LOS PÍCAROS CELOS

 

O

 

EL TERCERO EN DISCORDIA.

 

 Aquí puedes escuchar en audio los tres actos:

Merendero a la orilla del Manzanares. www.casamingo.es

 

 

Obra estrenada el 22 de junio de 1904. Escrita por Carlos Arniches y Carlos Fernández Shaw con música del maestro Gerónimo Giménez. Fue denominada por sus autores como Sainete lírico. Se la dedican al eminente músico Valverde (hijo.) Pertenece esta obra a su Etapa Moralizante.

Gerónimo Giménez. www.rudin.uca.es

 

Tenemos dos personajes a los que seguiremos la pista. Uno es Serafín, que igual después es el protagonista de la Obra Serafín el pinturero; y el otro se llama Badanas, camarero joven, que también tiene una obra llamada El señor Badanas.

 

Arniches nos sitúa en un lugar idílico como el de la fotografía: un merendero a orillas del río Manzanares y cerca de la Puerta de Hierro. Se llama La Alegría.

 

La obra comienza con un alegre Coro general. Vemos una mesa llena de comensales. Se están celebrando los tres años de matrimonio de los dueños del merendero: Antonio y Consuelo.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 57

 

(Cuadro I, Escena I.)

 

SEÑOR ANTONIO.- Os he osequiao con esta modesta cuchipanda porque hoy quince del que corre, San Juan Clímaco, Santa Jovita y Santa Ludgarda, Sol en Piscis, se cumplen tres años de mis esponsales con este panorama aquí presente. (Señalando a Consuelo que sonríe.)

….

Y voy a acabar diciendo: que dende el día que vine con varios amigos a este merendero, que la Consuelo había heredado de su señor padre, que en paz descanse, y nos dimos de ojo verificando el consorcio, que este restauran se llamaba La Alegría porque la alegría que ahí, dentro de esa casita, vive con nosotros, ha rezumado hasta por las paredes.

 

Lo curioso con los santos que recita es que el único que se celebra un 15 es el de Santa Jovita, y no fue una mujer sino un varón, se debería decir San Jovita. San Juan Clímaco es el 30/04 y Santa Ludgarda el 16/6.

 

En cuanto se queda sola la pareja, Antonio abraza con efusión a Consuelo. Mandan al Badanas a por tabaco a la calle Serrano para una mayor intimidad pero llega la hermana de ésta, Cristina, con un disgusto monumental. Otra vez los pícaros de celos de Serafín que no la dejan vivir.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 99

 

(Cuadro I, Escena III.)

 

CRISTINA.-

¡Qué disgusto tan grande me ha dao!

¡No es vida la que yo sufro!

¡No es vida la que me da!

¡Me falta con las palabras,

me ofende con las mirás!

¡Me cela sin fundamento,

me deja sin respirar,

me pone fuera de tino,

me tiene deseperá,

y ya estoy hasta los pelos,

y ya no lo aguanto más!

 

SERAFÍN.-

Y a ustés los engaña

lo mismo que a mí.

¡No es vida la que me da!

¡Estoy con unas angustias

que no me dejan parar,

y con el alma en hilo,

y la sangre achicharrá!

Yo sé que me está engañando…

u que me quiere engañar;

y a mí no me engaña nadie,

y a mí no me engaña más.

 

 

Mensaje número 230: Arniches realiza la descripción perfecta del comportamiento patológico de los celos. Un hombre, en este caso, que sospecha de todo, que sabe que le ha engañado o que le va a engañar. Cualquiera de los dos supuestos le hace sufrir enormemente. El posible futuro resulta insoportable, es un futuro imperfecto. Toda esta patología es debida a una gran inseguridad de la persona.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 100.

 

Aparece Eloy, “amigo” de Serafín.

 

ELOY.-

Estos dos tienen un genio,

que es un genio por demás;

y es que las hembras a veces

van y miran por mirar,

y luego los hombres pegan,

y no miran dónde dan.

Y luego pasan las cosas

como no deben pasar…

y ya saben lo que pasa,

y aquí no ha pasado más.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 58

 

(Redactada en términos de accidentes gramaticales.)

 

(Cuadro I, Escena III.)

