SALUD Y PESETAS
O
LA VANIDAD DE LOS MÉDICOS.
Obra que no se editó y que hemos podido conocer gracias a los manuscritos y copia mecanografiada guardada en La FUNDACIÓN MEDITERRÁNEO. LA LLUM.. Pertenece a su etapa Moralizante. Se estrena el 18 de abril de 1934.
Hemos encontrado el primer acto con la distribución del escenario en la parte manuscrita. Incluso, la obra tenía otro título, Arniches la llamo: Las Previsiones del porvenir. El primer acto comienza en un gabinete elegante, al foro una puerta que se supone da al comedor. A la derecha un balcón practicable. A la izquierda dos puertas también practicables. Es de día. Lo primero que podemos leer es que César entra y cierra tras de sí completamente apurado. Se oyen cristales rotos al otro lado de la puerta. Eduvigis, la vieja asistenta, le interroga por lo que sucede. César está empapado pues le han roto encima un jarrón de agua.
Al otro lado de la puerta Lupi le pide coraje para dar la cara. Cuando consigue entrar, Arniches nos la describe como “una muchacha linda, con la cabeza rizada, como de chico. Viste pijama muy elegante. Aparece llorosa, entristecida, con la cabeza baja. Sale fumando.
Intenta hacer las paces con César, su prometido. (Acto I, Escena I.)
-¿Te he hecho dañito?
-No, rica, nada… dos contusioncillas con dos platitos de postre en el parietalito; el chichoncito de la dulcerita; la lesioncita de la Fuentecilla…
Ella le interroga el por qué de estas riñas que ya van para tres años de noviazgo. Los dos tienen gana de casarse. El problema es la hermana de Lupita. Ambas hermanas juraron ante el lecho mortuorio de su madre que se casarían el mismo día o que no se casaban. Su hermana tiene relaciones con el médico que casi no tiene pacientes y no pueden casarse. El médico asegura que no se casa hasta que reúna una fortuna similar a la de su novia, y que a él no le mantiene ninguna mujer. Así que no hay boda para nadie.
Justino Larrañaga es el médico novio de la hermana de Lupita, Dorita, que ¡además se lo presentó César!
César explota y le suelta a la cara que ella no le ama, que miente… Lupita se abalanza sobre él y le da una buena tunda en el sofá. (Acto I, Escena I.)
-¡Por Dios, Lupita, contente!… ¡Contente!…
-¡Niega, niega ahora que hay hombre en el mundo más querido que tú!… ¡Niégalo!
-¡Cuando me compre una chichonera! –grita César pidiendo clemencia.
-¡Se ve que ella le quiere a usté mucho más! –dice Eduvigis al marcharse.
-¡Toma, porque está matriculada en la Gimnástica!
Aquí, Arniches ha introducido sus conocimientos de deporte, ya que los ciclistas, a los que hemos visto nacer en 1890, (pag 185 Tomo I.) llevan ahora la conocida chichonera, de la que ponemos una foto. Lupita va además a hacer ejercicios de Gimnasia…
Chichonera ciclista.
Llega Dorita y detiene la pelea y le da la razón a César que se viene arriba, y poniéndola de parapeto frente a Lupita le suelta todo lo que se le viene a la cabeza. (Acto I, Escena II.)
-Sí señora… -coge a Dorita y la pone en medio como defensa-. ¡Un soberbio! Porque lo que debía hacer él, es imitar el ejemplo de muchos infelices que hay por ahí que tienen la desgracia de que su mujer tenga una gran fortuna, y… se la gastan, los pobres, ¡Y muchos la disfrutan con una resignación ejemplar, fumándose cada habano como un poste telefónico…! ¡Y los hay mártires que hasta mantienen a la querida con el dinero de la señora!… ¡y se fastidian! Y si Justino es que quiere hacer oposiciones a santo, que espere, que ahora estamos en época de laicismo y no hay vacantes.
