LAS PELUCONAS

 

O

 

LA HONRADEZ DE LOS POBRES

 

 

Partitura de Ruperto Chapí. www.wikipedia.org

 

 

Carlos Arniches y Gonzalo Cantó realizan esta obra que es la décima en la que colaboran conjuntamente. La música corre a cargo del maestro Ruperto Chapí, como podemos ver en la partitura. Estrenan la noche del 15 de Octubre de 1896 y fue un fracaso (37), se retiró del cartel al día siguiente debido a la “enemiga” creada contra Chapí. Ya ha nacido su segundo hijo: José María, el abuelo Pepe, uno de los pilares de Arniches que ha facilitado que conozcamos todo esto. Gracias Abuelo.

 

El título de la obra hace referencia a una moneda para nosotros desconocida: la moneda de oro de ocho escudos. La peseta nace el 19 de octubre de 1868, Carlos tenía dos años de edad. Hasta ese momento se había utilizado como moneda el escudo. En la moneda de los ocho escudos aparecía la figura de Felipe V en 1730. (38)

Moneda de 8 escudos de Felipe V: Pelucona. www.blogs.20minutos.es

 

Rápidamente, el pueblo al ver la peluca con la que aparecía el Rey, adoptó el nombre de “pelucona” para estas monedas.

 

El cambio en la época de Carlos Arniches era de una onza de oro o pelucona por 16 duros (80 pesetas, que serían ahora para nosotros 320 €.) Imaginaros lo que podía conseguirse con una sola moneda de éstas en un barrio pobre o rural. Un pobre de solemnidad podría malvivir medio año.

 

Hoy en día, una pelucona puede valer 5.000 € para un coleccionista.

 

Pues bien, la acción se desarrolla en Asturias. Podemos incluir esta obra en la ETAPA RURAL DE ARNICHES, sería la séptima después de Los secuestradores, Vía libre, El reclamo, Las amapolas, El coche correo, y Las malas lenguas. Arniches añade un acento más a su lista: el asturianu. Zona rural, de campo, montañas, grandes diferencias económicas entre los labriegos y los señores…

 

Tenemos una pareja de jóvenes que se quieren, Rosalía y Quintín. La madre de Rosalía, Blasa, no ve con buenos ojos a Quintín, al que considera pobre y vago por naturaleza. El padre de Quintín es el tío Esquilas, otro pobre.

 

En el mismo pueblo vivía el señor conde que ahora hace nueve días que ha muerto. Están todos en la iglesia rezando por su alma. Fue un gran benefactor para el pueblo, un hombre de bien muy querido por todos. También debió tener sus amores con alguna campesina y algún hijo no reconocido. En su testamento se acuerda de él y le deja mil onzas de oro, es decir 1.000 peluconas. Esto al cambio para ellos eran 16.000 duros (unos 320.000 € actualizados.)

 

Para cobrar la herencia hay que encontrar al hijo bastardo. El conde le dejó un medallón con sus iniciales. Ese medallón lo ve todo el pueblo todos los días en el cuello de Rosalía.

 

(Escena I.)

 

ROSALÍA.- ¿Pero dónde se habrá metido mi madre? Puede que estea retirando el ganado de los pradus. ¡Pero calle, ya sé dónde está. La campana me lo dice… en la iglesia! Hoy como último día del novenario del pobre señor conde que en paz descanse se habrá idu al rosario. Yo voy a tener que descargar sola la carreta. ¡Claru! ¡Semus dos mujeres solas para todu! Ya se lo digo yo a mi madre todus los días que nus hace falta un hombre, y ella que no, que lus hombres no hacen falta para nada. ¡Pero vaya si sirven! Los hombres sirven para el gobierno de la casa, sirven para la labor de la tierra, sirven para vender el queso, sirven para…para… ¡Yo creo que no sirven para nada más! ¡U puede que sí… u puede que no! ¡U que se yo! ¡Y que triste paséme el día! Sin venir Quintín a ayudarme a curtar un mal brazadu de yerba! Aunque la verdad es que como le tiene tanto miedo a mi madre, no se habrá atrevido el pobre. En fin, antes de descargar la carreta, llenaré la ferrada para echar el agua a los bueyes. ¡Qué fresquita viene y qué clara!

