EL CASTO DON JOSÉ
O
UNA CRÍTICA RELIGIOSA
Esta obra, la séptima Tragedia Grotesca de Arniches, se representa en la trastienda de un comercio de venta de chocolate cuyo nombre es: LA ANTIGUA. FABRICA DE CHOCOLATES. FUNDADA EN 1835. Es su obra número 67 en solitario y pertenece a su Etapa Moralizante y Etapa de Crítica Religiosa.
Estrena esta obra el 23 de Diciembre de 1933, es decir 2 días después del estreno de la obra Las doce en punto, que hemos visto en el capítulo anterior. Eso tuvo que suponer un enorme estrés en Don Carlos Arniches. Tener todos los ensayos a punto de dos grupos de teatro distintos tuvo que ser una tarea titánica, además, la personalidad de Carlos Arniches, controladora hasta el último detalle, era un elemento más para incrementar la ansiedad de dicha situación.
Ha sido un negocio muy próspero que ahora está en horas bajas. Lo regenta Don José y está rodeado de tres “meapilas” que sólo esperan a que se muera para quedarse con toda su fortuna, pero él no lo sabe ni lo sospecha.
Tiene que venir un sobrino, Paquito, con fama de “calavera” para tejer un plan que le abra los ojos y sepa quién está a su lado por interés y quién le quiere de verdad.
Personajes principales:
- Don José, el casto
- Paquito, el sobrino calavera
- Doña Maravillas, la tía
- Gloria, la sobrina
Personajes secundarios:
- Doña Tránsito, madre de Crisanto
- Don Orencio, el “amigo”
- Crisanto, el mozo empleado en la chocolatería
- Don Cipriano, el frutero de la calle de los Tres Peces.
- Pepa la Cachazas, mujer de Crisanto y madre de sus dos hijos.
Crisanto, Pepa y los hijos viven en la Calle Bastero, que era donde se hacían las bastas o sillas de montar.
Foto wikipedia.org
La trama, consiste en introducir a dos señoritas, Doña Maravillas (la tía) y Gloria (la sobrina) en la trastienda de la chocolatería, con la “excusa” de ser perseguidos por un pariente de éstas: el frutero don Cipriano que tiene su frutería en la calle de Los Tres Peces.
En el primer acto vemos un local viejo, lóbrego, de aspecto sórdido, y está aprovechado para escritorio y almacén. Una cortina al foro comunica con la tienda. A la derecha una mesa de despacho con un sillón y un estante en la pared con libros y papeles. Un ventanillo practicable que cuando se abre deja ver la tienda. Una ventana a la derecha, dos puertas a la izquierda que dan paso a habitaciones interiores. En los rincones del local, sacos amontonados de azúcar, café y cacao. Algunas sillas cerca de la mesa escritorio y junto a otra mesita que habrá en el centro de la habitación. Sobre la mesa, un aparato de luz, y una bombilla colgando del techo. En la pared un reloj de cuco y una jaula con un loro. Sobre la mesa un ventilador. Todo el mobiliario, antiguo, raído, sucio. Es de día, pero todas las luces están encendidas.(Descripción de Arniches.)
Don José repasa las facturas cuando se levanta el telón. Oye que llega un cliente, y por el ventanillo ve al capellán de las Oblatas, don Custodio García Oremus. Llama a su ayudante y le cuenta que ha despachado al capellán dándole chocolate de la marca MM, “Muy Malo”, que es la misma técnica empleada en la obra El último mono (1926).
Doña Tránsito, madre de Crisanto, se presenta en la trastienda para que le muelan “el caracolillo”. No le hacen caso. Se fija en la humareda de tabaco que reina en la sala y decide poner en marchar el ventilador, con lo que todas las facturas salen volando.
Don José comienza con juramentos y doña Tránsito retrocede. Le dice que le ha cambiado el humor desde que le ha llegado su sobrino de América y que no sabe qué hacer con él. Don José lo niega todo y la echa.
Como buena secundaria, doña Tránsito tiene una coletilla: termina la frase repitiendo la última palabra tres veces.
(Acto I, Escena III.)
