MI PAPÁ

 

O

 

LA FARSA Y LA MENTIRA

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Anita Martos, caricaturizada por Tovar.

 

Nos encontramos ante un gran acontecimiento en la vida de Carlos Arniches. Esta será la segunda obra de gran tamaño que realice en su vida, después de la obra en tres actos de Los Mostenses. Pasa de sainetes de 3 cuadros en un acto, a una obra con Prólogo y 3 actos. Desaparece la Zarzuela, es una Obra de Teatro. Sí que escucharemos música de un gramófono, compuesta por Rafael  Calleja, pero no habrá foso con orquesta. Además, la farsa se introduce como un elemento vehicular de toda la obra. El mensaje es toda la obra. Ahora, Carlos Arniches, alarga la mentira inicial hasta condiciones extremas, de las que el personaje va saliendo de forma milagrosa. Todavía no es una Farsa Grotesca, ni siquiera llega a Tragedia, pero está claro que distinguiremos discursos, personajes y actitudes que nos volveremos a encontrar en las obras maestras de dentro de 6 años. Incluimos esta obra en su Etapa Moralizante.

 

Se estrena la obra el 26 de enero de 1910 y está firmada por Carlos Arniches y Enrique García Álvarez. Han pasado 22 años desde La Casa Editorial. Veintidós años de aprendizaje, pruebas, sainetes, zarzuelas hasta llegar a un punto de no retorno: EL TEATRO.

 

Comenzamos por el Prólogo. Es un cuadro típico de Arniches. Vemos una morada humilde, un ático con una ventana que da a los tejados; una puerta de cristales que da una habitación, y que tiene periódicos donde no hay cristales; una mesa de pino muy deteriorada acompañada de una silla desvencijada y de una caja que pone “frágil” como banqueta. Retratos de toreros y un cuadro con un escudo de armas de un marqués.

 

En este cuchitril vive nuestro protagonista: César Benavides, un aristócrata sumido en la pobreza pero querido por todos y todas; galante empedernido no deja de lanzar un piropo a todo lo que lleva faldas.

Arniches, nos expone un detallado muestrario de las deudas en las que incurre nuestro marqués, para que tengamos una idea del perfil económico en el que se encuentra. Debe 3 reales al zapatero por unas suelas. Cada real son 25 céntimos. Al cambio, cada real es 1 €. Mariana le ha realizado la compra con esos tres reales que no le ha dado al zapatero, y le ha comprado 2 huevos por 30 céntimos (1,2€. Eso estaba más caro que en la actualidad.); medio kilo de patatas por 15 céntimos (0,6 €); un panecillo por 10 céntimos (0,4 €, como ahora.); aceite por 15 céntimos (0,6 €). En total se ha gastado 70 céntimos y sobran 5, al que llaman “perro chico” en contraposición de lo que decían “perra gorda”, que eran 50 céntimos.

 

CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 138

 

(Prólogo, Escena II.)

 

MARIANA.- ¡Calle usted, hijo, que esto es para repudrirse!

 

DON CÉSAR BENAVIDES.- ¿Pues?

 

MARIANA.- Ese, que vino anoche con otra.

 

DON CÉSAR BENAVIDES.- ¿Con otra qué?

 

MARIANA.- Con otra merluza; ¡pero la traía viva!

 

DON CÉSAR BENAVIDES.- ¿Quién? ¿Inocente?

 

MARIANA.- Mi marido, sí, señor. ¿Pero por qué le pondrían Inocente a ese ladrón, diga usté?

 

DON CÉSAR BENAVIDES.- ¡Qué sé yo, hija!, porque algo le tenían que poner… No te choque, a mí me llaman César, y ya ves, como no me lo hayan puesto para molestar a la Historia, no me lo explico.

 

Mariana desea verle rico al marqués y éste le responde que el dinero no trae más que problemas.

 

DON CÉSAR BENAVIDES.- ¿Rico?… ¿Y para qué, querida Mariana! No conozco nada tan despreciable como el dinero: él desquicia el mundo, él enciende las guerras, él lanza los pueblos contra los pueblos, a los hombres contra los hombres, a las mujeres contra… los hombres… todo lo pervierte, lo prostituye, lo encenaga… ¡Dinero! ¡No me hables de dinero! ¡Lo desprecio, lo execro, lo maldigo!