 

El mensaje número 103 de Arniches: La visión que nos traslada de la separación de funciones por sexos en el campo es muy estricta. Los hombres sirven para unas tareas y las mujeres para otras. Se complementan y se echan de menos cuando falta uno de los dos. Vivir sin uno de los dos era duro y muy poco frecuente.

 

En la siguiente escena cantan Rosalía y Quintín. Se quieren y se hacen bromas. Quintín ha hablado con su padre para que venga a pedir la mano de Rosalía.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 37

 

(Escena II.)

 

ROSALÍA.- ¿Y qué le dijiste a tu padre?

 

QUINTÍN.- Pues díjele lo del casu: que la mujer es la custilla del hombre y tú eres la custilla de mi y yo quio custillas.

 

ROSALÍA.- ¿Y qué cuntestote?

 

QUINTÍN.- ¡Que ya se le daba a él que semos aparentes yo y tú!

 

….

 

ROSALÍA.- ¡Ay, ojalá! Lo malu es la tema que te tiene mi madre porque dice que eres un desastradu.

 

QUINTÍN.- ¿Desatradu yo? Y en cerca de cuatro años me he afeitado lo menos dus veces pa estar ailigante…

 

Aparece la tía Blasa que viene de la iglesia y se pone echa una fiera al verles juntos y solos

 

(Escena III.)

 

TÍA BLASA.- ¡Tú con ella… y ella sola!

 

ROSALÍA.- ¡Pero madre… si nun estaba sola!

 

QUINTÍN.- ¡Nun señora, nun estaba sola, estaba conmigu!

TÍA BLASA.- Pero ¿por qué no le habré matao? ¡Vamos debí cogerle a él y estrujarle, cugerte a ti y estrujarte y cogerme yo y estrujarme por no haberle estrujao! Pero, ¿pur qué seré yo una malva, pur qué?

 

Las fuerzas políticas del pueblo, cantan en la siguiente escena lo bueno que era el señor conde. Su representante, don Salvio y su hijo Clemente, que estudia para seminarista, se quedan impactados cuando llega jadeante Gabino, el pasante del notario don Macario.

 

Gabino anuncia la llegada del Notario don Macario quien explica el testamento del señor conde.

 

Dona mil onzas a su hijo bastardo, al que posea el medallón.

 

Todos han visto ese medallón en el cuello de Rosalía, por lo que Don Salvio “ordena” a su hijo que abandone el seminario y que corteje a Rosalía esta misma noche. Ese dinero le vendrá muy bien para solucionar sus deudas.

 

Además de Clemente acudirá a rondar a Rosalía, el propio don Macario  y su pasante Gabino. Ninguno sabe nada de los demás.

 

Mientras ocurre todo esto, el tío Esquilas y su hijo Quintín han acudido a la casa de la tía Blasa para pedir la mano de su hija Rosalía. ¡Y naturalmente, salen a golpes!

 

(Escena XII.)

 

TÍO ESQUILAS.- ¡Y decían que estaba suciable, eh! ¡Nus ha reventadu!

 

QUINTÍN.- ¡Tigra!

 

TÍA BLASA.- ¡Granujas! ¡Canallas!

 

QUINTÍN.- ¿Y sabe lo que le digo, tía Blasa? Que va usted echando un geniecito que va usted a dar lugar a que nun vuelva a poner los pies aquí.

 

TÍO ESQUILAS.- ¡Déjala!

 

QUINTÍN.- ¡Vamos, cálmate! ¿Le vas a pegar a la madre de una mujer que pue ser la suegra de tú que estás pa ser marido de una esposa como ella?

 

QUINTÍN.- ¿Y puedo yo consentir que le haiga pegao a usted que pue ser el suegro de la hija de su madre que pue ser la esposa de mi al ser la nuera de usted y le haigan pagau a usted y a mi…?

 

TÍO ESQUILAS.- ¿Yo sabes lo que calculo en mis cortos alcances…? Que pa mi es que non quiere que te cases con la Rosalía.

 

QUINTÍN.- ¡Pue que sea esu!

 

TÍO ESQUILAS.- El modo de despacharnos es pa hacer dudar.