Dorita le da la razón. (Acto I, Escena II.)
-¡Si el dinero no cuenta para nada en nuestras relaciones ni en nuestro amor, ¿a qué vienen esos miramientos exagerados de Justino? El tiene su carrera que es una fortuna; yo tengo una pequeña fortuna que es un bienestar y los dos nos tenemos un amor sincero y grande, que es la mayor de las riquezas… ¡A qué, entonces hacer problemas morales insolubles por insignificancias de origen económico?
César opina que es como para llevarle a casa de Esquerdo.
Hemos descubierto que Jose María Esquerdo (1842-1912) fue un político alicantino, como Carlos Arniches, del partido republicano que además ejerció la psiquiatría y fundó el Sanatorio Esquerdo en Carabanchel, Avda. de los Poblados, 70, 28004 Madrid, donde empleaba tratamientos novedosos como la representación de obras de teatro escritas por uno de los internos, Eduardo Lustonó. A ese sanatorio se refería Arniches cuando César se refiere “a casa de Esquerdo.”
En la tercera escena se quedan solos Dorita y César. Ella le cuenta que ya sabe cómo pueden solucionar “su” problema. No le cuenta nada hasta no tener una negativa firme y definitiva de Justino, con el que se ha citado en breve.
Entra Eduvigis y César la abraza de la emoción. Lupita les ve abrazados y se espanta. Una vez que la han despachado llega Dorita avisando que llega Justino. Dorita dice que si espera lo que él quiere, acabarán antes la Catedral de la Almudena (1883-1993) Tenía buen ojo el bisabuelo, ¡aún faltaban 60 años!
Catedral de la Almudena.
En la cuarta escena llega Justino, un hombre como de treinta y cuatro años; grave, cejijunto, de una seriedad imponente. Viste de oscuro con pulcritud.) (Acto I, Escena IV.)
-He tenido el honor –dice Justino con cara de palo-, de recibir un recadito vuestro y vengo una gran alegría.
-Para éste –dice César-, la Marcha Fúnebre de Chopin es un bolero.
-¿He dicho alegría?… –se pregunta Justino-. ¡Más!… con júbilo irreprimible en ponerme a vuestras gratas órdenes.
-Muy bien –le responde César-. Pues si te lo permite el regocijo, toma asiento.
-Yo no tomo nada hasta que me lo manden las dueñas.
-¡Pero que habrá que decirle a este tío para que se siente? –dice César mirando al público-. Mira, Justino, si le concedieras a esa silla el honor de honrar su asiento con tu… con tu acomodo, ella te sustentaría gozosa y…
-Honor por honor, me siento.
Una vez conseguido que se siente, Dorita adoptando posturas sugestivas que van encendiendo a… ¡Cesar!, le informa que no está nadie enfermo y que la razón de su visita es otra.
Dorita le propone renunciar ella a su fortuna para poder casarse, pero Justino se niega.
Justino confía en ser millonario después de la publicación de un libro: “La antipatía del gran simpático o el sinfarmaceutismo”- “Nuevo método para la curación radical de todas las enfermedades nerviosas, por los baños de luna, aplicación racional de la radio-termia en los casos subagudos y extirpación, en los agudos, de la primera falange del dedo meñique de la mano derecha de los pacientes”.
Justino se va sin que le hayan podido convencer.
Dorita, entonces, le comunica a César su plan: comprará clientela para él, le proveerá de compradores de su libro, le hará rico en 6 meses…
Dorita ha necesitado de Atilano, el hermano de Eduvigis, para conseguir la clientela ficticia.
En la Escena VI entra Atilano, que es un chulángano, pillo redomado que viene tirando a señor de la clase media. (Descripción de Arniches.)
-¿Pero –le pregunta César-, qué enfermedad tiene usted?
-Metabolismo neuro – espinal.
-¿Y qué es eso? –se interesa Dorita.
-¿Usté cree que si yo lo supiera, lo tenía?