 

Mensaje número 320: Para Arniches, el valor del dinero es algo que tiene muy claro y que en este párrafo describe perfectamente. Él sabía muy bien lo que podía hacerse por dinero, cómo unos hombres podían ir contra los otros, los pueblos contra los pueblos… incluso podía llegar a romper amistades como ocurriría dos años después de este estreno; su amistad con Enrique García Álvarez se rompería por dinero.

 

              Una vez que Mariana se ha ido, entra Salvadora, una vecina jovencita que se “cola en su casa” para pedirle que le llene una jarra con agua. César no se puede reprimir y le lanza estos piropos que son un poema:

 

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 132

 

(Prólogo, Escena III.)

 

DON CÉSAR BENAVIDES.-

 

Una mujer que lleva en su cara

los tintes de la rosa,

en sus ojos el resplandor del día

y en su cuerpo fragancias de juventud,

cólese donde se cole,

está bien colada:

y perdón por la cacofonía.

 

Cuando don César se retira para coger el agua, Salvadora nos cuenta cómo le admira, porque, aunque sea un viejo de 55 años – “la mayor parte de los días, le faltan ocho reales para completar las dos pesetas; pero no le falta el buen humor”.

 

Hay que recordar que cada peseta son 4 reales, así que… ¡si te faltan 8 para completar las dos pesetas es que no tienes nada!

 

Salvadora se va y don César se retira a la cocina a preparase el desayuno. Entra Paquito (Francisco Sierra es su nombre completo), que al no ver a nadie, da unas cuantas voces. Está desesperado. Tiene una angustia vital enorme. Sabe que quiere con locura a su novia, Luisa, pero tiene antes que resolver un problema. Por fin sale don César y Paquito le cuenta:

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 77

 

(Prólogo, Escena IV.)

 

PAQUITO.- Pues verás. Bueno, ya sabes tú, querido Benavides, que toda mi vida he sido un desgraciado; voy a examinarme y me suspenden; voy a jugar y pierdo; me dirijo a una mujer y me dice que sí; no pago en la casa de huéspedes y me echan… en fin, que me ha faltado eso que se llama el factor suerte. Total, que todo el mundo me ha creído un tarambana, ¡pero tú ya me conoces!

Ya sabes que tenía relaciones con la Serafina; y nada, que me entusiasmé: lo que me pasa a mí con las mujeres guapas.

Y voy y le pongo un pisito, pero barato, una friolera…

¡Ah!… Cuando llegó el segundo mes ya estaba yo en Valladolid, donde me había ido a contárselo a mi padre para que me sacara del apuro…

Y me sacó, pero me sacó de casa, y desde ese disgusto se han enfriado nuestras relaciones de un modo espantoso.

La Serafina se había metido en una casa de institutriz, se conoce que le había gustado al cabeza de familia.

Aquél desengaño, el disgusto con mi padre, mi salud resentida por aquél vivir sobresaltado, todo cayó sobre mi espíritu y sobre mi cuerpo de un solo golpe, y arrepentido y triste pensé en la redención. Quise salvarme, querido Benavides; quise detenerme en la pendiente por la que rodaba a un abismo de desesperación… y de envilecimiento y me así…

 

BENAVIDES.- ¿A una anciana con dinero?

 

PAQUITO.- Me así al amor… al amor de una mujer encantadora y honrada, y ¿a qué negártelo?, rica… Y, ¡asómbrate, querido Benavides, asómbrate! ¡Me caso mañana!

Que me caso mañana, si tú quieres.

Pues resulta que una de las formalidades para casarse en 1910, era que la familia de la novia debía recibir por escrito la petición de mano firmada por el padre del novio. Paquito ha falsificado ese documento y ahora le hace falta que don César Benavides se haga pasar por su padre.

 

Estamos viendo una situación parecida de suplantación de personalidad como la que vimos en la obra Los Puritanos, en la que Pérez debe hacerse pasar por el Tío de Alcalá.