 

QUINTÍN.- La suerte ha sidu que me he podido contener.

 

TÍO ESQUILAS.- La suerte ha sidu que tienen pocus trastus que si no… Y eso que de la chica no hemos pedidu más que la mano.

 

QUINTÍN.- ¡Digu! ¡Pues si llegamos a pedir más nus balda! Misté dónde me ha dado con una cazuela. ¿Y sabe usté lo que siento?

 

TÍO ESQUILAS.- Quedarte sin la chica

 

QUINTÍN.- Quedarme sin la chica y que se me hinchen las narices.

 

Tras este diálogo a la puerta de la casa vuelve a salir Blasa con Rosalía y como señal de que han roto definitivamente, le obliga a su hija a que le devuelva a Quintín todos los regalos recibidos.

 

En este momento duro Quintín no quiere recibir nada excepto el medallón. La historia da una vuelta inesperada. Quintín le dice que el medallón es de la familia y que es lo único que quiere recuperar. El padre así lo confirma.

 

El espectador en el teatro y el lector ante el libreto, cambiamos de objetivo central de la herencia: ¡ahora es Quintín el heredero!

 

Se  marchan padre e hijo y llega don Salvio a negociar con Blasa para que su hijo Clemente se case con Rosalía, pero antes le pide ver el medallón.

 

Blasa le dice que se lo ha dado a su legítimo dueño, Quintín. Entonces le cuenta que será Quintín quien herede las 1.000 onzas de oro. Blasa se levanta como un rayo y sale a buscar a Quintín, ¡ahora sí le parece un buen partido para su hija!

 

El mensaje número 104: Arniches denuncia que la codicia está presente en cualquier clase social. El dinero es capaz de nublar las decisiones más o menos acertadas.

 

              Llegan las ocho de la tarde y se acercan en la oscuridad los tres nuevos pretendientes a rondar a Rosalía. Todos cantan a Rosalía. Cada uno está en un escondite diferente y no se ven aunque se oyen.

 

Rosalía cree que es Quintín y le anima a que suba al árbol con el consiguiente equívoco.

 

De motu proprio Quintín vuelve a por Rosalía y se encuentra con Blasa “que le quiere ahora como a un hijo”.

 

Le pide el medallón y llega el tío Esquilas para explicarlo todo. Resulta que el conde tuvo una amante y un hijo. La mujer abandonó el pueblo y el hijo quedó al cuidado del tío Esquilas y su mujer. El niño murió a los seis años. Según el testamento recibirán 4.000 duros por haber criado al niño y los otros 12.000 duros serán para los pobres.

 

Blasa, al valorar que Quintín recibirá 4.000 duros, da su consentimiento para la boda.

 

Los tres pretendientes cantan la copla final.

 

(Escena XX.)

 

Que el tiro nos ha fallado

confesar a ustedes quiero;

los tres nos hemos quedado

sin mujer ni dinero.

 

Telón.

 

MENSAJE DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 103: La visión que nos traslada de la separación de funciones por sexos en el campo es muy estricta. Los hombres sirven para unas tareas y las mujeres para otras. Se complementan y se echan de menos cuando falta uno de los dos. Vivir sin uno de los dos era duro y muy poco frecuente.

 

MENSAJE NÚMERO 104: La honradez siempre tiene la recompensa, como en este caso, que el cuidado desinteresado de un niño reporta una herencia sustanciosa.

 

 

Como dato curioso de esta obra (37) diremos que no llegó a editarse ni publicarse su libreto, tal y como hemos comentado al inicio debido a la guerra que el sector había declarado a Ruperto Chapí. Además, sabiendo que la colaboración con Cantó finalizó en 1892, esta obra llevaría escrita varios años hasta que se estrenó en 1896. Hay que ponerse en sus circunstancias, y valorar, el mal rato que tuvo que pasar después de tanto esfuerzo para estrenar algo ya pasado, y que solo se representase una vez. Tuvo que ser una tragedia para él.

 

BIBLIOGRAFIA

37.- Sotomayor, María Victoria. Obras completas de Carlos Arniches. Volumen II, página XIV. Editorial Biblioteca Castro. Turner. Madrid 1995

38.- https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/tag/monedas-peluconas/