-No conocía esa enfermedad.
-Ni nadie. La he estrenao yo.
ARNICHES Y LOS VASCOS EPISODIO NÚMERO 45
Atilano les cuenta que busca la muerte incluso en los frontones de pelota vasca para ver si de un pelotazo le parten el cráneo. (Acto I, Escena VI.)
-Me convida a comer todos los días al Frontón y yo acepto a ver si me muero de vergüenza, ¡y nada!… Después me atiborro de platos regionales a ver si fallezco de un entripas, ¡y nada!… ¡Soy un desgaciao!.. Luego a los postres nos salimos a ver los partidos en sillas de cancha y cada bolea de Irigoyen, me estiro deseando que una pelota me frazture el cráneo y ¡piscis!… me voy al latín pa variar.
Como no podía ser de otra manera, hemos investigado y encontrado a nuestro “León Navarro” José Irigoyen Igoa (1893-1970), natural de Bera de Bidasoa. (152)
http://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/es/irigoyen-igoa-jose/ar-76789/fotos/
Se considera Atilano un desgraciado que ni la muerte le quiere.
Conoce perfectamente para lo que le requieren y asegura que tiene una legión para hacerse pasar por enfermos y dejarse: “reconocer, recetar, palpar, extraer jugos, purgar., etc. etc.
Además se ha traído a un alemán que dice que es médico y al que vemos en la Escena VII. Entra el doctor Hugo Kupper con ese acento tan del gusto de Arniches desde que hizo El pícaro Segismundo y La chica del gato.
-¡Oh, señor Atilano… -saluda Hugo-, bullangueros y alegradores!
-Aquí les presento este chulo panocha, oriundo de la Germania, recriao en un Chaletito de la Guindalera. ¡En cuanto se bebe diez “boques”, tutea a Cascorro! ¡No les digo a ustés más!
Eloy Gonzalo con una lata de gasolina para prender fuego al puesto enemigo en la batalla de Cascorro, en Cuba, en 1896. Lleva su cuerpo atado con una cuerda para que en caso de caer abatido, pudiera ser recuperado por sus compañeros.
Curiosamente, Eloy Gonzalo fue entregado a la Inclusa a las 5h de nacer (153), con una nota en la que decían quién era su madre y sus abuelos, y cuál era el nombre que querían ponerle. Es posible que historias como la de este héroe de guerra, que llevó una vida de penalidades, cárcel e infortunio, fuera el que inspirase a Carlos Arniches a escribir obras como “Los granujas” , “Alma de Dios” y “El conde de Lavapiés”, en las que se relata la vida niños abandonados… En aquella batalla tenía 27 años y moriría un año después de una Enterocolitis ulcerosa gangrenosa por mala alimentación.
Hugo se da también por enterado “de esta pequeña grande farsantería” según sus propias palabras, y lo hace para no morir de hambre, “esto es lo final”, como dice él. Está seguro que se tragará cualquier cosa porque “con enfermedades nerviosas todo se fantasea. Los síntomas son del mismo gusto del enfermo, a capricho suyo. Señoras hacen todo que les dan la ganas… Dicen que estoy nerviosa… y más nada… Y a hacer capricho”.
Arniches no deja enfermedad sin tocar. Aquí le toca el turno a la psiquiatría, cuando habla de los pacientes que sienten que están nerviosos.
Le proponen que escriba una carta de admiración del libro de Justino Larrañaga, y que le pida ser su ayudante, para que al final Justino se dedique a la investigación y el Dr. Kupper lleve la clínica con sus pacientes ficticios, y así poder casarse.
Hugo asegura que Atilano presenta Bronquitis Capilatoria y que debe tratarle con 200 botones de fuego. Le ha puesto solo cinco y de lo abrasado que ha quedado, lleva una placa del Fénix: “Asegurao de incendios”.
Quedan en cobrar el 10% de cada minuta para Hugo y el 5% para Atilano.
