LOS CONEJOS
O
¡QUÉ MALAS SON LAS APARIENCIAS!
Deja Carlos Arniches las Zarzuelas para enfrascarse en una obra de una hora de duración junto a Celso Lucio, y abordar un tema claramente moralizante, su mensaje número 110: Las apariencias no traen más que disgustos y pérdida de oportunidades. Incluimos esta obra en su Etapa Moralizante.
Dedican esta obra, estrenada el 27 de marzo de 1897, a don Vicente Navarro-Reverter y Gomis, político valenciano liberal. Salió elegido por el distrito de Nules en 1897 y más adelante, en 1914, por el distrito aragonés de Benabarre. Curioso nombre que parece que procede de la época de dominación árabe, cuyo señor era Aben Avarre. Ahora es un municipio de 1000 habitantes que hablan catalán y que denominan Benavarri a su localidad.
Vicente Navarro-Reverter y Gomis. www.abc.es
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Tendremos la oportunidad de ver la obra representada por el grupo amateur Pan con Aceite en 2014, dirigidos por Rosalina García. Son un grupo amateur como podréis comprobar.
La familia está formada por la familia tipo en esta primera época de Arniches desde la leyenda del monje, esta será su cuarta peripecia después de La leyenda del Monje, ¡Victoria! y El jefe del movimiento. Pues bien, volvemos a tener al matrimonio con la hija casadera y su novio. Don Agapito Pérez, el padre que está cesante, no tiene trabajo, lo ha perdido con el cambio de gobierno (Es la misma circunstancia del padre de Carlos Arniches en su Alicante natal.); Doña Candelaria, la madre y la que pregona que la vida es pura apariencia; Lola, la hija y Julito el novio, que en esta ocasión es canario.
En la primera escena queda definido el problema.
(Escena I.)
LOLA.- Crea usted, papá, que nunca será usted nada.
SEÑOR PÉREZ.- ¿Tú también…? ¡Basta…! Acabemos de una vez; ya me he enfadado yo. ¿Tengo yo aquí autoridad o no la tengo?
DOÑA CANDELARIA.- No, señor.
SEÑOR PÉREZ.- Ya lo sé.
LOLA.- Estos son los seis platos más nuevos que he encontrado. (Son seis platos mellados todos.)
DOÑA CANDELARIA.- ¡Déjalos ahí, hija, que este hombre me tiene frita!
SEÑOR PÉREZ.- Pero, ¿por qué, mujer; por qué te tengo frita, vamos a ver? Pues yo te lo diré: porque hace un año que estoy cesante, porque no tenemos un cuarto, y porque tú, en vez de disimular nuestra pobreza decorosamente, te empeñas en aparentar que somos ricos y que estamos nadando en la abundancia…, cuando aquí no se nada en nada.
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Así de a gusto se queda Agapito Pérez del Grupo de Teatro Pan con Aceite después de soltar todo lo que llevaba dentro a su mujer. Para Carlos Arniches, el caso de los cesantes cuando cambiaba el gobierno, era vivido en primera persona por lo mucho que sufrió su padre al verse en el mismo caso hacía 15 años.
DOÑA CANDELARIA.- ¡Pero no será por falta de calabazas!
SEÑOR PÉREZ.- Y hoy os habéis empeñado, con motivo de ser tus días, en convidar a Julito, el novio de Lola, y darle una comida, y yo me opongo, porque él es un chico de canarias, con una fortuna inmensa, acostumbrado al lujo, y cuando vea que somos pobres, se va a reír de nosotros…
Doña Candelaria. Grupo de Teatro Pan con Aceite. 2014
DOÑA CANDELARIA.- ¿A reírse?
SEÑOR PÉREZ.- Sí, señor; porque, ¿qué comida se le va a dar a nadie con 7 pesetas (unos 28 € al cambio) y seis platos rotos?