 

SEÑOR ELOY.- Voy a ser breve y veraz. El arcidente que se ventila aquí, oriundo de la taberna propiedaz de los pollos, ha sido un arcidente puramente gramatical. Origen: los celos.

 

SERAFÍN.- Fundados.

 

CRISTINA.- Mentira.

 

SEÑOR ELOY.- Prosigo. La joven, como bonita es un fasimile; el pollo, no es de los que usan corsé – faja; sobreviene un parroquiano de tiro rápido, se extiende en consideraciones sobre la arquitectura ojival de la señora; llega éste, se escama y ¡tris!, un argetivo femenino; la señora ¡tras!, un argetivo masculino, y en seguida saltan por el éter un vaso y una frase hecha. La joven amaga con el embudo, profiere un verbo ¡y el siniestro! Sustantivos, mamporros, fuga de vocales, bofetás, utensilios por el vacío; mediaron los parroquianos, medié yo, medió el chico de la taberna… con un frasco en las narices, que maldita sea su estampa; salió ésta corriendo con una interjección, la despidió éste con una abreviatura, corrí tras ellos y aquí estamos los tres, ustedes dos cinco, este cardenal seis, y esto de la americana siete.  A lo cual argumento, que si yo Eloy Pérez Titay, me vuelvo a meter en otro arcidente gramatical de esta naturaleza, que me den dos metidos en la parte de la oración que gusten, ¡palabra!

 

Espectacular ejercicio lingüístico.

 

El piropo que le había lanzado el parroquiano era: “¡Con un puchero y esos ojos me atrevo yo a asar castañas!” Autor: Teodolindo Rico. Cristina le dice que qué rico y Serafín se arranca a montar el lío.

 

Eloy habla para Antonio y Serafín. Les cuenta sus cinco experiencias en sus cinco matrimonios. En todos fue engañado. Dice que si una mujer sale a tender y solo pone una toalla, eso puede ser una señal; si riega un tiesto, “¡aléjate, que éste no sale!”; si se pone un pañuelo azul, “ven a las siete”; si se lo pone lila, “sube”; si te manda ponerte una corbata encarnada, “mañana sale”. Antonio tiene una corbata encarnada y comienza a ponerse nervioso.

 

Mensaje número 231: Arniches emplea la figura de Eloy, el tercero en discordia, para explicar cómo es posible que tengamos a nuestro lado una persona que de forma larvada nos vaya metiendo el veneno de los celos. Además, esa persona, es vista por nosotros  como un “amigo”, no podemos desenmascararla hasta que ya es demasiado tarde.

Se van Serafín y Eloy. Manolo se queda solo. Tiene un monólogo en el que cuenta que está preocupado porque Consuelo es muy guapa, y deberá vigilarla más de cerca desde ahora.

 

Se va Antonio y aparecen en escena Cristina y Consuelo. Cristina le cuenta la historia de un ex novio que la está acosando, Paco el Moreno, y no sabe cómo quitárselo de encima. De pronto, aparece Paco y le suelta un piropo: “¡Si hay alguien que me pulverice – que no hay quien – me pulveriza, le seguiré a usté pulverizao y too!”

 

Consuelo se ofrece para hablar con él y solucionar su problema.

Antonio, que estaba escondido, ve cómo Consuelo sigue con la mirada a Paco y  después presencia cómo le manda al Badanas a dar un recado al mismo Paco para que le haga volver al merendero.

 

Cuando Badanas sale a la carrera a dar el aviso, es interceptado por Antonio quien le saca toda la información. Antonio no tiene dudas: Consuelo le engaña con Paco. Los celos crecen en su interior.

 

Eloy aparece al ver toda la escena riéndose disimuladamente por las tribulaciones de Antonio. Éste le abraza dándole las gracias por abrirle los ojos.

 

(Cuadro I, Escena XII.)

 

SEÑOR ELOY.- ¡Ah! ¿Lo está usté viendo, alma noble? ¡Mujeres! ¡¡mujeres!! ¡Toas iguales! Si no tie usté más que ver lo que hizo Eva, que cuando llegó Adán a quitarle la manzana, ya la había mondao. ¡Y eso en el Paraíso! ¡Conque carcule usté qué no harán en la Cuesta de San Vicente!

 

Mensaje número 232: ¡El fatalismo sobre las mujeres iniciado desde Eva! Arniches aprovecha la voz de un personaje despreciable para ridiculizar esa visión.