En la Escena VIII, Eduvigis avisa toda apurada de la vuelta de Justino. Para disimular la presencia del doctor alemán, Atilano finge un ataque de disnea y Hugo le atiende y ¡propone hacerle la traqueotomía! Atilano aterrado dice que ya está mejor, pero Justino asegura que estos casos presentan “alivios falsos” y ¡pide enérgicamente el bisturí para intervenir! Al final le ponen botones de fuego mientras él grita desesperado. Le ponen 24 botones. Atilano grita. Todos gritan que se salva. Todos contentos menos Atilano achicharrado y baja el telón para terminar el primer acto.
El segundo acto ocurre en la clínica del doctor Justino Larrañaga. Es una habitación amplia, elegantemente puesta. Dos puertas a la izquierda en primer y segundo término. Un balcón mirador a la derecha por la que entra el sol. Al foro, una puerta grande de dos hojas que da a la sala de espera. En las paredes, librerías, y sobre ellas, los consabidos bustos de Hipócrates y Galeno. En la habitación, mesas de reconocimiento, aparatos eléctricos y mesitas con instrumental de cirugía rudimentaria. Otra mesa con una jarra de agua, vasos y algunos frascos. Otra mesita como de despacho donde está sentado el señor Atilano con un libro de registro y una bandeja con dinero. Al levantarse el telón aparece el Dr. Kuper (Arniches en su manuscrito lo escribe con una sola p.) despachando al primer enfermo. El señor Atilano, con otro blusón, hace apuntes en el libro. Tiene delante la bandeja recaudatoria llena de dinero.
-Bueno, ¿y si me sigue el dolor? –pregunta el enfermo primero.
-Usté se aplica a las frisiones de aguardiente alcanforeado –le explica el Dr. Kuper.
-¡Aguardiente por fuera?
-Por fuera.
-Entonces, ¿por dentro?
-Chinchón.
-De los poquitos médicos que me han acertado.
Atilano le pide dos duros y lo despacha fuera para que entre el siguiente. El Dr. Kuper le pone el oído en el pecho y le diagnostica Cardialgia Histeriforme de síndrome neuro vascular subagudo.
Al siguiente le receta dos gotas con las comidas.
–¿Y en el caso de no tener para comer ni para cenar?
-Lo toma usté entre horas –se despacha Atilano que le pide dos duros (30 €.) y lo echa.
Atilano habla con Metodio para que le traiga ochenta enfermos biliosos y él comenta que irá a buscarlos entre los parlamentarios…
Entra otra mujer preguntando.
–Dicen que aquí pagan por dejarse reconocer.
-Sí, señora –responde Atilano.
-¿Y qué dan?
-Luego se lo diré a usté.
-¿Dónde?
-En el cine Bilbao.
-¿Y qué echan?
-Cuatro de Caballería.
Interior del Cine Bilbao. https://www.pinterest.es/pin/400961173064666821/
Cine Bilbao- 1926- 2003
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En la calle Fuencarral, 118. Hoy Sfera-Moda.
En la siguiente escena tenemos solos a Atilano y al Dr. Kuper (Arniches le puso Otto de nombre de pila en vez de Hugo.) Atilano ha notado un cambio en el Dr. Kupper, antes estaba muy alegre y ahora se le ve huraño. El Dr. Kuper no se lo dice a Atilano, pero al público nos cuenta que “¡ hay un secreto enorme que él no sabe!”
En la tercera escena llegan Dorita y César encantados de cómo está funcionando todo, aunque un poco escamados con Atilano.
-Comprendemos que no nos sirva usté sin provecho –comenta Dorita
-Pero de eso, a que la morena ladrillo de tres pastillas en serie, viva en un entresuelito de Hermosilla, y usté regale habanos hasta a los limpia botas, hay… o debía haber una pequeña distancia –le señala César.