DOÑA TRÁNSITO.- (A Crisanto.) Ten cuidao, que hoy está que muerde. Y no me mire con esos ojos (A don José.), que sí, sí, sí… ¡Que muerde!… ¡Que muerde! (Vase renegando.) ¡Que muerde!…
Crisanto presenta como característica terminar con un sinónimo detrás de otro.
CRISANTO.- (Llamando.) Don Orencio. Que pase usté, o sea, que entre.
Pasa don Orencio, algo así como un cura de paisano, de la Sociedad de Cabezas de Familia, presidente de la Sección de Padrastros. (Descripción de Arniches.) Pero antes despacha con Crisanto las ventas de ayer, con sus nombres y apellidos, naturalmente.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 448.
(Acto I, Escena IV.)
CRISANTO.- (Leyendo un papel.) Venta al detalle, vulgo menudeo: don Santos Calvario Orbegoso, dos libras de marca M.M., es decir “muy malo”, a peseta, dos pesetas (Don José repite las cantidades.); don Trinitario de la Cruz santero, cuatro libras de chocolate M.M., es decir, “menos malo”, a una cincuenta, seis pesetas.
DON JOSÉ.- (Escribiendo.) Seis pesetas.
CRISANTO.- Don Epifanio Cantullano Reza: cuatro libras de chocolate marca M.M., es decir, “mucho mejor”, a dos pesetas, ocho pesetas.
DON ORENCIO.- ¡Caramba, cuántas cosas se pueden hacer en el comercio con la misma marca!
DON JOSÉ.- Sí, hijo; nosotros nos hemos agarrado en nuestros chocolates a la marca M.M., que abarca desde lo “muy malo” a lo “más magnífico”, Y así, a los parroquianos, sin salirnos de la eme eme, que es una marca igualitaria, los dejamos tan contentos, y, sin embargo, cada uno se desayuna con su eme eme.
CRISANTO.- ¡Este truquito embustero-socialista me se ha ocurrido a mí!
Mensaje número 914: Arniches contemplaba la socialización de la sociedad de una forma crítica; todos debían tomar el mismo desayuno, pero seguían existiendo las clases, eso sí, disimuladas de forma hipócrita bajo la misma marca.
Crisanto además ha desarrollado una serie de frases para el comercio: “el que paga descansa, pero el que cobra se puede tumbar a la bartola”; “El fiao, o regañao, o no cobrao…, conque lo mejor es el contao”; “Pesa mal y acertarás”.
ARNICHES Y LOS VASCOS EPISODIO NÚMERO 44
Don Orencio comenta que ¡ya no hay calidades como la del Soconusco!
El Soconusco era el cacao traído de México por Iñigo Urrutia en el siglo XVII, en concreto de un pueblo llamado Santa Ana de Soconusco. En el País Vasco, desde 1850, se empleó para hacer un turrón de tres sabores que adoptó el nombre de Sokonusko. En el resto del estado se daba ese nombre al cacao de calidad suprema.
Después de interminables sinónimos, logran que Crisanto se vaya con el loro a la tienda y les deje solos a don Orencio y don José. Él está encantado con Crisanto a quien define como: guapito, bondadosito, trabajadorcito, mujerieguito sin exceso. Y está harto de su sobrino Paquito: feote, holgazanote, embusterote, y de una desvergüenza y de una golfería y de una desfachatez…
Se define a sí mismo como un hombre humilde, austero y casto. No ha tenido ningún contacto con ninguna mujer. Su sobrino le altera en gran medida su forma de vida.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 163.
(Acto I, Escena V.)
DON JOSÉ.- ¡Tú sabes la historia! Ese desgraciado, hijo de mi pobre y única hermana, antes de cumplir los cinco años quedó huérfano de padre y madre; yo le recogí y le eduqué con todo esmero… Y, sin embargo, aún no cumplidos los catorce, ya me sustraía partidas de chocolate de quince a veinte libras y me las vendía, ¡o me las empeñaba!
DON ORENCIO.- ¿Pero toman chocolate en las casas de préstamos?
DON JOSÉ.- En algunas, sí.
DON ORENCIO.- ¡Qué espanto!
