LOS POBRES CÓMICOS

 

 

Fundación Mediterráneo. La Llum.

 

Obra conseguida gracias a La Fundación Mediterráneo. La Llum. Boceto de una obra inédita. Podemos considerar esta obra como perteneciente a su Etapa Moralizante,  Etapa Rural y Etapa de Crítica Religiosa. Sería su obra en solitario número 125.

 

FAMILIA TIPO DE ARNICHES EPISODIO NÚMERO 53

             

              Los tutores son el alcalde Don Ciriaco y su hermana Faustina, la hija es Enriqueta y el novio al que no quiere es Jacobito.

 

 

JUGUETE CÓMICO – LÍRICO.

 

              La acción en un pueblo de gente beata, Villacarca, (pueblo número 53 inventado por Arniches) a donde se va una compañía del género chico. Las señoras, muchas de las cuales tienen su apaño, se oponen por ser hijos de María, a que sus maridos y sus hijos vayan al teatro. El alcalde las capitanea. Los curas hacen guerra al teatro.

 

              Al frente de los calaveras se haya D. Cirilo, el médico, viejo verde. Se abonan todos. Van al cuarto de las tiples. El pueblo se escandaliza. El alcalde quiere ver trabajar a las tiples y las manda ir a la secretaría del ayuntamiento. El organista va a tocar el piano pero por no ver aquellas indecencias se vuelve de espaldas, mientras bailan y toca de espaldas (Mira de reojo.)

 

              Por fin después de una temporada se van los cómicos solos. Las mujeres de la compañía se quedan todas en el pueblo colocadas con los hijos de María Santísima.

 

              El médico les despide y les da dinero para marcharse y les alienta para que traigan otra compañía al año siguiente.

 

              Estas saturaciones de amor y de juventud son la salud del alma, porque son la alegría y remozan y vigorizan un pueblo. Si no fuera por estas cosas ¿en qué se conocería que este es un pueblo de hombres?

 

             

PLAN

 

CUADRO PRIMERO

 

              1º- Reunión de las hijas de María y los Hijos de María en casa del Alcalde, contra la compañía que viene de género chico.

 

              2º- Una devota dice a la hermana del Alcalde que los cómicos viven en frente de su casa y que uno de ellos, el que hace los galanes, es guapísimo. La hermana del alcalde dice que le convencerá porque le han pedido audiencia una comisión de actores para suplicarle que influya con su hermano y que permita las funciones.

 

              3º- Otro devoto dice al alcalde que las tiples salen escandalosamente vestidas y cantan cosas indecentes. El alcalde le dice que las ha mandado venir con los trajes del teatro, puestos debajo de los trajes de calle, para juzgar por sí mismo.

 

              4º- Entrevistas de cómicos con la alcaldesa y el acalde. Escena cómica de Enriqueta.

 

5ª- Entrevista de marido y mujer que dudan de poder convencer enteramente, y tras muchos rodeos, vienen a pensar los dos lo mismo. Un criado avisa a la señora que vaya a la novena. La señora irritada dice que no tiene tiempo.

 

DECORACIÓN.

 

              Habitación – despacho de una casa rica de pueblo, en planta baja, con rejas a la calle, cubiertas con cortinas de tela azul muy oscura. Entre las dos ventanas mesa de despacho, alrededor sillones de cuero. Un velador en el centro de la habitación. Sobre él, periódicos y devocionarios y libros antiguos. En el lateral derecha dos puertas practicables en 1º y 2º término. La primera con montante. A la izquierda otras dos puertas practicables también. El mobiliario de la habitación antiguo y severo. En las paredes cuadros de santos y estampas religiosas. Detrás de la mesa de despacho se ve el pendón rojo y dorado de una cofradía.

 

ESCENA 1ª

 

              Al levantarse el telón aparece D. Ciriaco sentado en el sillón de la mesa, leyendo en voz alta una oración de un devocionario; los demás (D. Homobano, D. Casto, Jacobito, Dña. Faustina, Enriqueta, Dolorcitas, Dña. Budesinda.) repiten sus palabras en tono de rezo. Se hallan sentadas alrededor de la mesa. Jacobito y Enriqueta, en primer término, junto al velador. En trajes y caras debe revelarse exageradamente la condición beatífica de estos personajes.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 510

 

(Escena I.)