Atilano se explica por el encarecimiento de los voluntarios a enfermos, que al ver que se necesitaban más, están subiendo sus tarifas, y claro, él cobra más. Incluso le han puesto un nombre a la sociedad que los regula. Se llama E.A.J. 7= Enfermos a Jornal y el 7 por el número de directivos. (Podría ser una broma radiofónica, ya que la Emisora de Radio Madrid era EAJ 7, Radio Biblbao era EAJ 9, Radio Barcelona EAJ 1.)
César y Dorita están convencidos de que estos dos son unos sinvergüenzas. Esta farsa se la ha creído todo Madrid y Justino ha subido tanto de fama que lleva 50.000 ejemplares vendidos de su libro. La clínica tiene unos ingresos ficticios de 2.000 pts. diarias (6.000 €). Están aterrados de que Lupita o Justino descubran la farsa. Ahora llega Lupita entusiasmada con el banquete en honor de Justino.
Por otro lado, el secreto que guardaba el Dr. Kupper era su amor con Marcelina, la mujer de Atilano. Como no quiere fugarse con él, está decidido a descubrir a Justino toda la farsa y marcharse para siempre.
Llegan Justino y Atilano hablando sobre sus inyecciones. Él no quiere más y Justino insiste en que sí. Le manda al Dr. Kuper que le ponga la Vigorina para tratar su enfermedad: Afasia Disnéica de carácter cardio neurálgico. Como vemos va cambiando de dolencia, antes era Metabolismo neuro espinal.
Pero el Dr. Kuper se va a vengar poniéndole “Flogeína antidinámica debilitoide guiñapeada”. Le va a poner 3 gr. Al minuto no va a tener fuerzas ni para ponerse el sombrero. Se la pone y le vuelve a decir a hacer la competencia a Uzkudun, y se va.
Kuper le cuenta a Justino toda la farsa. Éste le agarra por el pescuezo con intención de ahogarle. Kuper pide misericordia.
Le cuenta que el dinero es de Dora, que los folletos están en el almacén. Pero… Justino no le cree, y le golpea repetidas veces. Kuper pide a Justino que mande llamar a Atilano para comprobar que todo es una farsa. Atilano está drogado y no aclara nada. Llega César y se lo confirma.
Justino maldice el amor que le hace subir en un sueño para dejarle caer en el ridículo.
Dorita le pide perdón. Justino no perdona y se lía a tiros con los enfermos, y todos los demás que huyen de la escena.
Llega Eduvigis acompañada de 3 médicos extranjeros. Vienen a visitar la clínica del Dr. Larrañaga, “templo de la Ciencia y de la Sabiduría”.
Sale Justino con todas la ropas rotas y anima a los tres médicos a curar a los 132 que él solito ha herido y termina el segundo acto.
El tercer acto nos muestra el final de una calle de pueblo (Bolaños de la sierra), que sale al campo. A la izquierda hay una casita humilde y simpática, con emparrado ante la puerta. Bajo el emparrado, una mesita de mimbre y dos o tres sillones bastante usados. A la derecha una fuentecilla entre unas peñas y bajo unos álamos. Al fondo la carretera. Una tarde luminosa y alegre. La Matea, una mujer serrana, joven, cose y canturrea debajo del emparrado. A poco, sale Sinforiano, mozo del pueblo.
Sinforiano ha venido para buscar al médico Justino. Su suegra se ha puesto mala, pero no hay prisa, esperará, aunque no se hace ilusiones…
Todos adoran a Justino: “no habla, no cobra, no receta… ¡menos daño no puede hacer un médico!”, dice Sinforiano.
Es una persona muy poco habladora, triste…, dicen que porque una novia suya se le fugó con 18.000 pts. y un pelotari.
Sinforiano se oculta al ver venir al médico. Le va a dejar merendar y después le dará el recado de su suegra…
Según le pone la merienda ven llegar a Fructuoso, un sordomudo con el que “gusta charlar don Juventino”.