DON JOSÉ.- Luego acabó vendiéndome el cacao por arrobas, el azúcar en sacos, la canela en rama…, es decir, el chocolate sin manufacturar. Aquello era demasiado y le mande´, por tu consejo, te acordarás, a Guayaquil, a casa de mi primo Priscilo, que tampoco pudo hacer carrera de él.
DON ORENCIO.- ¡Inaudito!
DON JOSÉ.- Hasta que al fin, ¡atérrate de esta abominación! Huyendo de una fechoría amorosa, perpetrada en un colegio de señoritas, que vió inopinadamente aumentarse su clase de párvulos…
DON ORENCIO.- ¡Mi abuela!
DON JOSÉ.- Regresó a España hace cuatro meses, con ese loro, un jipi resquebrajao y doce pesos papel, pero papel de ese de … de no valer un céntimo. ¡¡Y aquí tengo semejante Fierabrás!! ¡Calcula!
Fierabrás viene del francés Fier – â- bras, “brazo bravo”, es decir, fanfarrón, bravucón. Es un personaje de ficción que figura en varios cantares de gesta francesa del ciclo carolingio también conocido como Fierabrás de Alejandría (95)
Don Orencio le recomienda expulsarlo de su casa. Doña Tránsito y Crisanto que estaban escuchando entran en escena y apoyan la decisión de echarlo. Don José duda. Pero don Orencio va más allá, y le dice que su fortuna no puede quedar en manos de su sobrino, que se la dilapidará en un santiamén.
Le recomiendan desheredarlo hoy mismo y repartir su herencia en obras pías como la de su fundación Pro Niños en el Destete. No debe olvidar en su testamento a doña Tránsito y Crisanto.
Estando enaltecidos convenciéndole a don José, hay un estrépito en la tienda. Es Paquito, que acaba de llegar. En ese momento se oyen gritos de socorro, un tiro y ruido de cristales que se rompen. Golpes, ayes, alaridos, y entre este tumulto aparece Paquito por la puerta del foro, jadeante, despeinado, con la corbata deshecha, sucio de polvo, pero sonriente, tranquilo y haciendo con las manos ademán de que callen. (Descripción de Arniches.)
Paquito les asegura que no es nada, un señor que ha tirado una piedra dirigida a él, pero que ha dado al escaparate.
Después entran dos mujeres despavoridas, doña Maravillas y su hija Gloria pidiendo auxilio y refugio.
Crisanto entra también diciendo que hay un tipo con una estaca y una pistola registrando la tienda. Paquito asegura que es su amigo, pero que vaya Crisanto por si le dispara…; le recomienda que se atrinchere bien. Es el señor Cipriano que busca a Paquito, y éste, muerto de miedo, se esconde en el sótano.
Cipriano es un matón, chulo, de los barrios bajos, tiene una frutería en la calle Tres Peces. Entra y pregunta si ha matado a Paquito. No deja marchar a nadie hasta que no transporten al moribundo de Paquito.
Cipriano, su hermana, Maravillas, y la sobrina de ambos, Gloria, regentan la frutería. Paquito entabló relaciones con la sobrina y pidió su mano. Cipriano se la negó y Paquito no lo aceptó de buen grado. Les ha empeñado 42 prendas para obtener dinero y con el dinero se han corrido una juerga en Sakuska.
Cipriano, como buen secundario, tiene una característica, y es que en sus relatos introduce el nombre de personajes conocidos a los que sirve, como Ortega y Gaset, Unamuno, Marañón…, y lo hace con toda naturalidad, “sirvo a Marañón”, y continúa el relato.
Sakuska estaba, en aquél entonces en la carretera de la Coruña, ahora hemos encontrado dos referencias a ese local que lo sitúan en la Calle Alcalá 60.
¡Ahora quiere cargarse a los tres!, promete apostarse en el bar de enfrente y esperar a que salgan de la casa para irlos disparando progresivamente, y se va.
La siguiente escena es de la factoría Arniches. Un enfadadísimo don José saca de su escondite a un lloroso y suplicante Paquito, le pide explicaciones, le pide los nombres de las señoras, saca a la señora y a la señorita, les pide explicaciones a ellas…, nada, no consigue enterarse de nada.