 

DON CIRIACO.- (Rezando.) y danos…

 

TODOS.- (En tono de rezo.) y danos…

 

DON CIRIACO.- Por nuestros…

 

TODOS.- Por nuestros…

 

DON CIRIACO.- Pecados…

 

ENRIQUETA.- (A Jacobito, que con malicia procura pisarle el pie.) No me pises.

 

JACOBITO.- (En tono de rezo.) No me pises….

 

TODOS.- ¿Qué? (Con extrañeza.)

 

JACOBITO.- No nada, que…, que ha sido sin quelel… (Separa el pie.)

 

DON CIRIACO.- (A Jacobito.) Mucho ojito.

 

TODOS.- (Rezando.) Mucho ojito…

 

DISCURSOS DE ARNICHES NÚMERO 38.

 

              Tras el rezo del rosario, D. Ciriaco expone el tema a debatir: la profanación de las conciencias villacarqueñas.  Jacobito lo expresa con la ele en vez de con la erre.

-Yo ante lo que está pasando en el  pueblo, digo lo que dice el Padle Pélez: ¡acudamos a la olatión, polque la olatión es el bicalbonato de sosa de los espílitus clistianos!…

                            -¡Muy bien! –aplauden todos.

                            -¡Espíritus cristianos temblad!… –grita el alcalde con voz imponente-. ¡Almas fuertes, estremeceos!… ¡Una compañía de género chico, hace tres noches que está actuando en el teatro de Villacarca!… ¡¡Oh, vergüenza!!…

                            -¡Ah! ¡Oh! ¡Uh! –grito de todos.

                            -¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús! –exclama doña Budesinda.

                            -¡Una cuadrilla de conciudadanos indecentes en estercolero de lascivias, este pueblo, del que habíamos hecho, con nuestras ejemplares virtudes…una especie de antesalita del paraíso!… ¡Pero no será!… (Con energía.) ¡¡Por nuestra fe, lo juro!!

 

              Las diferentes voces se van dejando escuchar con sus propuestas: unos dicen que hay que sacarlos a sangre y fuego, otros que hay que quemarles el teatro, otros que bastaría con quemarles los equipajes y que la guardia civil los expulse a una legua del pueblo.

No hay que olvidar que son nuestros hermanitos – dice D. Casto.

                            -¡No es posible D. Casto! –le responde Dña. Faustina, terrible como la trompeta del juicio final-. ¡La dulzura de usté le honra mucho, pero en esta ocasión, sería criminal, hay que exterminarlos!

 

              El alcalde cuenta que ha dado orden de suspender la función de esta noche, y que se ha formado una comisión de actores que ha pedido audiencia con Dña. Faustina, buscando que interceda con su hermano el alcalde…, pero no saben que se van a topar con un hueso peor.

 

Además ha mandado venir a las tiples con sus trajes de actuación para comprobar in situ que son indignos de un pueblo cristiano.

 

Jacobito asegura que sí son indecentes de verdad…, y ante el asombro de todos explica que hizo de clac reventadora en la última función.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 193.

 

                            –Ya saben ustedes que ésta (por Enriqueta) y un selvidol…  –comienza Jacobito-, estamos pala casalnos, Dios mediante; y también saben ustedes que Paco Antúnez, ese liberalote indecente, que le hacía el amol a Enliqueta, pal pescale el dinelo, es el emplesalio del teatlo. Pues bueno, pala que labiase Paco Antúnez, nos vamos yo y cuatlo pollos más, del sílculo católico, a almal escandalela al teatlo, según consejo también del Padle Calamocha –Vosotlos almal follón, pa que D. Ciliaco, tenga pletesto pala metel a los cómicos a la cálcel… Y con estos dos santos fines… nos fuimos los sinco amigos. Llegamos, y vemos el caltel, hacían “Los glanujas” “Enseñanza Lible” y “Las Estlellas”,  y vamos a la taquilla y decimos: cinco butacas. Y nos dice el taquillelo: “Pala los glanujas no hay butacas”. Milen ustedes, empezamos a palos al oil aquél insulto y ¡tlás!…  nos metimos en el teatlo a viva fuelza, y no les quielo a ustedes decil…  ¡qué tiples!… ¡Qué mujeles!… ¡Lecoltadas hasta aquí!…. –después de los aspavientos de todos continúa-. Y en esto salen tles colistas enseñando unas pielnas y unos blazos… que endigo a ustedes que daban pensar de… ¡De cualquier cosa!… Van y se ponen a cantal –Jacobito comienza a tararear-. “¡Ay molango, ay molango! ¡Qué contento si aquí me lo pongo! (¡y se pasaban la mano a contrapelo!…) ¡Ay molango, molango, molango!

