EL JEFE DEL MOVIMIENTO
O
¡VICTORIA!
Este es el primer caso de la vida de Carlos Arniches en el que podemos decir que ha reescrito una obra ya estrenada con anterioridad.
El caso más conocido por los biógrafos es el de La heroica villa (1921) que es la misma que El pecado de ser guapa (1942) (35)
El segundo caso descubierto por nosotros, es el de la obra La gentuza (1913) con la obra Mariquita la Pispajo (1921)
El tercer caso, también dado a conocer por María Victoria Sotomayor, es el de la obra no estrenada Los hermanos Dorronsoro (1934.), que llegó a reescribir hasta en cuatro ocasiones más con los siguientes títulos: Las grandes figuras; Aquí nació…; El glorioso don Genaro; Cuentan de un sabio… (1942.) Este caso nos ha parecido de tal envergadura que dedicaremos un libro a su descripción y al estudio de sus mensajes.
Con fecha 18 de agosto de 1891, estrenó la obra ¡Victoria! escrita junto a Manuel de Labra con música de Tomás Torregrosa.
http://www.arniches.com/index.php/2019/07/20/obra-numero-12-victoria/
En ella, don Evaristo Cordoncillo se había gastado las 2.000 pts. (8.000€) que debía haber empleado en el ajuar de su hija Lola sin haber obtenido ninguna de las prendas encargadas por su mujer. El novio, Domingo, estaba con él en el hotel. A esa “tragedia” se unía otra: estaba enamorado de una mujer joven llamada Victoria; palabra que coincidía con la clave que estaban esperando tres anarquistas franceses también alojados allí (Kesson, Rouge y Tristine.)
En esa obra, doña Bárbara, esposa de don Evaristo, tiene muy poco papel, Lola casi no dice tres líneas… Mi opinión personal es que se quedaron muchas escenas en los papeles sin que cupiesen en el llamado “Teatro por horas” (1868 – 1910.) (35). Era tan corto el espacio del que disponían y tan profusa la cantidad de chistes que querían meter, que quedarían fuera varias escenas. Sorprende el rápido desenlace y lo poco que entra en juego la esposa ofendida. Otra opción es que la obra no funcionase bien en cuanto a público, que se representase poco y que se retirase pronto, y que Carlos quisiera darle “otra oportunidad”.
Sea como fuere, aquí les tenemos de nuevo a los tres: Torregrosa, Labra y Arniches, dando un nuevo enfoque a la obra y con más participación de la esposa y la hija. La obra se estrena el 31 de julio de 1896, cinco años después de ¡Victoria!
Si al escribir aquella reseña, nos pareció que la misma familia de la Leyenda del Monje, Don Simón, Doña Sofía, Olvido y Valentín, eran los mismos personajes con nombres cambiados: Don Evaristo Cordoncillo; Doña Bárbara; Lola; y Domingo; ahora pasan a llamarse: Don Juan Balduque; Doña Ruperta; Socorro y Domingo.
Pues bien, la historia es la misma con personajes distintos y un tono más de broma, muy propio de Arniches. Resulta que los tres anarquistas no son tales, son tres comisionistas que Don Juan confunde con anarquistas; ellos, enterados por Ramón, el camarero, de tamaña felonía, deciden hacerle una broma de toma pan y moja: ¡Se harán pasar por anarquistas y le entregarán una bomba!
Arniches saca la escena de Madrid y la sitúa en Valladolid. En vez de venir de Benavente, vienen de Piedrahita. La obra comienza con un don Juan que se ha gastado las 2.000 pts. para el ajuar de su hija. Además está locamente enamorado de Blanca. En fin, lo mismo.
Don Juan le cuenta a Ramón, el camarero lo cerca que estuvo de bombas de los anarquistas.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 17
(Cuadro I, Escena II.)
DON JUAN.- Entro una noche en un teatro, y en mitad de la representación, ¡pum! (esto era en Zaragoza.), ¡explosión!
CAMARERO.- ¡Qué barbaridad!
DON JUAN.- Explosión de entusiasmo en la claqué; al acabar los couplets que cantaba la tiple en El tambor de Granaderos (Ruperto Chapí en 1894, hacía dos años.), la claqué quería la repetición, el público se oponía, la explosión fue horrible, la representación del El tambor de Granaderos no podía seguir. Yo miraba al público, ¡qué gritos! La tiple sollozaba vuelta de espaldas. ¡Qué tambor…! ¡Qué tiple…! Pues bien, todo aquello lo armaron los anarquistas que aprovecharon la confusión para arrojar al escenario una bomba.
CAMARERO.- ¿Y la arrojaron?
DON JUAN.- Hombre, no tengo seguridad. La tiple afirmaba que era una bomba, el tenor cómico decía que era una patata…, yo no sé lo que sería, pero el empresario la estaba mondando para convencerse…
En la tercera escena se repite el mismo monólogo de don Evaristo en el que explica que viene de Benavente a Madrid, para comprar el ajuar a su hija. Tenía 2.000 pts. y se las ha gastado. Ahora explica lo mismo nuestro don Juan, pero que viene a Valladolid desde Piedrahita, con la misma finalidad: comprar el ajuar de su hija. En esta ocasión ha perdido las dos mil pesetas en el casino, jugando a cartas.
