EL MIRAR DE SUS OJOS

 

O

 

EL DOLOR PASIONAL DE

 

LA FIESTA DE SAN EUGENIO

 

Archivo Familiar

 

Esta es su obra número 45 en solitario. En realidad es una refundición de una obra anterior: El día de San Eugenio  (2-3-1904). Fue una zarzuela que no se editó, así que  no teníamos noticia de su contenido. No debió tener mucho éxito, y ahora, al leerla, comprenderemos que la zarzuela en nada se parecía a la de El Santo de la Isidra o a La fiesta de San Antón. Arniches está investigando su capacidad trágica en la comedia, y este es un paso previo. Esta obra no es una comedia, no es una tragicomedia, ni una tragedia grotesca, es simplemente una tragedia. Pertenece a su Etapa Moralizante.

 

El amor que siente Manolo por Mercedes no morirá nunca y nunca será correspondido. Manolo es un ser tímido, trabajador y honrado pero no llega a ser un monigote, un ser grotesco, ni llega a abundar en el ridículo una y otra vez. Intenta el amor con Mercedes, la más atractiva del barrio, y ella, altanera y despectiva lo rechaza.

 

Sin embargo, cuando llega Rafael el Cordobés, montado en su caballo, la deslumbra. Inicialmente también lo rechaza. Y como él insiste, al final, se va con él, sin saber que ella es un mero trofeo de usar y tirar. Efectivamente, Mercedes, una mujer que podría haber tenido a cualquiera, que podría haber sido una reina con Manolo, se encuentra abandonada en Andalucía, perdida, sola…

 

Con el paso de los años Manolo, Mercedes y Rafael vuelven a coincidir en el mismo lugar de los barrios bajos de Madrid. Es una noche de verbena. Rafael está con otra y Mercedes, llena de ira, le ataca y le hiere.

 

Cuando la llevan detenida a prisión ve a Manolo que la ha reconocido. Se miran por última vez y se acaba la obra.

 

La tragedia así expuesta no tenía muchos seguidores. Arniches tenía que probarlo. Poco a poco le fue inyectando su propia esencia, su gracia, hasta llegar a la tragedia grotesca.

 

Pues bien, Carlos Arniches coge esta zarzuela de 1904, y dieciocho años más tarde la presenta a un concurso de la SAE el 28 de febrero de 1922. Ahora podemos observar un resumen de la misma y la enorme calidad de sus versos. Esta obra pertenece a su Etapa Moralizante. No consta el autor de la música, pero podemos sospechar que se mantuvieron las partituras del maestro Manuel Fernández Caballero.

 

Se inicia la obra en el Mercado de Ganado de Madrid.

 

 

Espacio de la Calle Ribera de Curtidores en la que se encontraba el Mercado de Ganado de Madrid en 1852. Museo de Historia de Madrid.

https://www.madrid.es/portales/

              Los pabellones del mercado se denominaron “paradores”, ya que era el lugar donde “paraban” el ganado. No es de extrañar pues, que los establecimientos diseñados por Carlos Arniches Moltó, el arquitecto, fuesen reticentes a tener el nombre de “Paradores”. (24)

Pues bien, en esta situación de un gran Mercado se encuentran muchos personajes realizando sus compraventas. Unos contentos por vender y otros esperanzados por sacar beneficio a lo comprado. Hay una pastorcita que siente pena por el rebaño que ha vendido y canta así:

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 202. (61)

 

(Cuadro I, Escena I.)

 

PASTORCILLA.-              Adiós, corderitos míos;

adiós, corderitos blancos…

¡Pobre, pastorcita,

que te quedas sin rebaño!

Pobre pastora,

suspira y llora

porque el rebaño

dejas aquí;

 

Pobre cordero,

al que más quiero

¡con cuánta pena

Marcho sin ti!

Cuando en mi aldea

ya no te vea,

de mi rebaño

me he de acordar,

y los amores

de los pastores

no habrán mi pena

de consolar.

¡Pobre, pobre pastorcita

que te quedas sin rebaño!…

¡Adiós, corderitos míos;

adiós, corderitos blancos.

 

Otro de los personajes que se describe es el Chalán, un conductor de camión de ganado, que ha vendido bien toda su carga y ahora se va con la bolsa llena de dinero. El padre de Mercedes, Isidro es herrador, y conocerá a Rafaelillo el Cordobés por el potro que trae a herrar. Manolo es artesano y está enamorado de Mercedes, pero ésta lo desprecia, él se está autodestruyendo y no va por buen camino.

 

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 203. (62)

 

(Cuadro I, Escena II.)

 

RAFAELILLO.-  Corre ya,

con nubes de polvo tápanos;

corre más,

y entre la arboleda ocúltanos.

