la enfermedad. Llega el Dr. Parreño, Examina al enfermo, ve la nariz roja que atribuye a la picadura de la mosca y exclama: “Es un caso muy bonito para el lucimiento personal y clínico”.
(Acto I, Escena XVI.)
DOCTOR PARREÑO.- Precisamente yo buscaba hace tiempo un caso de lucimiento, y más lucimiento que éste es imposible, enfermedad nueva… terapéutica desconocida… ¡con un paciente así se pueden hacer verdaderas preciosidades clínicas, experimentos importantísimos para la ciencia!… Luego lo publicaré todo… El historial clínico bien detallado, las medicaciones empleadas, el resultado de la autopsia…
LOS TRES.- (Aterrados.) ¿Qué?
DOCTOR PARREÑO.- Nada, nada; no alarmarse, me he referido a la autopsia, como podría referirme a otra cualquiera de las apsias o de las opsias tan vulgares en la medicina.
Mensaje número 344: Arniches plantea un dibujo de la medicina de la época ávida de lucimiento y reconocimiento personal, muy alejada del fin de lograr la curación del enfermo. Buscan el engrandecimiento de la ciencia… incluso estudiando la autopsia de alguien que tienen delante… ¡aún vivo!
Mensaje número 345: Por otro lado, y de forma sutil, la soberbia del médico se manifiesta claramente. Cuando es cogido en falta por haber mencionado la autopsia de un paciente vivo, no sólo no reconoce su “metedura de pata” sino que lo disfraza con jerga médica ininteligible para nadie.
El doctor examina a don Plácido: hipertensión arterial, flacidez de miembros… Decide atacar los síntomas: contra el decaimiento le dará agentes tónicos como café y coñac (Don Plácido da el OK). Además aplicarán Fisioterapia, Mecanoterapia, Calor, Frío, Medicina Vibratoria, Golpes en la nuca…
Le traen café y se lo toma todo. El doctor decide ingresarlo en el Hospital Militar y todos quedan aterrados. Sólo los pobres iban al hospital.
Mensaje número 346: Queda expresada en esta queja de los familiares a la entrada en el hospital, la forma de pensar que se tenía de ellos en 1911. Había verdadero pánico a ingresar, la fama era muy mala; además los ricos recibían todas las atenciones en casa.
Con todas las decisiones tomas llega doña Concha avisando de que su marido Felipe ¡también está dormido y que lo traen entre cuatro mozos a la farmacia!
¡Todos al hospital! ¡O el Premio Nobel o la muerte!, grita el doctor Parreño. Los vecinos preguntando; los familiares llorando…
Se baja el Telón mientras la murga toca la marcha fúnebre de Chopin…
El segundo acto nos presenta la escena dividida en dos partes: en la izquierda veremos a los dos enfermos en sus camas y en su sala; en la derecha veremos la sala de espera, el cuarto del médico, el microscopio etc.
Aparece el doctor al microscopio y está muy preocupado ya que no ve ningún tripanosoma en la sangre de los pacientes, que es lo esperado si estuviesen infectados por la Glossina Palpalis. Lo comenta con Victorino al que le dice que los movimientos reflejos del sistema nervioso simpático estará mucho más activo que el parasimpático.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 151.
(Acto II, Escena I.)
VICTORINO.- Pues al sentir el pinchazo hizo lo que le dije a usted… se estremeció vivamente, puso sus ojos en blanco, retorció todo su cuerpo y me atizó una patada en el estómago que estuve media hora sin respiración.
DOCTOR PARREÑO.- Sí, son movimientos de simpatía.
VICTORINO.- (Moviendo la cabeza.) ¡Qué sé yo! Yo voy dudando de que esas patadas sean de simpatía.
DOCTOR PARREÑO.- Absolutamente reflejas. No te quepa duda.
A Victorino le chocan la cantidad de reflejos espasmódicos que tienen, cuando en todos los tratados hablan de ausencia de respuesta muscular.
DOCTOR PARREÑO.- No te choque Victorino, ya sabes que los cuadros sintomáticos ofrecen siempre una variabilidad que aturde a veces a los clínicos más expertos. No desmayemos por estas pequeñas contrariedades.