                            -¿Y por qué no vinisteis a avisarme? –pregunta D. Ciriaco.

                            -Pol que ela muy talde, con decile que nos metimos a la cama a las tlés…

 

ESCENA 4ª

CONVERSACIÓN ENTRE LOS CÓMICOS Y DOÑA FAUSTINA

 

                            -¡Usted es la nieta del alcalde!…

                            -No, hombre, por Dios, no tanto, soy su hermana.

                            -¡Caracoles! … pues nadie lo diría… Esa diferencia de edad…La natural hermosura… Ese aspecto señoril y noble… ¡Nada, que entre el señor alcalde y usted, mis palabras no la ofendan, media … media…

                            -Media negra –le dice el apuntador.

                            -Media negra…  –repite el cómico-, digo, media un abismo.

                            -Yo pensaba  encontrarme con una señora huraña –dice el apuntador Gutiérrez-, rígida, de gesto duro, de corazón duro, de carácter duro… total…

                            -Tres duros…

                            -Total que creíamos hallarnos frente a frente a un basilisco y…

                            -Áteme aquí… -dice el apuntador.

                            -Áteme aquí… -repite el cómico.

                            -No, héteme…

                            -Y héteme aquí, en este encuentro con una mujer…, perdóneme usted que la llame mujer cuya arrogancia sorprende… ¡Qué ojos! Mándeme usted matar si quiere… pero permítame usted que la declare… he corrido mucho mundo… y juro a usted que no vi jamás ojos tan negros ni tan soñadores

                            -¡Caballero!

                            -¡Mándeme usted echar por irrespetuoso señora!…

                            -¡No, hombre, no es para tanto!

                            -Yo venía a pedirle a usted un favor en pro de mi compañía…; ¡de que usted nos lo conceda depende nuestra suerte!… ¡pero no me importa que usted no nos lo haga!… ¡ni que el señor alcalde nos meta en la cárcel… ni que nos azote!… ¡He venido, la he visto a usted… y ya no necesito más para llevarme el recuerdo imborrable de una visión… ideal…!, ¡porque usted es una visión ideal señora!… ¡Qué boca!

                            -¡Pero siéntese usted!

                            -Gracias señora –agradece el cómico, y mientras toma asiento reprende al apuntador-:¡Ojo, sepárate Gutiérrez! –tras lo cual continúa refiriéndose a Dña. Faustina-: Señora, el hombre apasionado, vehemente, ardoroso… aún cuando sea cómico… no puede sustraerse a los efectos sugestivos de… ¡Mándeme usted echar  señora!…

                            -No, hombre, vaya  acérquese usted…

                            -Gutiérrez, vete por tabaco –manda el cómico de forma recatada,  mientras se acerca a la dama y continúa adulándola-. No puede sustraerse a los efectos de una belleza deslumbradora… Si yo no fuera una pobre cuestión erran-

 

              Y se corta este maravilloso diálogo de adulación del cómico con apuntador y todo hacia doña Faustina que escucha maravillada los halagos que salen por su boca… Pero, tenemos la continuación, que no es otra que la conversación del alcalde (al que ahora llama Macario en vez de Ciriaco) con su hermana, (a la que él llama Polonia en vez de Faustina),  después de la entrevista con el cómico. Vamos a verla.