 

Estando Antonio y Eloy escondidos llega Paco el Moreno. Consuelo explica con claridad que lo que quiere es que deje de acosar a Cristina, a lo que Paco, vira su objetivo fijando sus ojos en Consuelo a quien llama “¡Vértigo de mujer!”

 

Antonio sale como una fiera y hace rodar por el suelo a Paco llamándole de todo. Paco se va desafiante. Antonio repudia a Consuelo dejándole para ella el merendero y la abandona. Se van juntos Serafín, Eloy y Antonio.

 

Mensaje número 233: Consuelo recibe el mayor castigo de una sociedad mojigata. Es repudiada tan solo por haber tomado la iniciativa de hablar a un hombre estando casada. ¡Arniches denuncia esta circunstancia!

 

Se quedan las dos mujeres en el merendero viendo marchar a sus maridos.

 

(Cuadro I, Escena XV.)

 

CRISTINA.- ¡Y se van! ¡Se van! ¿Pero ves qué infames? ¡Qué solas nos dejan!

 

CONSUELO.- ¿Solas? ¡Solas no! ¿No nos quedamos con nuestra honradez? ¡Pues ya no estamos solas!

 

Badanas se queda con ellas. Se baja el telón y mutación.

 

Mensaje número 234: Magnífico final. Las mujeres se quedan con su honradez. ¿Solas? No, si nos quedamos con nuestra honradez ya no estamos solas. No necesitan a nadie.

 

El segundo Cuadro nos muestra el interior de la trastienda de una taberna con pellejos de vino, botellas, embudos, barriles… Hay una puerta de comunicación con la taberna cubierta con una cortina. Una ventana a la derecha que da a la calle. Dos veladores de pino y banquetas a su alrededor.

 

Eloy aparece dándose la gran comida con chuletas y vino. Serafín está sentado con la cabeza oculta entre sus manos.

 

Llega Antonio. (Con cara de horrible sufrimiento. Se sienta en un taburete, apoya los codos en las rodillas y sujeta la cabeza con las manos con la mirada en un punto fijo. Habla con voz siniestra, con voz reconcentrada.)

 

Habla para sí mismo: “No vino a decirme: “Antonio, mátame si quieres, pero yo no soy culpable.” No vino ni vendrá”. Pasea agitado. Hace gestos de que está apuñalando a alguien.

 

Eloy quiere distraerle preguntándole por la actualidad, como la guerra de Rusia y Japón y las hazañas del General Kouroki. No hace ni caso.

 

Él se pregunta: “¿Por qué no ha venido?” Ha comprado una navaja y un revolver Buldog con seis balas de 16 mm.

 

Mensaje número 235: Arniches nos presenta la pregunta que se hace todo marido “ofendido”: ¿Por qué no ha venido? Esto no hace sino enquistar el problema. Si ella no da el paso, él se siente justificado en sus sospechas. Se está perdiendo de vista la otra opción: ¿y si el equivocado es él? ¿Y si tal vez sea él quien deba dar el paso?

 

General Kouroki. www.wikipedia.org

Famoso general en la guerra de 1904 entre Rusia y Japón.

 

Estando en esta situación de angustia llega el Badanas con un lío de ropa para Antonio, y cuenta que Consuelo lo está pasando muy mal, y que incluso ha quitado el rótulo del merendero, donde antes ponía La Alegría, ahora no pone nada.

 

Serafín pregunta por Cristina.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 99

 

(Cuadro II, Escena III.)

 

SERAFÍN.- ¿Y la señá Cristina estará tan frescales?

 

BADANAS.- M’ha dicho que si me preguntaba usté que le dijese que se ha pasao estos dos días cantando.

 

SERAFÍN.- ¿Y es de veras? (Agarrándole con ira.)

 

BADANAS.- Yo no la he oído, pero puede que haiga cantao pa sus adentros.

 

Badanas trae unas llaves para Serafín como si las hubiese encontrado él y ropa para Antonio como si fuese iniciativa suya. Se marcha recomendando a Antonio que se dé una vuelta por la tarde por el merendero, que está muy animao, y que no crea nada malo de la señá Consuelo.

 

Arniches introduce un elemento nuevo en la historia: el espía. Se llama el Pirili, ha ido a investigar por orden de Eloy y cuenta lo que ha visto.