Paquito admite que es un miserable pero que no le eche en una semana por lo menos; Maravillas y Gloria no hacen más que llorar y agradecer a don José su bondad, su hospitalidad, su caballerosidad…, ¡y hasta le quieren besar! Don José se defiende como puede. Salen Tránsito y Crisanto; Paquito aprovecha para anunciarles que ellos serán los únicos herederos de don José. No dan crédito a sus palabras. Sale don Orencio y le anuncia que también se llevará una parte de la herencia…
Paquito anuncia que se casa con Gloria, manda a don Orencio a comprar queso para el postre y a Tránsito a por el pescado y la carne, y se disponen todos a almorzar en la trastienda.
Maravillas está engatusando a don José, haciéndole reír, dándole vino… Gloria encantada con Paquito cuando Crisanto le llama para darle un recado aparte. Resulta que ha venido la René y pregunta por Paquito… Decide salir y les dice que no teman nada por él y suelta: “soy rapidísimo, un rayo anda a gatas comparao conmigo cuando corro”.
Todos se quedan temiendo lo peor. Sale y se oye un estrépito tremendo, gritos, voces, ayes y suena un tiro. Entra Crisanto con un golpe, un ojo morado, la ropa rota y cuenta que se ha puesto delante de Paquito y que Cipriano le ha atizado a él, y que Paquito a huido sin problemas y se baja el telón.
En el segundo acto vemos la misma decoración del acto primero. Sin embargo, se observa en ella una mayor pulcritud. La mesa de despacho es nueva; la sillería, también; los estantes, repintados. La ventana está abierta y entra un sol radiante. Sobre la mesa, en un jarro, hay un ramo de flores. Es por la mañana. Cortinas de cretona. (Descripción de Arniches.)
Doña Tránsito nos suelta un monólogo terrible contra “ese trasto de chico”, refiriéndose a Paquito, y desea que arda en el infierno. Han pasado ocho días y Maravillas y Gloria siguen alojadas en el entresuelo. Sale don Orencio que quiere hablarla y contarla un plan para que aúnen fuerzas y se hagan con la herencia de don José, esa herencia que les pertenece, sino de qué va tener 40 años de amistad con un idiota… ¡Le van a poner cerrojo Fajs para que no se cuele en el cielo!
Investigando la empresa FAJS en internet, hoy en día se dedican a los carburadores
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 449.
(Acto II, Escena II.)
DOÑA TRÁNSITO.- ¡Bien hecho! Porque don José, aquél hombre tan inocentón, tan recogidito, ya no es lo que era don Orencio. Ni él ni la casa. ¡Porque mire usté este descaro de sol!… ¡Entrando una claridad que no hay mancha que no se le vea a una!
DON ORENCIO.- (Se mira las suyas.) Es verdad. (Contando las suyas y las de doña Tránsito.) Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis… ¡Cierre usté en seguida!… (Cierra.)
DOÑA TRÁNSITO.- ¡Y mire usté que porquería de flores en una mesa de despacho! (Mostrándoselas.)
DON ORENCIO.- ¡Oh, qué abominación! Pero este hombre, ¿es un chocolatero o una vicetiple? ¡Tírelas usté! (Las tira.) ¡Así!
DOÑA TRÁNSITO.- ¡Y fíjese: todo limpio, todo nuevo, todo con un brillo que es un asco! Han tenido que venir de la calle dos tías cochinas para que todo esto se vea así.
Mensaje número 915: Arniches identifica a los “meapilas”, a los devotos hipócritas, con la oscuridad y la suciedad. Les molesta la luz, la limpieza y lo nuevo, prefieren lo rancio a lo que están acostumbrados. Esas almas que no han entendido el mensaje de la religión, son almas oscuras y sucias para Carlos Arniches.
DON ORENCIO.- ¡Oh, Dios! ¿Cómo permites esto? ¡Sólo es respetable lo antiguo! ¡Sólo es grande lo tradicional! ¡Esta tienda, ¡oh dolor!, ya ha perdido lo que yo llamo “la sagrada suciedad de los años”!