 

Benavides rechaza el ofrecimiento hasta que Paquito le da 1.000 pesetas para que se compre ropa adecuada y lo que quiera. Son unos 4.000 € actuales. ¡Imposible rechazar la oferta! Pero le asegura que sólo hará de su padre 24h, después huirá como un corzo.

 

Le pone en antecedentes de su padre: vive en Valladolid, de nombre don Victorio Sierra, médico Otorrinolaringólogo, Catedrático de Medicina; su madre falleció cuando él tenía 5 años.

 

Mariana viene con la deuda del zapatero y éste no solo se la paga sino que además le encarga unos zapatos de charol. Entre tanta alegría y jolgorio finaliza el prólogo. Baja el telón.

 

El primer acto nos presenta un gabinete lujoso. En ella encontramos a la madre de Luisa, doña Carmen desmayada y rodeada de familiares. Cada uno intenta reanimarla abanicando, con éter, abriendo ventanas, desabrochando el vestido…

 

Doña Carmen vuelve en sí y llora por la emoción de la boda de su hija Luisa…

 

La hermana de Luisa, Dora, es una mujer descrita por Arniches como de tipo seco, árido, de aspecto varonil, sabihonda y altiva. Con una suficiencia que le hace despreciar el aire que respira. Va con impertinentes (gafas). Viste muy elegante, de mantilla. Vamos, un encanto. Aquí la vemos hablando con Parreño, un familiar.

 

(Acto I, Escena III.)

 

DORA.- ¡El casarse! ¿Y qué es casarse?… Un accidente sin importancia. A la postre, ¿qué es el matrimonio? Si decimos la verdad a secas, pues un estado civil en el cual el hombre se aburre…

 

PARREÑO.- Mucho, mucho.

 

DORA.- Y la mujer finge no aburrirse.

 

Mensaje número 321: La situación de aburrimiento en muchos matrimonios, era una constante que Arniches apreciaba en la clase burguesa y clase alta.

 

Las primas, que se llaman Clo-Clo y Cla-Cla, y los tíos de Luisa muestran su agrado por lo guapísima que está Luisa. En cuanto se va, no hacen otra cosa sino desdecirse; que si ese traje no se lleva, que si parece un carnaval…

 

Mensaje número 322: La envidia y la hipocresía dentro de la familia quedan retratadas por Arniches en estas primas de nombres ridículos.

 

Llega Paquito y saluda a todo el mundo. Está preocupado porque aún no ha llegado don César Benavides para hacer el papel de su padre, don Victorio Sierra.

 

Doña Carmen posee una tienda textil de mucha importancia, y ha invitado también a sus cuatro dependientes: Paulino (de 35 años), Muñoz (casi un niño), Bravo y Sánchez (ambos de 25 años.)

 

Finalmente llega César y dan un discurso de salutación que se parece a los discursos políticos de Arniches.

 

 

 

 

 

DISCURSOS DE ARNICHES NÚMERO 7

 

(Acto I, Escena XIII.)

 

BENAVIDES.- A todos saludo, señores. Y desde este momento para mí tan grato, cuenten, no con el afecto, que eso sería poco, sino con una efusiva y leal amistad que se inaugura en un día para mí el más solemne, porque en él comienza para mi querido hijo una era…¡era sí de felicidad y bienandanza!

 

Este tipo de discurso lo vamos a ver en obras posteriores como Los Caciques, La señorita de Trevélez y otras de su época más dorada.

 

Sigue piropeando a doña Carmen, abrazando a Luisa, cae tan bien que en contra de lo previsto acepta ir con ellos a su finca durante 15 días, ante el horror de Paquito. Y termina el primer Acto.

 

El segundo acto comienza presentándonos un jardín de un hotel con fondo de la sierra de Guadarrama. A la izquierda del actor se ve una fachada posterior de una casa con puerta y ventanas, un columpio y una acacia. Al foro se ve una verja, y por la derecha está el gallinero y una fuente medio oculta por la zarzamora. Hay además sillas de mimbre y un banco. Es un día radiante de verano.