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 59

 

PIRILI.- Pos na, que allegué a las ocho al merendero, m’aposté en el cañizo, a las nueve cerraron y al rato un gachó.

 

SEÑOR ELOY.- ¡Arrea!

 

SEÑOR ANTONIO.- Señas de aquél hombre.

 

PIRILI.- Gorra con visera, pañosa torera y mi estatura, deo más, deo menos.

 

SEÑOR ELOY.- Era él. (A Antonio.)

 

SEÑOR ANTONIO.- (Con creciente afán.) Sigue, ¿y qué hizo?

 

PIRILI.- Saltó la empalizá, s’arrimó a la casa, s’aproximó a una ventana y dijo con voz apagá: “Consuelo, Crestina.”

 

SEÑOR ANTONIO.- ¿Le abrieron?

 

PIRILI.- Silencio absoluto. Y él, al ver que no l’abrían, se conoce que cabreao, se golvió a la carretera, se sienta en la cuneta, enciende un pitillo, m’arrimo yo como gateando y le oigo así como suspirar y gemir…

 

SERAFÍN.- Yo me voy.

 

SEÑOR ANTONIO.- Calla ahora.

 

SEÑOR ELOY.- Silencio.

 

PIRILI.- (¡Contra! ¡Juraría que el que suspiraba anoche en la carretera era éste.) (Señalando a Serafín.) (Él es, pero yo me callo.)

 

SEÑOR ANTONIO.- Sigue.

 

PIRILI.- Pus na, que pasó una hora, dos, tres, s’alevanta el susodicho, vuelve a arrimarse, y entonces…

 

SEÑOR ANTONIO.- ¿Qué?

 

PIRILI.- Que ya no le vide más.

 

SEÑOR ELOY.- Le abrieron.

 

SEÑOR ANTONIO.- Puede.

 

Al terminar el relato Eloy le da 1 peseta (4€) y le dice a Antonio que le ha dado dos duros (10 pts. = 40 €), pero que ya se los dará cuando todo termine.

 

Antonio se marcha a dormir.

 

Eloy se queda solo y explica en un monólogo que todo le está saliendo redondo. Ahora hará que se reconcilien, y tendrá a una mujer comiendo en su mano, para después poder seducirla. Se marcha hacia el merendero a dar su último golpe.

 

Antonio sale del cuarto quejándose de no poder dormir. Lo único que se le ocurre es ir al merendero y esperar a que vuelva el desgraciado que ronda a su mujer y ¡matarlo!

 

Mutación.

 

El tercer cuadro nos sitúa dentro del merendero La Alegría. Hay una escalera abierta al foro con un bote de pintura negra. Es de noche. Hay tormenta. Relámpagos. Lluvia a mares.

Escuchamos un Coro de Lavanderas. Ellas cantan a la jornada de trabajo perdida y Consuelo canta a su desamor.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 101

 

(Cuadro III, Escena I.)

 

CONSUELO.-     ¡Aquí dentro estoy llorando

y allá fuera está lloviendo!

¡Yo con penas y él con rayos,

tengo el alma como el cielo!

 

Entra Badanas avisando de que ha visto al señor Antonio por un relámpago. Consuelo quiere estar con él cara a cara: “¡No hay quien me lo vuelva a robar!”

 

Entra Antonio que le insulta: “¡Infame! ¡Falsa!” Consuelo lo niega todo.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 102

 

(Cuadro III, Escena III.)

 

CONSUELO.-

¡Pues no que no!

La que tie que temer,

es la que baja los ojos,

y la que llora y desespera y rabia,

¿pero yo? Soy la de siempre

y me encuentras donde estaba,

y como estaba; serena,

más clara que el agua clara;

más limpia que el mismo sol,

que aún siendo sol tie sus manchas.

Levanta, Antonio, esos ojos,

mírame bien a la cara

y a ver quién es quién te quiere,

y a ver quién es quién te engaña.

Andas por ahí pregonando

como un necio, tu desgracia

porque te sopló al oído

un granuja dos gansadas,

y me ties aquí muriéndome

de tanto tragarme lágrimas.

Te he tenido siempre ley,

a pesar de too, sin farsas;

porque las mujeres buenas

como yo, cuando se casan,

no tien más que un pensamiento,

ni tien más que una palabra.