Mensaje número 916: Una nueva vuelta de tuerca. Ahora contra la tradición, lo antiguo como lo único verdadero y lo único bueno. Arniches, un avanzado de su tiempo, no lo podía entender.
Don Orencio y doña Tránsito siguen despotricando de lo aseados que visten ahora Crisanto y don José, ¡incluso huelen a “clavellinas”! “¿Qué infernal transformación es esta?”, se preguntan.
Don Orencio coge por banda a don José y le va recriminando una a una todas las novedades, el perfume de la Casa Migorcia, el traje a cuadros entallado, el pelo peinado hacia atrás…
Doña Tránsito hace lo mismo con Crisanto, con su perfume de Violetas de Palma de Mallorca de la Casa Cutiki, cinturón nuevo, incluso le recrimina tener las uñas limpias…
Llegan a la conclusión, de que están reteniendo a las dos mujeres no habiendo peligro ya en el exterior para ellas, y que les está llevando por un camino de perdición que desembocará, sin remisión , en el más duro de los infiernos. Enérgicamente, don Orencio y doña Tránsito, le exigen que antes de la una, las dos estén en la calle. Hacen mutis repitiendo: “¡Antes de la una, las dos! ¡Antes de la una, las dos!”
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 164.
HISTORIA DE AMOR
(Acto II, Escena IV.)
DON JOSÉ.- Yo, desde que entró esa mujer en mi casa, que siento una cosa que no he sentido nunca.
CRISANTO.- ¿Qué siente usté?
DON JOSÉ.- Pues una cosa inexplicable, que me atormenta, y que yo quisiera que no me atormentara, y, sin embargo, no quiero que me deje de atormentar, porque me atormentaría que no me atormentase.
El amor ha entrado en la vida don José, del casto don José, y Arniches nos lo describe sin mencionarlo y sin género de duda. Un maestro.
Don José explica a Crisanto, que las dos mujeres ya no corren peligro externo, pero que él está muy a gusto con ellas en casa.
DON JOSÉ.- Sé que hago mal, y lo hago. Sé que como persona me desacredito; sé que como comerciante la parroquia se me aleja…, ¡y lo peor es que no me importa!… Sé que me puede pasar algo horrendo que hunda mi vida en la abyección y mi alma en el infierno, ¡y no, no me importa!… ¡Ya me da lo mismo que me lleven al infierno que al cabaret de Casablanca! ¡Y yo comprendo que para un hombre como yo, esto es horrible, horrible! (Llora con desconsuelo.)
Mensaje número 917: La entrada del amor en un corazón como el don José, que no lo conocía, le hace romper con todo su pasado, con todas sus creencias, con todo su estatus…; ya lo dijo don Carlos Arniches: “el amor todo lo arrostra”(97)
DON JOSÉ.- Yo no soy un hombre inconsciente, no; yo no he perdido el sentido del ridículo; yo sé que soy un viejo despreciable, sin disposición ni gracia para estas aventuras, que solo la juventud disculpa y perdona; pero es que no sé lo que me pasa, que ya no puedo, Crisantito; no puedo vivir sin ella…, ¡no puedo!… ¡No puedo!… (Le abraza llorando.)
Crisanto le anima a que vaya a por ella, que no la deje escapar sin decirle que la quiere, que la vida es muy corta, “es una fugacidá”. Don José queda reconfortado por esas palabras.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 450.
(Acto II, Escena IV.)
CRISANTO.- Sí, señor. Si un día pasa una cosa, rolliza, cariñosa y amable, por nuestro lao, y además no nos cuesta nada, pues no merece nuestro menosprecio… Porque menos precio que no costarnos nada, ¿verdad?… ¡Pues duro con ella!
Tanto hablar de ellas, que aparecen por la puerta izquierda y les anuncian que se van. Cada una sale con su maleta. Ellos se oponen atendiendo al peligro que acecha fuera. Ellas insisten por lo mal que son tratadas por don Orencio y doña Tránsito, los cuales hacen acto de presencia en ese instante.
Arniches aprovecha uno de sus títulos ya estrenados para calificar a don José.
(Acto II, Escena VI.)