 

¿Habrás arrojado de aquí violentamente a esos histriones, eh?…

                            -¡Sí…! Los he… vamos sí. ¡Pero en fin, Macario, qué quieres que te diga, la caridad cristiana…  tiene imposiciones que… para ser cierta y eficaz… debe prescindir de prejuicio. El Espíritu Santo… creo que debe haber sido el Espíritu Santo… me ha iluminado. Obremos sin prejuicios. ¡Hacer daño aunque sea a un enemigo es hacer daño!… ¡Qué quieres que te diga Macario, yo… yo no echaré a esos cómicos!…

                            -¡Pero, qué dices? ¿Qué es eso? ¡Prevaricas!… ¡Tú, el espíritu fuerte!…

                            -¡Sí, demasiado fuerte!… ¡Quiá!… Pero la bondad… el amor al prójimo…

                            -Polonia, no titubees… Echamos a esa canalla miserable… que vienen a mofarse, a escarnecer la moral católica… los sacratísimos…

                            -Mira, Macario, tal vez tengas razón… quedémonos en un punto medio… Echemos a las cómicas nada más… ¡porque esas no tienen disculpa!… llevan la perversión en su propio descaro…en su provocativa belleza…¡y con ellos… seamos indulgentes!

                            -¡No, no Polonia, por Dios!… ¡Seamos cristianos, justos inexorables!… ¡Déjame a mí!

 

              Hemos visto el efecto de los halagos en doña Faustina. El Alcalde no da crédito. Él va a tomar el mando. En esto llegan las cómicas al ayuntamiento, pero no contamos con los apuntes de esa escena

 

Más adelante asistimos a una conversación entre Enriqueta y la cómica Matilde, llena de humanidad que reproducimos en su totalidad

 

Su novio de usted –dice Matilde-, me es muy simpático.

                            -¿Por qué?

                            -Porque se parece a un hombre que yo quise con toda mi alma.

                            -¡Ah!, ¿pero ustedes las cómicas quieren de veras alguna vez?

                            -Pocas, pero cuando queremos, queremos mucho, mucho, señorita.

                            -Como lo fingen ustedes siempre; ¡yo creía que lo que se finge mucho no se siente nunca!…

                            -Fingimos en las comedias. Todos en la vida fingimos. ¿No finge usted a un hombre un amor que no siente?

                            -¡Es verdad! –exclama Enriqueta.

                            -¡Todos hacemos comedias! La diferencia es sólo en la cantidad de público; usted la hace para sus amigos y yo para todo el mundo. Usted finge para no perder estimación y fortuna…, yo, para buscar un pedazo de pan. ¡Que usted está mejor pagada, esa es la diferencia!…  ¡Si viera usted que ternura me inspira su situación!… ¡Su amor grande y puro que usted profería a un hombre bueno!… ¡Y qué lástima me da su vida de usted!…  ¡Me parece usted esas florecillas amarillas que crecen entre las piedras sombrías de las iglesias siempre oliendo a incienso: escuchando murmurar… y oyendo hablar de la muerte y del infierno!

                            -¿Qué tristeza verdad?

                            -¡Mucha!… Mire usted, yo soy una pobre cómica ignorante, pero creo que la alegría y el amor deben ser para el alma, algo así, como lo son para la salud del cuerpo la luz y el aire…

                            -¡Sí, tiene usted razón! ¡Qué simpática es usted!… ¡No sé qué gozo interior siento al oírla!… ¡Si yo supiera que es usted buena cristiana…! ¡seríamos tan amigas!

                            -¡Pues si lo soy señorita!… Es decir, ¡yo creo que no soy mala!… ¡Yo pienso en Dios, y le rezo todos los días!… A las iglesias voy pocas veces… ¡no puedo!… Ya ve usted… ¡tantos ensayos!… En fin, muchas noches, en el mismo escenario, le pido a la Virgen que no desampare a dos pobrecitos viejos que tengo en Madrid, allá en una boardillita oscura, y a los que mantengo como puedo a costa de esta vida triste de alegrar a la gente, dando tumbos por el mundo, perseguidos en un lado, escarnecidos en otros, despreciados en todos… ¡La pobre cómica!, ¡qué triste vida la de la pobre cómica! ¿Cuántos gestos de cara y de corazón amarguísimos padecemos… señorita, por un pedacito de pan para dos viejos y unas palmadas para la vanidad!… ¡y también sabemos llorar, ve usted?… ¡Se me saltan las lágrimas!… ¿Parecemos personas, verdad?

                            -Señorita, es usted buena como un ángel… y a mí que me habían dicho que las del teatro eran tan…  ¡es usted mejor que yo!… ¡y digna de ser querida con toda el alma!… ¡seamos amigas!… ¿Quiere usted darme un beso Matilde?

                            -¡Y el corazón con  él, Enriqueta!  –responde Matilde mientras se besan.