 

Arniches nos ofrece una típica escena campestre de la alta sociedad: Benavides y Clo-Clo juegan con el volante; doña Carmen, Luisa y Cla-Cla charlan; Gregoria, la mujer del jardinero, canturrea mientras hace la labor…

 

Se oyen unas campanadas y las mujeres abandonan la escena para ir a misa.

 

Benavides se queda solo y nos cuenta lo feliz que es auscultando el pecho a todas las mujeres como parte de su trabajo “como médico”.

 

En esto que llega Paquito con un enfado monumental, lleva dos meses en la finca y no para de auscultar a las mujeres, por lo menos a 30. Discuten. Paquito le pide que abandone el lugar y le dice que él irá a Valladolid a explicarle todo a su padre.

 

César no quiere irse y traza un plan. Coge a doña Carmen, que ha llegado ya de misa y le da las gracias por la acogida de toda la familia. Ella le corresponde diciéndole que el placer ha sido mutuo. En ese momento le pide que le preste atención porque debe hacerle una confesión: ¡Paquito no es su hijo! Y le cuenta una historia.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 78

 

(Acto II, Escena III.)

 

BENAVIDES.- Yo me uní enamorado como un loco a la madre de Paquito y fue este matrimonio cadena de flores, que ató dos cuerpos y dos almas. Ella tenía 24 primaveras y yo 25. A poco tuvimos un hijo, Paco, que perfumó nuestro hogar con el aroma de una felicidad soñada. A Paco le consagré todos mis desvelos. Pues bien, una noche, había enfermado mi mujer de cruel dolencia, ¡noche tremenda, cuyo recuerdo me eriza el poco cabello que me resta! Estaba yo velando a mi infeliz consorte, era una noche tormentosa, tempestad en el cielo y en el alma… Conmigo estaba una anciana, antigua sirvienta de mi mujer, y que por lo que sabrá usted luego era una bruja. Pues bien, ¡ah!, ¡parece que se me representa la escena! Yo, loco, entre el dolor, la tempestad y la bruja, me paseaba por la estancia a grandes pasos. Cuando en esto, oí la voz doliente de la pobre enferma que me decía: Benavi… digo, ven aquí, Victorio. Me acerco – ¿qué quieres? – le pregunto – Oye, Victorio mío, murmura el terrible secreto de una conciencia que quiere volar a Dios limpia de manchas terrenas – ¿Qué dices, desgraciada? – grito ansioso.- Victorio, exclama con voz imperceptible, Victorio de mi alma, Paquito… Paquito no es tu hijo. ¡Perdóname! – Y expiró ¡ah!

 

Benavides sigue contando que quiso abandonar a Paquito en las calles pero que el crío volvía gritando: ¡Papá! ¡Papá!

La bruja le contó que el padre es un sinvergüenza que vive en Valladolid. Doña Carmen queda conmovida. Le sigue contando que Paquito no le quiere, que todo es disimulo, y le ruega silencio delante de Luisa y de Paquito.

En la siguiente escena sale Paquito decidido a contarle a doña Carmen que ese hombre no es su padre, y ésta le detiene diciéndole que ya lo sabe todo. Paquito se queda perplejo. Pero doña Carmen le asegura, además, que ese hombre vivirá con ellos toda su vida.

La situación se complica para Paco que ya no sabe qué hacer.

 

En este momento, Arniches da una vuelta de tuerca a la historia y hace aparecer a un personaje nuevo para conseguir mayor hilaridad: Molina. Este individuo había prestado 200 pesetas (800 €) a Paquito y ha venido para cobrarse la deuda.

 

Paquito le dice que muy bien, pero que incluso le puede dar más si le ayuda en un “asunto”. El espectador no conoce las intenciones ni el plan de estos dos…

 

Mientras tanto siguen distrayéndonos con los demás personajes. Mariano Tapia, que es sordo como una tapia, tío de Luisa, ha estado posando vestido de cazador para Dora. Todos alaban el cuadro que ésta ha pintado

 

En esto llega Gregoria diciendo que hay un señor  en la puerta que asegura ser el padre de Paquito y que quiere verle.