El oficio de don Juan es la de Jefe del movimiento del ramal de tren de Ávila al Barco, de ahí el título de la obra.
Se ha enamorado de una mujer joven y casada: Blanca.
Como en la obra anterior, el novio se llama Domingo, y le avisa de una carta recibida desde Valladolid, en la que se preguntan el por qué de la tardanza de los dos para comprar unas cuantas ropas blancas. Están aterrados y se temen lo peor: ¡que vengan! Deciden marcharse y afrontar las consecuencias, pero don Juan cae en un impedimento para hacerlo.
(Cuadro I, Escena IV.)
DON JUAN.- ¡Es verdad! Y además… (Pensativo.) ¡Oye mi secreto, Domingo; óyelo y tiembla! ¡Yo no me puedo ir! ¿Que por qué? ¡Por una mujer! ¿Qué mujer es esa? ¡Blanca! ¡Una tiple cómica! ¿Que cómo la amo? ¡Con locura! ¿Que si es hermosa? ¡Un sol! ¿Que si me corresponde? ¡No… no lo sé…, pero, creo que sí! ¿Que si me alejaré de su lado? ¡No, no! ¡Y no me preguntes más…!
DOMINGO.- ¡Pero si yo no le he preguntado a usted nada! Aunque esos amoríos son una necedad, un nuevo disparate.
Deciden que se quedan y que si vienen la madre y la hija, les van a contar que don Juan perdió la cartera con todo el dinero.
En la siguiente escena, el camarero Ramón les cuenta a los tres comisionistas que don Juan sospechaba que fuesen tres anarquistas. Estos deciden gastarle una broma a don Juan. Hablan con Blanca, que les cuenta que quiere perder de vista al viejo verde, y deciden cambiar de habitaciones. Blanca le citará a don Juan en la número 7, y ésta estará ya ocupada por los tres comisionistas ¡que le recibirán como si fueran tres anarquistas!
En la escena octava, don Juan asedia de nuevo a Blanca y se repite la misma situación de la obra anterior en la que se pone de rodillas para pedirle la mano… ¡para que le ayude a levantarse!
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 35
(Cuadro I, Escena VIII.)
BLANCA.- ¡Pero, por Dios, don Juan, levántese usted!
DON JUAN.- ¡No puedo! (Hace gestos de dolor.)
BLANCA.- Es que si le vieran en esa actitud, se reirían…
DON JUAN.- Pues antes de ponerme en pie necesito ese ¡sí! Necesito su mano.
BLANCA.- ¿Pero no sabe usted que soy casada?
DON JUAN.- No; si la mano es para levantarme; tengo estropeado el juego de las rodillas y no puedo…
BLANCA.- ¿Y por qué abusa usted de esos juegos…?
DON JUAN.- ¡Ay, Blanca! ¡Es que me tiene usted loco…! ¡Loco…! ¡Ay, ay, ay! (Quejándose se levanta muy trabajosamente.)
BLANCA.- ¡Por Dios, don Juan, no suspire usted tan fuerte!
DON JUAN.- ¡Si es que me he clavado un clavo de la tarima en esta pierna, y… mire usted, me he roto el pantalón…! (Enseña un siete.)
Blanca accede a que vaya su habitación, la número 7.
Los comisionistas han visto toda la patética escena y entablan conversación con Blanca para hacerle la propuesta del plan.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 36
(Cuadro I, Escena IX.)
BLANCA.- ¡Ah! ¿Estaban ustedes ahí?
COMISIONISTA 1º.- Sí, señora; lo hemos oído todo sin querer, porque da la casualidat de que estábamos escuchando. (Con marcado acento catalán.)
Tras quedar en el cambio de cuartos se acaba el primer acto. Mutación
El segundo cuadro presenta una sala con una puerta al foro. Doña Ruperta y Socorro recuerdan lo sinvergüenzas que son los hombres y que Frasquito les había contado que había visto a don Juan jugarse las dos mil pesetas en el casino. Es como una ampliación de la obra ¡Victoria!
En ese momento ven a Domingo; aterrado quiere huir pero le cogen, le atizan y lo canta todo. Se lo llevan a su habitación para hablar de todo más despacio.
El camarero está acomodando a Saturnino, el marido de Blanca sin saber quién era. Le comenta que don Juan le está tirando los tejos a Blanca. Gran mosqueo.
Fin del cuadro y mutación.
El tercer cuadro es exactamente igual que en la obra ¡Victoria!, el escenario está dividido viendo en una mitad la habitación de los tres comisionistas y en la otra un pasillo con puertas debidamente numeradas.
Don Juan llega y llama a la habitación número 5, que antes era de Blanca y ahora es de los comisionistas. Le abren la puerta y lo empujan hacia adentro. Ahora presenciamos el mismo diálogo que en la otra obra pero sabiendo que una parte es de broma.
(Cuadro III, Escena II.)
COMISIONISTA 2º.- ¡Salud hermano! (Apretón de manos.)