DOÑA TRÁNSITO.- Es que don José es un badanas, y mi hijo un memo inocente, que están jugando con ellos.
El señor Badanas (1930), éxito de Carlos Arniches en la que se hacía una feroz crítica a la política y el enchufismo en los ministerios.
Don Orencio confiesa que ya le ha quitado la mitad de la clientela a don José ante la sorpresa de doña Tránsito. Es el plan macabro para que se vayan las dos mujeres. Según están insultando al culpable de haberlas traído, se presenta Paquito, y este les susurra al oído el plan que ha pergeñado y que nosotros solo oímos palabras sueltas…
Además le cuentan que aún siguen aquí Maravillas y Gloria, cada una enamorada de uno, por lo que Paquito se ha quedado sin novia…, ya no está en la gloria. Paquito enloquece y promete echarlas ahora mismo.
Ante los gritos aparece don José y Paquiro, en tono heroico, le comienza una perorata para que expulse inmediatamente a las dos mujeres. En su exaltación inculpa a don Orencio en la falta de clientela; está haciendo circular por Madrid el rumor, para que no le compren, de que el chocolate es cacahué y que dos mujerotas están protegidas en su casa.
Don José se revuelve contra Orencio y le echa a la calle junto a Tránsito y a Paquito. Se lían a pescozones y tortas hasta que los hecha. Paquito está contento, ahora solo le falta echar a Crisanto.
Doña Maravillas sale ante el escándalo formado. Insiste en que deben marcharse. Don José, entre tartamudeos y zozobras le confiesa que la quiere. Ella también le quiere. Los dos enamorados se besan.
(Acto II, Escena IX.)
DOÑA MARAVILLAS.- ¡Ay chato, cómo sabes que te quiero!
DON JOSÉ.- ¿Mucho?
DOÑA MARAVILLAS.-Mucho.
DON JOSÉ.-Pues dame un beso.
DOÑA MARAVILLAS.- ¡Los besos no se piden, se toman!
DON JOSÉ.-Pues toma, toma, toma, toma… (Se ciega besándola.)
Son descubiertos por Crisanto y Gloria y huyen por el foro. Crisanto decide aprovechar la ocasión para declararse a Gloria.
PIROPOS DE ARNICHES NÚMERO 22.
(Acto II, Escena X.)
CRISANTO.- Sin aspirar a otro premio que cualquier día esos dos luceros que constelan tu frente se dignaran enviar su parpadeo astronómico a este mísero insecto mercantil.
Pero para Gloria, ya es tarde, y cuando están con las manos entrelazadas irrumpe Paquito. Gloria le espeta que ya no le ama y que ama a Crisanto. Les promete, entonces, que morirán los dos; comienza a asfixiarle cuando aparecen don José y doña Maravillas para separarles. Paquito en su desesperación hace una revelación.
(Acto II, Escena XII.)
PAQUITO.- Sí, tío, porque esa mujer, ¡sépalo usté todo!…, esa mujer ¡es casada! (Vase.)
DON JOSÉ: ¡Ah! ¡No…, no es posible!… ¡Di que no, Maravillas; di que no!
DOÑA MARAVILLAS.-Sí, Pepe, sí. Lo oculté por no destruir tu ilusión.
DON JOSÉ.- ¡Cielos!… ¡Casada…, tú casada!… ¡Adiós mis ilusiones1… ¡Adiós mi vida!… ¡Adiós mi felicidad!… Ya, ¿para qué este traje? (Se quita la americana.) ¡Fuera!… ¿Para qué este chaleco de fantasía?… (Se lo quita.) ¡Y la corbata!… ¡Y las astillas! (Tira el pañuelo.) ¡Fuera todo!
DOÑA MARAVILLAS.-(Aterrada, a su sobrina.) ¡Vámonos, hija, que se desnuda!
GLORIA.- ¡Cómo se lo ha tomao este hombre! (Vanse huyendo.)
DON JOSÉ.- ¡Fuera el pantalón!… ¡Fuera todo! (Inicia el quitarse el pantalón, Crisanto le detiene y cae el Telón.)
Dramático final del segundo acto, que nos deja expectantes para conocer la resolución de la obra.