Sobre ti,

jurándose amores marchan dos;

sigue así,

y a donde tú sabes, llévanos.

 

Rafaelillo el Cordobés es un tratante de caballos, triunfador, galán, conquistador y con un montón de amigos que lo adulan. Se fija en Mercedes y le lanza dos o tres piropos para ir preparando el terreno. Mañana se celebra el día de San Eugenio, como todos los 15 de Noviembre. Mañana seguirá acosando a Mercedes.

 

Así finaliza el primer cuadro.

 

 

Romería de San Eugenio de Inocencio Medina Vera. En el Museo del Prado. www.wikipedia.org

 

El segundo cuadro nos muestra Los Encinares del Pardo donde se celebra la fiesta de San Eugenio que vemos aquí retratada.

El señor Isidro ha organizado una gran reunión donde están diferentes personajes como señor Lucio, el Valenciano, haciendo el arroz; el propio Rafaelillo y Manolo, además de sus amigos correspondientes.

 

Manolo, emborrachado por sus amigos, reta a una pelea a Rafaelillo. La paliza que recibe es vergonzosa y finaliza el segundo cuadro.

 

Rafaelillo se anima a cantar:

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 204. (63)

 

(Cuadro II, Escena I.)

 

RAFAELILLO.-  La luz de tus miradas

es una estrella

que me ilumina;

al fuego de tus besos

arde de amores

el alma mía.

Luz de tus ojos,

luz de mi vida

alumbra en mi camino

la noche oscura

de mi agonía.

Fuego, fueguito

el de tus besos,

que no se ven las llamas

que veo luces;

pero me quemo.

El tercer cuadro nos muestra una zona próxima del Río Manzanares. Es de noche. La luna ilumina el paisaje. Canta el Coro General.

 

 

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 205. (64.)

 

(Cuadro III, Escena I.)

 

CORO GENERAL.-          Ya va cayendo la noche,

vamos a casa.

¡Qué bien alumbra el camino

la luna clara!

No te sueltes del bracero,

vente conmigo,

porque yo voy más alegre

yendo contigo.

Adiós, bendito día

de San Eugenio,

¡bien te han solemnizado

los madrileños!…

 

Mercedes y Rafaelillo aparecen entusiasmados y cantan a su amor.

 

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 206. (65)

 

(Cuadro III, Escena III.)

 

RAFAELILLO.-  Yo no creo que es de noche

cuando te miro a la cara,

que son dos soles tus ojos

Mercedes… Mi vida… ¡Calla!

Prisionero entre tus brazos

quiero estar toda mi vida;

mi cadena es el cariño

y mi cárcel mi chiquilla.

 

Manolo que les ha visto, quiere salir a por él, pero sus amigos se lo impiden y se termina el tercer cuadro.

 

El cuarto y último cuadro nos presenta una calle de los barrios bajos de Madrid y al fondo se ve una verbena. Se oye una copla.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 207. (66)

 

(Cuadro IV, Escena I.)

 

Una rosa en el rosal

gasta mucha fantasía;

que viene el viento y la deshoja,

ya está la rosa perdía.

 

Han pasado 3 años. Manolo está sentado a la puerta de su negocio mientras su mujer se va a la verbena. Los vecinos comentan cómo se nota lo triste que está desde que se fue Mercedes con Rafaelillo el Cordobés hace ya tres años. Manolo se mete dentro.

 

Llega Mercedes con una amiga. Cuenta cómo se fugó con Rafaelillo a Córdoba y vivieron felices dos meses, después la abandonó y desde entonces anda perdida.

 

La amiga le recuerda el gran amor que le tenía Manolo, que incluso solía decir, que si la viera hoy mismo, abandonaría a su mujer y a sus hijos por irse con ella y tener al menos una mirada de amor de sus ojos.

 

En un gesto que le honra a Mercedes, decide desaparecer del mundo de Manolo para evitar que se destroce un matrimonio y la vida de los hijos.

 

De repente, Rafael entra en escena como una tromba, con sus amigos y la novia que le ha reemplazado a Mercedes. Ésta, llena de ira, le ataca y le hiere. Los guardias la detienen. Sale la gente a ver lo sucedido, entre ellos Manolo; la reconoce, se miran y se acaba la obra.

 

MENSAJES DE ARNICHES.

 

MENSAJE NÚMERO 554: Arniches presenta dos caras del amor: la pasional y la profunda. Para distinguir esa parte profunda hay que darse tiempo a conocerse, hay que entregarse. Si solo haces caso de la pasión, puedes ser como la rosa, que una vez que llega el viento, te deshoja y te pierde.