Soy buena, porque lo soy;

porque lo llevo en el alma.

 

Mensaje número 236: Excelente declaración de principios de Consuelo. Nada tiene que demostrar la que nada ha hecho mal. Ella está donde estaba.

 

              Antonio duda. Consuelo le dice que Eloy le está rondando mientras él está sufriendo. Le exige pruebas de lo que dice, y de pronto ¡llega Eloy! Antonio se esconde para ver la escena.

 

Eloy se excusa por las horas pero dice que lo que le tiene que contar es importante. Le cuenta que no debe sufrir más por Antonio, que no se lo merece; hoy mismo ha querido convencerle para que viniese a pedirla perdón y se ha negado, incluso usando la violencia contra él. Pero que mañana le trae de las orejas, si hace falta.

 

En ese instante sale un furioso Antonio que le retuerce el brazo y Eloy grita de espanto.

 

La escena que viene a continuación la veremos también en La Señorita de Trevélez aumentada y mejorada.

 

Se quedan solos los dos. Llama a Badanas y le pide tinta, pluma y papel. Cuando lo tiene todo le dicta: “Señor Juez del distrito de Palacio. Muy Señor mío: esta noche he entrao en una casa de este distrito a robarle a un hombre honrao el cariño de su mujer. Y abochornao de mi acción infame, voluntariamente me levanto la tapa de lo que tenga en el interior del cranio, que no sé lo que será.

De usté afectísimo y seguro cadáver, Eloy Pérez Titay. Madrid a tantos de tantos.”

 

Eloy lo copia con múltiples interrupciones suplicando el perdón. Antonio le deja el revólver y le da un minuto para que se pegue un tiro, en caso contrario le degollará. No tiene valor. Antonio le zarandea e insulta y se escapa por una ventana. Se oyen dos tiros fuera. Todos quedan aterrados hasta que se abre la puerta y se ve a Serafín con Eloy bien sujeto. Consuelo le manda a Eloy que cargue con la escalera, coja el bote de pintura negra y vuelva a rotular, LA ALEGRÍA, en el la puerta del merendero.

 

Consuelo pide a Antonio y a Serafín que no hagan que las vuelvan nunca a borrar. Los dos gritan a una: “¡Nunca!”

 

Telón. Música. Fin de la Obra.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 230: Arniches realiza la descripción perfecta del comportamiento patológico de los celos. Un hombre, en este caso, que sospecha de todo, que sabe que le ha engañado o que le va a engañar. Cualquiera de los dos supuestos le hace sufrir enormemente. El posible futuro resulta insoportable, es un futuro imperfecto. Toda esta patología es debida a una gran inseguridad de la persona.

 

MENSAJE NÚMERO 231: Arniches emplea la figura de Eloy, el tercero en discordia, para explicar cómo es posible que tengamos a nuestro lado una persona que de forma larvada nos vaya metiendo el veneno de los celos. Además, esa persona, es vista por nosotros  como un “amigo”, no podemos desenmascararla hasta que ya es demasiado tarde.

 

MENSAJE NÚMERO 232: ¡El fatalismo sobre las mujeres iniciado desde Eva! Arniches aprovecha la voz de un personaje despreciable para ridiculizar esa visión.

 

MENSAJE NÚMERO 233: Consuelo recibe el mayor castigo de una sociedad mojigata. Es repudiada tan solo por haber tomado la iniciativa de hablar a un hombre estando casada. ¡Arniches denuncia esta circunstancia!

 

MENSAJE NÚMERO 234: Magnífico final. Las mujeres se quedan con su honradez. ¿Solas? No, si nos quedamos con nuestra honradez ya no estamos solas. No necesitan a nadie.

 

MENSAJE NÚMERO 235: Arniches nos presenta la pregunta que se hace todo marido “ofendido”: ¿Por qué no ha venido? Esto no hace sino enquistar el problema. Si ella no da el paso, él se siente justificado en sus sospechas. Se está perdiendo de vista la otra opción: ¿y si el equivocado es él? ¿Y si tal vez sea él quien deba dar el paso?

 

MENSAJE NÚMERO 236: Excelente declaración de principios de Consuelo. Nada tiene que demostrar la que nada ha hecho mal. Ella está donde estaba.

 

 

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