El tercer acto presenta la misma decoración. Es de día.
Crisanto está aterrado mirando detrás de los sacos por si está Paquito escondido. Tiene tanto miedo que atiende a una niña desde la trastienda orientándola al cajón concreto donde guardan el chocolate que quiere. Luego la niña deja la peseta en el mostrador y se va. ¡Arniches acaba de inventar el “self – service”!
Después se presenta Gloria que le pide que mate a Paquito o lo mata ella.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 451.
(Acto III, Escena II.)
GLORIA.-Yo no reflexiono nada. Mi corazón no es un juguete… ¡De modo que o le matas tú o le mato yo; te mato a ti, me mato después y morimos los cuatro!
CRISANTO.-Oye: que te has equivocao en un cadáver.
Gloria se marcha y se queda Crisanto aterrado de la fuerza de esa mujer. Después llega don José, lívido, patético, escuálido, vestido como en el primer acto, todo de oscuro.
Don José le comunica a Crisanto que se retira del comercio. Ya no quiere luchar, no quiere vivir… Cuando se enamora de Maravillas, la adoraba, ahora que es imposible, la idolatra…Se abrazan y se van de la escena.
Aparece Paquito con Pepa la Cachaza y con los hijos de ésta con Crisanto, además del que viene en camino. Esperan a que llegue Crisanto y se esconden todos. Avisa a Maravillas que está en el piso de arriba. Cuando baja le cuenta las intenciones de don José y le manda en su busca para que ¡le cuente que es mentira que está casada!
Se marcha y aparece Gloria. Crisanto, siguiéndola el juego le jura amor eterno y venganza mortal sobre Paquito. Pepa, los niños Santiaguita y Romualdito, y Paquito escuchándolo todo.
De pronto salen los niños y le llaman “papá”. Gloria se hace la tonta y sale Pepa. Se lanzan las dos sobre él y le dan de palos. Sale Paquito que se suma a la paliza.
Tan entretenidos que estaban machacando a Crisanto cuando se escucha la voz de Maravillas. Cuenta, que el embuste de que estaba casada, lo ha trastornado del todo y ahora está encerrado en su cuarto para suicidarse. Deciden ir todos a buscarle cuando suena un tiro, y se quedan petrificados.
Cuando están abrazándose por la muerte de don José, aparece éste por la izquierda, tembloroso, balbuciente, con una pistola en la mano y la cabeza hundida en el pecho.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 165.
(Acto III, Escena XI)
DON JOSÉ.-Nada, que yo creía que eso de suicidarse era coser y cantar, y cojo la pistola, y saco el cargador, y un cuarto de hora para meterlo; y lo saco, y diez minutos para correr el cierre; y lo corro, y quiero disparar al aire a ver si funcionaba, y se me encasquilla, y veinte minutos para desencasquillar; y cuando todo estaba corriente, empiezo a buscarme el sitio donde la bala, en el caso de salir, me hiciera menos daño…, y no lo encuentro…, y, ¡al fin!…, me apunto a la sien, y veo que me falta valor; y me acuerdo, además, que suicidarse es un pecado mortal, que os iba a dar un susto, que iba a molestar al juez…, ¡y que no tenía ganas de morirme!… ¡Qué se yo!… La mar de cosas… Total: que, nervioso y aterrado, sin saber lo que hacía, disparé al aire, para que no me diera la tentación, y aquí me tenéis, en el ridículo más espantoso de los ridículos… ¡A ver, matarme, hacerme ese favor!… ¡A ver, uno que me mate!
PAQUITO.-Venga la pistola.
DON JOSÉ.-No, que tú me podías dar.
Mensaje número 918: Una historia de un hombre bueno, que se ve abatido por la vida, burlado por el amor, pero que no puede llevar a cabo el suicidio…, porque hay algo superior que se lo impide…; Carlos Arniches creía firmemente en eso.
Maravillas, con ternura, le quita la pistola y le entrega su amor, y le promete casarse con él. Le explica que la idea de decirle que estaba casada era para encenderlo aún más, pero ya se ve que en esto del amor, la mentira puede costar muy cara. Paquito le da una explicación de por qué ha montado todo este tinglado.