Mensaje número 347: Otra característica del mal investigador: la de retorcer la lectura de los datos para hacerla compatible con el objetivo que uno se ha trazado, en vez de recoger la realidad y después formular una hipótesis.
El Dr. Parreño, al igual que ocurrirá 24 años más tarde con el Dr. Dorronsoro, obra inédita de Arniches, ya ha comunicado a la Academia de Medicina de Madrid su “hallazgo”, y aprovechando la presencia de 3 médicos de fama internacional en un congreso, se acercarán a examinar a los enfermos una comisión. Estos científicos son el Dr. Wesmant, de Inglaterra; el Dr. As Kito, de Japón; y el Dr. Cohelo da Riba, de Portugal. Se sacarán fotografías que aparecerán en la revista Blanco y Negro; Nuevo Mundo y Mundo Gráfico.
Los enfermos están al cuidado de un enfermero, llamado Barragán, que está dormido todo el día. Don Plácido aprovecha para coger una botella de vino que tenía escondida y darle un trago. Don Felipe hace lo mismo. Les toca la ducha con agua helada y Barragán es el encargado de prepara la sala. Victorino está preocupado con el progreso del caso; además en el casino ya se murmura que todo es una farsa; lo dice el Dr. Riera.
(Acto II, Escena II.)
DOCTOR PARREÑO.- Pero dímelo; hombre, ¿qué más da? ¡Ya sabes que yo desprecio a esos bichos que muerden ante la gloria ajena!
VICTORINO.- Pues dijo, que usted y yo éramos dos necios, dos ilusos… y que estos dos infelices eran dos sinvergüenzas, ¡que Dios sabe por qué motivos nos estaban tomando el pelo con una farsa indigna!
DOCTOR PARREÑO.- ¿Que somos dos necios?… ¿que esto es una farsa?… ¡que estos infelices nos engañan?… (Ríe.) ¡Ja… ja… ja! ¡Qué imbécil!… ¡Farsa esto!… (Le da un tremendo golpe en el hombro a don Plácido.)
VICTORINO.- ¿Pues esto?… (Le da un golpe en la cabeza a don Felipe.)
DOCTOR PARREÑO.-… Lo que hay es que ese galenillo inmundo, ve que vamos al pináculo derechos y se reconcome de envidia. ¡Farsa estos!… (Nuevo pescozón.)
Mensaje número 348: El estado de la ciencia en España en ese momento se basa en el descrédito y en la envidia de lo que hacen otros colegas; se descalifica sin ton ni son; se descalifica para hacer daño, por envidia, el mal endémico del país como ya lo señalara en obras anteriores.
A renglón seguido se preguntan qué harían si esto fuese una farsa…sería el final para ambos como científicos… se vengarían sobre don Plácido y don Felipe con saña…Les darían duchas hirviendo, sinapismos, corrientes eléctricas, preparados arsenicales…
Los dos “pacientes” que lo están escuchando todo comienzan a estremecerse. Se han quedado “helados”. Les toman la temperatura y ven que ha bajado, así que les pondrán inyecciones de Aceite Alcanforado con agujas de Pravatz. Los enfermos se quedan solos antes de que les lleven a las duchas y quedan en que hay que poner fin a todo esto.
Mientras ellos reciben el tratamiento de Hidroterapia, el doctor Parreño atiende a los soldados enfermos de ese día. El sargento Astudillo y el cabo Iturriaga traen a cinco jetas: Goñi, Carranque, Galán, Güesmes y Mena. A los enfermos les da lo mismo, agua de Carabaña, y a los simuladores les manda al calabozo.
El Servilleta se presenta cuando sólo está el sargento Astudillo. Se le niega la entrada y se va.
Llegan las mujeres todas arregladas para salir bien en las fotos. Victorino les cuenta cómo ha ido el día.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 82
(Acto II, Escena VIII.)