 

Arniches va dando pistas sobre cómo podría terminar el último cuadro:

 

En el último cuadro se va la compañía huyendo de las pedradas del pueblo. Y salen solo huyendo los hombres y las características. Las demás mujeres jóvenes se han quedado colocadas

                            -¡Me temo que se aumenten las hijas de María, y aún las nietas!… –dice el director de los cómicos.

‘Nos echan, vámonos. ¡Con nosotros se va el amor y la alegría!

                            -¡Un pueblo que echa a pedradas al amor y a la alegría, es un pueblo muerto sin remedio. ¡Rezad imbéciles!… ¡Moriréis sin remedio como cucarachas aplastadas por el enorme zapato con hebilla de la reacción!… ¡Vuestro templo se queda sin Dios!…¡Dios viene con nosotros!…Porque Dios es amor, ¡y el amor es juventud y esperanza!…

 

              Vanse cantando una alegre canción. Óyense rezos lejanos y tocar lento de campanas.

                            -Malo es el Género Chico –dice una voz

                            -Malo será… ¿pero qué más quieres que brote en un erial de reacción y de hipocresía? –responde otra.

 

              En otra versión termina la obra con esta afirmación: “¡Un pueblo hipócrita que esconde el amor en subterráneos y rendijas, que no se atreve a reír y a gozar a la luz del sol… es un pueblo muerto sin remedio; un pueblo de cucarachas que morirán aplastadas por el enorme zapato con hebilla de la reacción!”

 

              En una segunda vuelta al tema, cambia el pueblo al que llegan, ya no es Villacarca, si no Villanea, el de La señorita de Trevélez”- 1917.

 

Organiza el asunto de la siguiente manera:

 

Una compañía de cómicos que va a Villanea; el Alcalde, juntas de congregaciones y las señoras no quieren que funcionen. Pretenden echarles. Celebran visitas entre Cómicos con Señoras; Cómicas con Caballeros.  Por fin les dejan dar una función de beneficio para que se vayan, organizada por Pepe Franco, joven simpático y listo, director del único periódico liberal del pueblo. Este joven tiene de “ocultis” relaciones amorosas con la hija del alcalde, a la que quieren casar por conveniencia con un imbécil beato llamado Nonato Castuera, amigo de Felipón, jefe de la morralla del casino. Felipón propone llevar a las tiples al casino a cenar a la fuerza. “Si no quieren, las damos una paliza y quemamos el teatro”.

 

              En el cuarto de la morralla del casino guardan como trofeos ligas, medias, guantes, rizos de las tiples que han pasado por allí. Los de la morralla son los que quieren que el teatro se acabe temprano, para empezar cuanto antes a concretar toda esta clase de atrocidades

 

              En la escena entre la hija del alcalde y la tiple, ésta dice que conoce a Franco de Madrid, y que éste le ha dicho que todavía está en aquél pueblo por sus amores con la hija del alcalde, a la que quiere llevarse, pues a buenas es imposible que les dejen casarse. La chica no se decide porque cree bueno a su padre, y formal y enamorado a su novio, que en apariencia lo son.

 

              La tiple determina demostrar lo contrario, y cita para la misma hora al padre de la chica y al novio. Sorprenden en esta escena los de la morralla del casino, que todos borrachos vienen a reclamar la presa, que es la tiple, que según un artículo de sus estatutos, una vez dentro del casino, toda mujer de teatro pertenece a la colectividad. Acaba este cuadro a estacazos.

 

              El último cuadro muestra una plaza, el camino, el teatro y la iglesia. Se van los novios; les acompaña la tiple; suena el alba; pasan beatas a la misa primera; van saliendo los socios de casino borrachos, con mujeres del brazo; se van los cómicos, pero sólo los hombres y las características

 

              Un personaje expone su opinión.

                            -Aquí el buen humor parece un pecado. La gente se esconde para gozarlo, como si la alegría y la juventud fueran delitos vergonzosos. Para reírse y gozar de la vida se esconden en los cuartos reservados del Casino, y allí la alegría se hace desenfreno.