(Acto III, Escena XI)
PAQUITO.- Porque todo esto me ha parecido necesario para echar de esta casa a los que le han hecho creer a usté que vivir es un pecado, amar un peligro y reírse un delito.
GLORIA.- Y a los que querían robar a usté su fortuna, que debe ser para usté y solo para usté.
….
PEPA LA CACHAZAS.- Y si doña Tránsito y don Orencio quieren aprovecharse del dinero de los fallecidos, que pongan una funeraria.
Mensaje número 919: “Todo esto me ha parecido necesario para echar de esta casa a los que le han hecho creer a usté que vivir es un pecado, amar un peligro y reírse un delito.” Con esta frase, Arniches resume el interés de esta obra en desacreditar a los hipócritas devotos, a los meapilas, que buscan la “salvación” llevando una vida de oscuridad y tristeza, y si además pueden sacar tajada económica pues mejor. La forma de vivir la religión de Carlos Arniches era con alegría, humildad y sinceridad.
Termina la obra agradeciéndole a Paquito su acción y Gloria apunta: “Dios pone casi todas las malas cabezas encima de un buen corazón.” Con la entrada de Cipriano para abrazar a su hermana todos ríen y se baja el telón.
Sobre el Sakuska hemos encontrado el relato de su vida en el periódico el Mundo de 2006 (98), de Trinidad Gallego, comunista que vivía con su madre y con su abuela. Relata cómo limpiaba escaleras hasta que un día vino el Secretario de la Cámara de Comercio Inglesa que le ofreció trabajo por 40 pts. al mes como limpiadora, lo que aceptó gustosa. Estando en este trabajo le comentaron que necesitaban gente para un local muy importante de copas: Sakuska. Ahí cobraba 150 pts. al mes. Vestían todas las camareras como rusas y solo entraban personajes de la política y de la alta alcurnia. Las 190 pts. al mes (374,3 €) les ayudaba pero se hizo aún más comunista si cabe.
El otro documento en el que aparece este local es “El habla de Madrid” de M. Esgueva. Son diálogos con gente de Madrid y en uno de ellos, un madrileño de 70 años de edad en 1981, menciona este local como muy de moda para ir a tomar los cafés del Ritz. (99)
MENSAJES DE ARNICHES
MENSAJE NÚMERO 914: Arniches contemplaba la socialización de la sociedad de una forma crítica; todos debían tomar el mismo desayuno, pero seguían existiendo las clases, eso sí, disimuladas de forma hipócrita bajo la misma marca.
MENSAJE NÚMERO 915: Arniches identifica a los “meapilas”, a los devotos hipócritas, con la oscuridad y la suciedad. Les molesta la luz, la limpieza y lo nuevo, prefieren lo rancio a lo que están acostumbrados. Esas almas que no han entendido el mensaje de la religión, son almas oscuras y sucias para Carlos Arniches.
MENSAJE NÚMERO 916: Nueva vuelta de tuerca. Ahora contra la tradición, lo antiguo como lo único verdadero y lo único bueno. Arniches, un avanzado de su tiempo, no lo podía entender.
MENSAJE NÚMERO 917: La entrada del amor en un corazón como el don José, que no lo conocía, le hace romper con todo su pasado, con todas sus creencias, con todo su estatus…; ya lo dijo don Carlos Arniches: “el amor todo lo arrostra”(97)
MENSAJE NÚMERO 918: Una historia de un hombre bueno, que se ve abatido por la vida, burlado por el amor, pero que no puede llevar a cabo el suicidio…, porque hay algo superior que se lo impide…; Carlos Arniches creía firmemente en eso.
MENSAJE NÚMERO 919: “Todo esto me ha parecido necesario para echar de esta casa a los que le han hecho creer a usté que vivir es un pecado, amar un peligro y reírse un delito.” Con esta frase, Arniches resume el interés de esta obra en desacreditar a los hipócritas devotos, a los meapilas, que buscan la “salvación” llevando una vida de oscuridad y tristeza, y si además pueden sacar tajada económica pues mejor. La forma de vivir la religión de Carlos Arniches era con alegría, humildad y sinceridad.