VICTORINO.- Graves, graves; lo que se dice graves; cuando yo les encontré fue la primera noche. ¡Qué manera de roncar! ¡Fue una lucha titánica! ¡Ellos a quedarse como troncos y nosotros a no dejarlos dormir! ¡Se amodorraban… sinapismos! ¡Daban una cabezada!… botones de fuego… ¡Roncaban!… jarro de agua fría a la cara… Ellos excitados por las convulsiones, nos daban patadas, puñetazos… y nosotros, como dos héroes, como dos mártires de su deber, soportándolo todo. ¡Y ducha va, masaje viene… cantárida por aquí… corriente eléctrica por allá!… ¡Daba gusto ver aquél espectáculo de la ciencia, no dejando dormir a dos hombres que se morían de sueño!
Cuando los traen los dejan en penumbra pero cambiados de sitio. Cuando entra doña Concha, que no ve nada, le da dos besos a don Plácido creyendo que era su marido. Ellos deciden cambiarse de cama y tras el cambio vuelven a entrar las respectivas mujeres dando los besos de nuevo a los “maridos equivocados”. El sargento Astudillo anuncia la llegada de la comisión de médicos. Todos abandonan la sala y los dos pacientes deciden cómo fugarse: convencerán a Barragán sobornándole con dinero (100 pts. o 400 €) para que les traiga ropa, comida, bebida y una cuerda para saltar los 3 metros de altura desde la ventana a la calle.
Llega Barragán y le convencen. Se va a la cantina a por todo. Mientras tanto el sargento sanitario Astudillo se estudia el caso de ambos porque no le parce que esté todo claro.
Cuando se va Astudillo, llega Barragán con la comida y empiezan a comer. De pronto llega un enfermo de urgencia a su misma sala, aquejado de la misma enfermedad, ¡es El Servilleta! Salta de la cama con el garrote y dice: “¡Al fin seuls!” y les comienza a perseguir por toda la habitación. Ellos huyendo y llega el doctor Parreño explicando a la comisión el caso tan interesante… cuando los ve a los tres enzarzados en una persecución. No puede dar crédito. Pide su revólver para matarlos. Ellos saltan por la ventana y baja el telón rápido.
El tercer acto nos presenta el comedor de una finca de verano andaluza junto al mar. Se ha celebrado un banquete. Al subir el telón se ve a unas veinte personas entre hombres y mujeres y a uno de los comensales, Garrido, brindando para dar las gracias al anfitrión, Barrachina, por tan espléndida fiesta.
Barrachina agradece las palabras de Garrido y lamenta tan solo la ausencia de sus dos grandes amigos Plácido y Felipe aquejados de una extraña enfermedad.
Se preparan todos para escuchar el espectáculo de flamenco que tienen preparado Rafael Montoya, “El Mirlo” y sus hijas, las bailaoras Sara y Dora: “Las Gitanitas”. A continuación María Luisa va a cantar acompañada del piano, y todos se desplazan de sala y dejan el comedor a media luz.
Plácido y Felipe entran vestidos con gabanes de verano, cuellos subidos y gorras para evitar ser reconocidos.
Cuando uno de los invitados se acerca, se da un susto de muerte y avisa a Barrachina para que vaya a investigar.
Cuando se ven se saludan efusivamente y le ponen en antecedentes a Barrachina. Ellos han comunicado por carta a sus mujeres el lugar al que venían pidiéndoles perdón.
Llega el camarero con las viandas y les pregunta si querrán café.
TÉRMINOS MÉDICOS DE ARNICHES
(Acto III, Escena VI.)
CRIADO 2º.- ¿Querrán los señores café?
DON PLÁCIDO.- Ya lo creo. Como que el café es un estimulante periférico del grupo de los dinamogénicos.
DON FELIPE.- Y que además siendo con tostada obra directamente sobre la inervación y nutre al par que estimula.
En ese momento llega Victorino que les afea su conducta execrable, depravada, espantosa, cruel e inaudita.
Les cuenta que ha ocurrido una tragedia en la farmacia: doña Andrea es ahora la jefa; él ha sido despedido; el nombre de don Plácido ha desaparecido del letrero; ahora es la farmacia de la viuda e hija de Carrascosa…
(Acto III, Escena VII.)
DON PLÁCIDO.- ¿Qué dicen de nosotros?