 

              Figura en la obra un alemán comisionista de vinos. Dice que en Alemania se acuestan temprano porque se aburren. Que el frío, la niebla y la cerveza convidan a dormir. Que el sol es el delito de los países latinos. Que es el que hace que la gente trabaje poco y se divierta mucho, pero en cambio el que hace pintar cuadros hermosísimos y cantar canciones hermosas y hace morenas a las mujeres y hermosas las noches de primavera. Si en Alemania hubiera mujeres morenas y rejas llenas de flores y noches de luna clara, no dormiría nadie más que los ministros y las viejas.

 

              Ustedes echan a los farsantes pero la farsa se queda aquí, escondida en los rincones de las almas, pudriendo la juventud y corrompiendo la alegría.

 

              Con estas sentencias demoledoras realizadas por un extranjero, terminan los apuntes de lo que hubiera podido ser una secuela de La señorita de Trevélez  y un nuevo éxito de Carlos Arniches. Nunca vio la luz. Otros proyectos lo devoraron y arrinconaron al silencio de su cuaderno de notas. Hoy, 100 años después sale a la luz y nos deja estos mensajes.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 1222: Ya desde el primer párrafo Arniches enfrenta a los dos mundos: el mundo del teatro y el mundo de los beatos. Uno podía pensar que él, una persona conservadora, debería pertenecer a los dos…, pero no es así. Su extenso conocimiento del teatro, de los cómicos y de sus problemas, hace que los defienda hasta el final. Su conservadurismo es más que discutible. Como se ve en muchos momentos, Carlos Arniches era mucho más liberal que conservador.

 

MENSAJE NÚMERO 1223: “Al frente de los calaveras se encuentra Don Cirilo, el médico, un viejo verde”. Esta frase con la que abre el segundo párrafo y que desgraciadamente no desarrolla después, es un nuevo toque de atención a los médicos. No sólo se aprovechaban de la gente con su palabrería incomprensible y sus honorarios elevados, sino que además, aquí lo sitúa como el peor de los hombres: el viejo verde.

 

MENSAJE NÚMERO 1224: La crítica contra la “sociedad mojigata” comienza desde el momento en el que el alcalde cita a las tiples para que actúen en su despacho, y el organista, para no pecar, va tocar de espaldas… (y añade Arniches: “pero mira de reojo”.) Es una postura contra la hipocresía que irá dejando cada vez más clara.

 

MENSAJE NÚMERO 1225: “Estas saturaciones de amor y de juventud son la salud del alma, porque son la alegría y remozan y vigorizan un pueblo. Si no fuera por estas cosas ¿en qué se conocería que este es un pueblo de hombres?”. Esta frase con la que Arniches finaliza el plan de la primera versión no está madurada del todo. Es impresionante ver cómo la evolución de las circunstancias modifican la actitud de los personajes y sus interrelaciones entre ellos, y todo condiciona el pensamiento final del autor. Con esta frase se queda en el aspecto superficial de lo importante que son los cómicos en la vida de las personas…, después profundizará mucho más en el alma dañina de muchos de los beatos.

 

MENSAJE NÚMERO 1226: “-¡Espíritus cristianos temblad!… –grita el alcalde con voz imponente-. ¡Almas fuertes, estremeceos!… ¡Una compañía de género chico, hace tres noches que está actuando en el teatro de Villacarca!… ¡¡Oh, vergüenza!!… “. Esta arenga ridícula del Alcalde deja bien a las claras la posición crítica de Arniches.

 

MENSAJE NÚMERO 1227: “-¡Una cuadrilla de conciudadanos indecentes en estercolero de lascivias, este pueblo, del que habíamos hecho, con nuestras ejemplares virtudes…una especie de antesalita del paraíso!… ¡Pero no será!… (Con energía.) ¡¡Por nuestra fe, lo juro!!” Hay que fijarse en cómo se tenían a sí mismos de engreídos y soberbios. Ellos pensaban que sus acciones eran tan buenas que el pueblo de Villacarca era una antesala del Paraíso…, vamos para no creerlo.

 

MENSAJE NÚMERO 1228: No hay que olvidar que son nuestros hermanitos – dice D. Casto.

                            -¡No es posible D. Casto! –le responde Dña. Faustina, terrible como la trompeta del juicio final-. ¡La dulzura de usté le honra mucho, pero en esta ocasión, sería criminal, hay que exterminarlos!” Arniches coloca como la “trompeta del Juicio Final” a doña Faustina. La reina de la hipocresía como veremos.