Después de acerca el secretario del ayuntamiento, don Hablativo. Viene empapado en sudor. Cuenta que ayer por la noche le dieron un puntapié a don Fructuoso por hablar con una joven casada.
Invita a don Justino a dar una charla en el recién fundado club en el pueblo. Es un club de intelectuales. El tema de la charla: “Hablando se entiende la gente”. 90 min.
Se van todos y Sinforiano les sigue.
Llegan Atilano y el Dr. Kupper vestidos de globe-troters con las mochilas al hombro, un poco ridículos. (Descripción de Arniches.)
Explica Kupper que “glober-troters” se llama a los que viajan por el mundo sin dinero, y que está respetado por todos los países.
Atilano está deprimido de nuevo y busca la muerte, por eso liga con la mujer del alguacil, pero le pegaron a Kupper.
Atilano piensa en montar un bar.
-Un bar callejero, ambulante y medicinal titulado: “Bar – Farmacopeo”, donde no se expenderán más que “quinces” de vino ferruginoso, chatos de montilla peptomizada, limpias de aguardiente alemán, aceite de hígado de bacalao a la vizcaina, bocadillos antifebrifugas y peras de agua de Mondáriz, etc. etc.
Marcelina les ha dejado por otro a los dos. Ahora están esperando que Dorita se presente en este pueblo.
Y efectivamente en la siguiente escena se presentan Dorita, Lupita y César. Ven salir a Matea y le preguntan por el médico. Matea les cuenta que está así de triste porque su novia, que era una mala pécora, fea, y que se fugó con un pelotari…, y claro Dorita se enfada. Matea explica que son habladurías de la mujer del alcalde.
-Si un día cojo al alcalde o a su mujer… -dice César aludiendo a la fuga con el pelotari-, ¡puede que haga un sotamano!
Llega Justino, que en este texto Arniches le llama Juventino. Todos menos Dorita se esconden.
Comienzan a hablar con distanciamiento. Dorita le dice que quiere darle una satisfacción para compensar el daño que le hizo: ha empleado toda su fortuna, 2 millones de pesetas (6 millones de €) en la construcción de un sanatorio para menesterosos:” Sanatorio del Doctor Larrañaga”.
De pronto Justino se agobia y le reprocha que debía haberse quedado con algo, 90.000 duros o así….
Ahora Justino no quiere casarse… Dorita se va a morir… necesita aire, quiere correr, se marcha… Justino le sigue a la carrera.
César comienza a ligar con Matea para poner celosa a Lupita. Incluso le insinúa a Lupita que se va a quedar una temporada en ese pueblo.
Entonces Lupita reconoce su error y su obstinación.
César está que trina, tres años perdidos…, al final acaba besándola.
Vuelven Justino y Dorita que han hecho las paces ya que Dorita le ha confesado que sólo se ha gastado un millón y que les queda otro.
-No hagas caso. ¡En un matrimonio, el dinero, del que sea…, el amor, de los dos… y no hay más! –le dice Dorita.
Justino comienza a besar a Dorita y llegan Atilano y Kuper que no dan crédito a lo que ven. Todos ríen y se baja el telón.
MENSAJES DE ARNICHES.
MENSAJE NÚMERO 920: La vanidad del hombre puede no conocer límites. Arniches elige un médico en este caso para personalizarla, primero retrasando la boda, y segundo impidiéndola una vez alcanzada la “fama”, para poder seguir alimentándola.
MENSAJE NÚMERO 921: El propósito noble conseguido a través de la mentira y la farsa, lo envilece y destruye. Es importante saber que no es lícito emplear cualquier medio para lograr nuestros fines.
MENSAJE NÚMERO 922: Nueva vuelta de tuerca sobre la clase médica y el mezquino comportamiento buscando fama y dinero
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Caricatura con los personajes principales aparecida en el diario ABC (19/04/2020.)
https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19340419-41.html