VICTORINO.- ¿Qué quieren ustedes que digan?… ¡pestes!… y aún es poco… (En tono declamatorio.) porque señores, seamos sinceros, seamos probos, seamos veraces… La conducta de ustedes es de una depravación y de un libertinaje que espanta.
DON FELIPE.- Sí, pero comprende…
VICTORINO.- No comprendo nada. Los únicos que deben comprender son ustedes; porque hora es ya de que dos hombres caducos adecenten sus costumbres, no olvidando que la honradez es la base de todo hogar próspero y feliz, y que la templanza es la fuente.
Mensaje número 349: “Ya es hora que dos hombres caducos adecenten sus costumbres”. Este es uno de los mensajes más repetidos de Arniches.
Mensaje número 350: “La honradez es la base de todo hogar próspero y feliz y la templanza es la fuente de la que se nutre”.
Se presentan Dolores y Rosa, Las Canelitas, y explican su delicada situación, ya que el Servilleta ha empeñado todas sus pertenencias y están en la calle.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 152
(Acto III, Escena IX.)
DOLORES.- Y el caso es que no me lo explico lo que le ha pasado a ese hombre, porque él tiene un pronto, pero quitándole eso es un ángel.
DON PLÁCIDO.- Quitándole eso, y quitándole el garrote.
Don Plácido habla con Barrachina para que les consiga algo. Y resulta que el que estaría encantado de contratarlas es Rafael Montoya.
Todo va de perlas cuando se presentan doña Andrea y doña Concha con Julita. No les perdonan.
Para completar la figura llega el Dr. Parreño con un revólver y un telegrama de otra comisión de París que anuncia su llegada para dentro de 15 días- ¡así que todos al hospital!- ordena. Los ayudantes del doctor los persiguen, ellos se agarran a los muebles, las mujeres jalean, quieren que duerman también a Victorino, el follón va en aumento y Julita dice al público:
Ya que el destino inclemente
nos negó el Premio Nobel,
te pedimos solamente
una palmada indulgente
que nos indemnice de él.
Telón.
MENSAJE DE ARNICHES
MENSAJE NÚMERO: 343: Arniches ha lanzado uno de los mensajes fundamentales de la obra: la acción de los viejos libertinos, ligones y calaveras, que humillan a sus mujeres e hijos. Por cierto, es una constante también en la actitud del padre de esta familia tipo de Arniches quitando la inicial, la de la Leyenda del Monje.
MENSAJE NÚMERO 344: Arniches plantea un dibujo de la medicina de la época ávida de lucimiento y reconocimiento personal, muy alejada del fin de lograr la curación del enfermo. Buscan el engrandecimiento de la ciencia… incluso estudiando la autopsia de alguien que tienen delante.. ¡aún vivo!
MENSAJE NÚMERO 345: Por otro lado, y de forma sutil, la soberbia del médico se manifiesta claramente. Cuando es cogido en falta por haber mencionado la autopsia de un paciente vivo, no sólo no reconoce su “metedura de pata” sino que lo disfraza con jerga médica ininteligible para nadie.
MENSAJE NÚMERO 346: Queda expresada en esta queja de los familiares a la entrada en el hospital, la forma de pensar que se tenía de ellos en 1911. Había verdadero pánico a ingresar, la fama era muy mala; además los ricos recibían todas las atenciones en casa.
MENSAJE NÚMERO 347: Otra característica del mal investigador: la de retorcer la lectura de los datos para hacerla compatible con el objetivo que uno se ha trazado, en vez de recoger la realidad y después formular una hipótesis.
MENSAJE NÚMERO 348: El estado de la ciencia en España en ese momento se basa en el descrédito y en la envidia de lo que hacen otros colegas; se descalifica sin ton ni son; se descalifica para hacer daño, por envidia, el mal endémico del país como ya lo señalara en obras anteriores.
MENSAJE NÚMERO 349: “Ya es hora que dos hombres caducos adecenten sus costumbres”. Este es uno de los mensajes más repetidos de Arniches.
MENSAJE NÚMERO 350: “La honradez es la base de todo hogar próspero y feliz y la templanza es la fuente de la que se nutre”.