 

MENSAJE NÚMERO 1229: ¿Habrás arrojado de aquí violentamente a esos histriones, eh?…

                            -¡Sí…! Los he… vamos sí. ¡Pero en fin, Macario, qué quieres que te diga, la caridad cristiana…  tiene imposiciones que… para ser cierta y eficaz… debe prescindir de prejuicio. El Espíritu Santo… creo que debe haber sido el Espíritu Santo… me ha iluminado. Obremos sin prejuicios. ¡Hacer daño aunque sea a un enemigo es hacer daño!… ¡Qué quieres que te diga Macario, yo… yo no echaré a esos cómicos!…” Impresionante el cambio de postura y la justificación de la misma. Esa es la calve da la hipocresía para Arniches: la justificación.

 

MENSAJE NÚMERO 1230:Su novio de usted –dice Matilde-, me es muy simpático.

                            -¿Por qué?

                            -Porque se parece a un hombre que yo quise con toda mi alma.

                            -¡Ah!, ¿pero ustedes las cómicas quieren de veras alguna vez?

                            -Pocas, pero cuando queremos, queremos mucho, mucho, señorita.”

Arniches entra en un tema difícil: el amor en los cómicos. Lo conocía perfectamente, lo refleja en obras como “Genio y figura” (1910)  y “La diosa ríe” (131), y lo explica en este parlamente de Matilde con Enriqueta. ¡Era muy difícil el amor en el cómico!

 

 

MENSAJE NÚMERO 1231: “-¡Todos hacemos comedias! La diferencia es sólo en la cantidad de público; usted la hace para sus amigos y yo para todo el mundo. Usted finge para no perder estimación y fortuna…, yo, para buscar un pedazo de pan. ¡Que usted está mejor pagada, esa es la diferencia!…  ¡Si viera usted que ternura me inspira su situación!… ¡Su amor grande y puro que usted profería a un hombre bueno!… ¡Y qué lástima me da su vida de usted!…  ¡Me parece usted esas florecillas amarillas que crecen entre las piedras sombrías de las iglesias siempre oliendo a incienso: escuchando murmurar… y oyendo hablar de la muerte y del infierno!” Nuevamente el papel de la hipocresía en la vida de cada uno, de la comedia que hacemos, de la sinceridad que tenemos con cada uno de nosotros nos hace parecer estar muertos en vida.

 

MENSAJE NÚMERO 1232: “Mire usted, yo soy una pobre cómica ignorante, pero creo que la alegría y el amor deben ser para el alma, algo así, como lo son para la salud del cuerpo la luz y el aire…” La lección de la cómica…: la alegría y el amor como el aire que respiramos y la luz que nos ilumina y nos da calor…

 

MENSAJE NÚMERO 1233: “Nos echan, vámonos. ¡Con nosotros se va el amor y la alegría!

                            -¡Un pueblo que echa a pedradas al amor y a la alegría, es un pueblo muerto sin remedio. ¡Rezad imbéciles!… Moriréis sin remedio como cucarachas aplastadas por el enorme zapato con hebilla de la reacción!… ¡Vuestro templo se queda sin Dios!…¡Dios viene con nosotros!…Porque Dios es amor, ¡y el amor es juventud y esperanza!…”

 

MENSAJE NÚMERO 1234: “¡Un pueblo hipócrita que esconde el amor en subterráneos y rendijas, que no se atreve a reír y a gozar a la luz del sol… es un pueblo muerto sin remedio; un pueblo de cucarachas que morirán aplastadas por el enorme zapato con hebilla de la reacción!” La hipocresía de nuevo.

 

MENSAJE NÚMERO 1235: “Aquí el buen humor parece un pecado. La gente se esconde para gozarlo, como si la alegría y la juventud fueran delitos vergonzosos. Para reírse y gozar de la vida se esconden en los cuartos reservados del Casino, y allí la alegría se hace desenfreno.” En la versión de Villanea incide más sobre las costumbres hipócritas del pueblo en general.

 

MENSAJE NÚMERO 1236: “Ustedes echan a los farsantes pero la farsa se queda aquí, escondida en los rincones de las almas, pudriendo la juventud y corrompiendo la alegría.” Excelente final en boca de un extranjero para definir la farsa en la que viven los que más presumen de conocer la realidad.