LOLA.- Pero, papá, si Julito es canario…
SEÑOR PÉREZ.- Aunque sea verderón, hija, si con siete pesetas no hay ni para cañamones…
DOÑA CANDELARIA.- ¿Y por qué le quiero convidar yo, di? Pues porque la vida es una pura apariencia. Si Julito nos ve pobres, huirá de nuestra hija…, que perdería un partido brillante, brillantísimo.
Mensaje número 111: Arniches no sólo desprecia la vida de apariencias sino que además, resalta que si la vida de un futuro matrimonio se inicia y se fundamenta en una mentira, el resultado será nefasto.
Hasta Manuela, la criada, le dice que le falta “el aquél” que tienen los hombres para triunfar.
Vicentina, la vecina, con un poderoso acento andaluz, le explica que debe acudir al ministro del ramo y decirle: “para mí no hay en el mundo más que tres cosas: Cánovas, vuecencia y el ramo…”
Agapito Pérez se va a hacer las compras y se quedan solas Vicentina y doña Candelaria, que están completamente de acuerdo con el plan establecido. En esto llega Julito. Le someten a un buen interrogatorio para conocer la fortuna de la que dispone.
Les relata que acaba de hablar con don Antonio (Cánovas, se supone.), con don Emilio (Castelar) y con don Pío (Nono.) y todo eso en una mañana. Además les habla de sus inversiones en cubas, en Ferrocarriles y en propiedades. Acepta encantado la invitación y se va de la escena.
Llega entonces el sr. Pérez muy sofocado y todos se sientan para escuchar lo que le ha ocurrido.
(Escena VI.)
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 21
SEÑOR PÉREZ.- Veréis… Salí de aquí a comprar todas esas cosas, cuando al pasar por la acera del Suizo, (se refiere al Café Suizo), dan unos golpecitos en los cristales del café, era Bolaños, que estaba en una mesa junto a la ventana con un señor muy elegante; le saludo, me invita a pasar y entro y me encuentro conque aquél señor que estaba con Bolaños era, ¿quién diréis que era?
DOÑA CANDELARIA.- ¿Quién?
MANUELA.- ¡El aguador! (Saliendo por el foro, detrás le sigue el aguador.)
SEÑOR PÉREZ.- Pues era el director general del Tesoro…, mi antiguo jefe…
VICENTINA.- ¿Y qué?
SEÑOR PÉREZ.- Bolaños me presenta, pido un vermouth, empezamos a hablar; dije que era tu santo, que tenemos convidados en casa, y sale la conversación de las comidas, y entonces dice el director, que su plato favorito, el plato por el cual se vuelve loco, son los conejos a la cazadora; mira; yo no sé lo que me pasó; oí conejos a la cazadora, y mi cabeza fue un caos, me acordé de mi falta de resolución, del ejemplo de Casero; de mi cesantía, de nuestra pobreza…; todo esto me daba vueltas aquí, y al mismo tiempo cinco o seis conejos corrían por mi imaginación; mi cabeza era una madriguera; por fin hago un esfuerzo, me decido y digo: “¿Conejos a la cazadora? ¡Qué casualidad, hombre…! Pues precisamente es el plato que mi mujer guisa más hábilmente, y hoy por fortuna ese plato forma parte del menú de nuestro almuerzo…, de modo que me honraría muchísimo conque usted almorzara con nosotros… y satisficiera su capricho de comer guiso que tan de su agrado es…”
DOÑA CANDELARIA.- ¡Es… una barbaridad lo que has hecho!
VICENTINA Y LOLA.- ¿Y aceptó?
SEÑOR PÉREZ.- Al pronto titubeó, pero animado por Bolaños, aceptó, y dentro de una hora tendremos en nuestra mesa al excelentísimo señor director general del Tesoro.
LAS TRES.- ¡El director!
Se monta un revuelo espectacular. Nadie sabe hacer ese guiso. No tienen conejos… Vicentina va dando soluciones, nombres, hasta que llega a Sebastián, el portero de la finca: un asturiano que ha estado 14 años sirviendo en un hotel.