 

Benavides llama a Carmen y le asegura que ante la presencia del padre de Paquito debe irse, incluso coge la escopeta y hace un amago de montar un buen jaleo. Carmen insiste en que no se va y no se va. Es ella misma quien se enfrenta a “padre de Paquito” ¡que no es otro que Molina!

 

Carmen le recrimina lo mal padre que ha sido, y que el único verdadero es “Benavides”. Molina no entiende nada, se va acobardando y aparece Benavides de nuevo con la escopeta hasta que Molina se acurruca en un rincón pidiendo socorro.

 

Sale Paquito llamando papá a Molina, y éste le responde que no le llame así, ¡que su verdadero padre es el otro! Doña Carmen le vuelve a decir a Benavides que él es el único padre de Paquito y que se quedará con ellos ¡toda la vida! Y ante los abrazos y felicidad se baja el telón.

 

El tercer acto nos muestra el mismo lugar que en el segundo pero decorado para una fiesta. Es por la tarde.

 

Se ha retirado el columpio y hay luces en los árboles. Se escucha una marcha militar desde dentro de la casa tocada por un gramófono. En la verja están apostados mozos y mozas del pueblo escuchando alucinados. Arniches, echa de menos la música de sus zarzuelas, el comienzo de los cuadros con las armonías de la orquesta y las voces de los cantantes.

 

Nuevo entretenimiento para desviarnos del tema principal. Ahora son los cuatro dependientes de la tienda de doña Carmen, que también están pasando unos días en la casa, y que aún no han llegado de su excursión. Doña Carmen está preocupada.

 

Cuando finalmente llegan, Paulino está borracho y nos proporciona diálogos llenos de hilaridad.

 

Se van preparando todos para bailar el “garrotín”. Aumenta el grado de diversión en la fiesta. Benavides intima más con Carmen.

 

En un momento en el que han entrado todos dentro de la casa aparecen dos hombres en la verja, son Victorio Sierra (Padre verdadero.) y su sirviente Juan. Explican que han venido a reñir a Paquito por haberse casado sin el consentimiento de su padre. Gregoria les atiende, pero en vez de avisar a Paquito, avisa a Benavides, que sale y se enfrenta a Victorio sospechando que es otro engaño de Paco.

 

Benavides se lo toma a chufla ante la perplejidad de Victorio. Sale doña Carmen que toma partido por Benavides llamando mal padre a Victorio. El grado de alucinación de éste es mundial. Juan, el sirviente para quien Paquito es como un hijo, llega después y grita: “¡Paquito, hijo!” Benavides exclama: “¡Otro padre!” El lío va en aumento.

 

Finalmente, cada uno va explicando quién es y de qué conoce a Paquito. Prevalece la autoridad del padre verdadero y Benavides se va a preparar su maleta para marcharse. Paquito pide perdón a todos. Luisa le da las gracias a Benavides por haber permitido su boda y Carmen se queda con la pena de no poder ver cumplido su sueño de tener a César Benavides “toda su vida con él”.

 

Telón y fin de la obra.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 320: Para Arniches, el valor del dinero es algo que tiene muy claro y que en este párrafo describe perfectamente. Él sabía muy bien lo que podía hacerse por dinero, cómo unos hombres podían ir contra los otros, los pueblos contra los pueblos… incluso podía llegar a romper amistades como ocurriría dos años después de este estreno; su amistad con Enrique García Álvarez se rompería por dinero.

 

MENSAJE NÚMERO 321: La situación de aburrimiento en muchos matrimonios, era una constante que Arniches apreciaba en la clase burguesa y clase alta.

 

MENSAJE NÚMERO 322: La envidia y la hipocresía dentro de la familia quedan retratadas por Arniches en estas primas de nombres ridículos.

 

MENSAJE NÚMERO 323: El mensaje de la obra al completo nos transmite lo inútil de resistirse a la verdad. Siempre Carlos Arniches es defensor de hacer frente a las consecuencias de nuestras acciones. Sabemos que no es la actitud más adecuada la del padre de Paquito, y sabemos que es completamente incorrecta la de suplantar a otra persona con el engaño que esto supone; pero la solución no es seguir engordando la farsa sino afrontar las consecuencias de nuestros actos.