COMISIONISTA 3º.- ¡Revolución hermano! (Apretón de manos.)
DON JUAN.- ¡Calla! Pues me he metido en el cuarto de su familia. Bueno, hermanitos, yo…
COMISIONISTA 1º.- ¡Te esperábamos con impaciencia…!
DON JUAN.- ¿A mí?
COMISIONISTA 1º.- ¿No eres tu el Jefe del Movimiento?
DON JUAN.- (¡Vamos, me conocen!)
COMISIONISTA 1º.- ¡Como que en cuanto te vimos en el hotel conocimos que eras el anarquista que nos enviaba el comité de Barcelona…!
DON JUAN.- (Aterrado.) ¡Caracoles! ¡Por Dios, señores, que yo…, y si no fuera yo…!
COMISIONISTA 1º.- ¡Se decretaría tu muerte…!
DON JUAN.- (Esforzándose por aparentar tranquilidad.) No, hombre, no, si soy yo… (¡Canario!) ¿No me han conocido ustedes?
COMISIONISTA 1º.- Por eso no hemos dudado.
COMISIONISTA 2º.- ¿Estarías deseando encontrarnos?
DON JUAN.- ¡Ya lo creo! Como que decía: “¿Dónde se habrán metido esos cañas?”
COMISIONISTA 1º.- ¡Hermano! ¡El partido anarquista va a dar por fin el terrible golpe! (Golpeándole.)
COMISIONISTA 2º.- ¡El golpe decisivo! (Golpeándole.)
COMISIONISTA 3º.- ¡El golpe tremendo! (Golpeándole.)
COMISIONISTA 1º.- Sí; ¡tremendo! (falta la indicación de que le golpea.)
DON JUAN.- Bueno, pero eso son tres golpes y repique.
Siguen golpeándole con nuevas frases anarquistas hasta que le dan un envoltorio para que lo meta en el bolsillo del gabán: la primera bomba explosiva en España. La debe hacer estallar en la casa del gobernador. Le echan de la habitación muertos de risa, y él se queda aterrado en el pasillo sin atrever a moverse.
Estando así, inmóvil habla con el camarero Ramón que le dice que está Saturnino, el marido de Blanca. Él se quiere morir. Domingo le avisa de que han llegado su mujer y su hija, ahora desearía estar muerto ya. Domingo les advierte de que no lo zarandeen porque el peligro de que la bomba explote es real.
(Cuadro III, Escena VI.)
DOÑA RUPERTA.- ¡Conque di, granuja! ¿Qué has hecho de las dos mil pesetas?
DON JUAN.- ¡Pues mira, Rupertita! (¡Yo se lo confieso todo, ahora que no me puede pegar!) ¡Las dos mil pesetas, me las he jugado y las he perdido…! ¡Pero ha sido sin querer, sin querer… perderlas…!
El mensaje número 100: Arniches detesta el juego y las ganancias del mismo, siempre ha defendido que el trabajo es la única manera de conseguirlo y que todo lo demás solo trae dolor.
Para que no falte nadie aparece Saturnino y quiere romperle la crisma. Le detienen por miedo a que explote la bomba. Le ayudan a que se quite el gabán. Ya está libre y entonces… doña Ruperta comienza a atizarle. Sale Blanca y aclara que lo que hay en ese envoltorio no es una bomba ¡sino un tintero! Se aclara la broma y todos aprenden la lección.
(Cuadro III, Escena VII.)
DON JUAN.- (Lo desenvuelve.) ¡Diantre! ¡Pero si es un tintero! (Todos menos Ruperta sueltan una carcajada.) Pero mujer, ¿ves qué bromistas son en Valladolid? Vaya, Ruperta, perdóname y vámonos a Piedrahita y vosotros a casaros enseguida, y ustedes… ¡pero calle…! ¿Qué es lo que tiene el tintero aquí dentro? ¡Si es un papel!
DOÑA RUPERTA.- ¡Léelo!
TODOS.- ¡Léalo usted!
POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 33
DON JUAN.- (Leyendo.)
“Consejo que dan a un viejo
tres pobres comisionistas:
no hagas a tu edad conquistas
y que aproveche el consejo.”
Dura ha sido la lección,
pero estará compensada
si al final de la jornada
me otorgáis vuestro perdón.
MENSAJES DE ARNICHES
MENSAJE NÚMERO 100: Arniches detesta el juego y las ganancias del mismo, siempre ha defendido que el trabajo es la única manera de conseguirlo y que todo lo demás solo trae dolor.
MENSAJE NÚMERO 101: El ridículo de los viejos, que no aceptan que su tiempo ha pasado, y se mantienen asediando a jóvenes que no les corresponden y con eso, no consiguen nada, solo destrozar sus matrimonios por la infidelidad.
MENSAJE NÚMERO 102: Ridiculiza nuevamente a las asociaciones anarquistas.
BIBLIOGRAFÍA
35.-Sotomayor Sáez, María Victoria. “Teatro, público y poder. La obra dramática del último Arniches. Ediciones de la Torre. Madrid. 1998.