Sebastían. Grupo de Teatro Pan con Aceite. 2014
Al final, trabajaba haciendo las camas, no sabe cocinar nada. Empiezan a leer una receta para ponerse manos a la obra. Faltan los conejos que le mandan comprar a Sebastián.
Están haciendo la salsa cuando sube de nuevo Sebastián sin conejos, es tiempo de veda. Tocan al timbre y todos se revolucionan, piensan que es el director, pero resulta ser un agente de seguros que, puesto al corriente de la fortuna que “amasaba” Agapito Pérez, quiere sacar tajada. Es despachado rápidamente.
Han decidido vestir a Sebastián para que sirva la mesa con un frac de Agapito.
Sebastián ataviado con el frac. Grupo de Teatro Pan con Aceite. 2014
Le queda ridículamente corto, lo que provoca escenas de hilaridad.
Llega Julito, el canario rico, que se ha hecho un siete en la levita. Se la quitan para arreglársela cuando se caen unos papeles. Los leen y son del “Monte Ibérico”, una casa de empeño. Toda su ropa está empeñada. Además hay una carta en la que dice que solo aguanta a los padres de su novia por su fortuna… Vamos, un descubrimiento.
¡Candelaria se ofende porque le están engañando!
Arniches lo expone con claridad porque es una constante que se repite muy habitualmente: Los que más engañan aparentando lo que no son, sin embargo, son los que más expresan su ira al ser engañados. (Mensaje número 112.)
Lolita defiende a Julito quien explica que se va a colocar en Fomento por un sueldo de 6.000 reales al año (unos 6.000 €), y que además renuncia a la dote de Lolita.
Mientras tanto llega una carta para Agapito Pérez. Es del director general del Tesoro que se excusa por no poder venir a comer. Pero en agradecimiento, le ha propuesto para recibir la Encomienda de Isabel la Católica, un honor acorde a su posición, y no un destino de 8.000 reales al año (unos 8.000 €), que es lo máximo que él podría ofrecerle, pero que considera que es insultar a su posición.
Agapito Pérez cae casi desmayado, se repone y se abalanza sobre su mujer, a la que considera la culpable de todo por haberle hecho presumir de lo que no tenía. Ella huye pidiendo perdón y él dice que irá a buscar al director para explicarle que no quiere la Encomienda y sí el puesto de trabajo.
Desde ese momento asegura que en esa casa no se aparentará nunca nada que no se tenga: al pan, pan, y al vino, vino.
Aquí acaba la obra escrita por el bisabuelo y transcrita por María Victoria Sotomayor (39), pero, si os fijáis en el vídeo que os ponemos a continuación, se añade la presencia de la mujer de Sebastián, que no está entre los actores, que además trae los conejos y excusa a su marido de haber fallado a la hora de la compra debido a que había acudido a una vaquería a comprarlos. Sebastián lanza un exabrupto y es zarandeado por su mujer que le quiere en la portería porque “va a empezar la novela”. Suponemos que será una “radionovela”.
En este enlace podéis ver la obra entera de 1h aproximadamente. Se pasa rápido.
https://www.youtube.com/watch?v=xB7x7YxaCDE
MENSAJES DE ARNICHES
MENSAJE NÚMERO 110: Las apariencias no traen más que disgustos y pérdida de oportunidades.
MENSAJE NÚMERO 111: Arniches no sólo desprecia la vida de apariencias sino que además, resalta que si la vida de un futuro matrimonio se inicia y se fundamenta en una mentira, el resultado será nefasto.
MENSAJE NÚMERO 112: Los que más engañan aparentando lo que no son, sin embargo, son los que más expresan su ira al ser engañados.
MENSAJE NÚMERO 113: De una manera sutil, Arniches nos dice que para conseguir trabajo hay que dorar la píldora al jefe, tal como le recomendaban Manuela y Vicentina a Agapito Pérez.