VIVIR DE ILUSIONES
O
EL OCASO DE LA ARISTOCRACIA
En esta obra Arniches, nos da una idea que ya estaba calando en su tiempo, en 1931: la aristocracia y la realeza tienen sus horas contadas. Parece mentira, pero es un tema que cobra actualidad en nuestra época, en la que una gran parte de la población se plantea el verdadero valor de la realeza en el mundo. Es su obra número 62 en solitario, se estrena el 12 de noviembre de 1931 y pertenece a su Etapa de Crítica Social y Etapa Moralizante.
Tenemos a Leonor (heredera sin dinero de una dinastía de alta alcurnia) y a su hija Blanquita, para la que se busca un “príncipe azul” que no termina de llegar.
Aprovechando esta ansiedad, un amigo “plebeyo” de Leonor, urde un engaño haciendo pasar por hijo de un Duque a su sobrino Pepito (Cristian en el engaño) que ya está enamorado de Blanquita. Lo adorna con una herencia de 19 millones de pesetas (38 millones de euros actuales) y se traga la historia.
Leonor que está encantada con la perspectiva de boda, consigue además la atención de un Marqués que coincide con ella en el Retiro a diario.
Todo en su vida está perfectamente encaminado. Decide conocer a la madre de Cristián (Ceferina) y así establecer la fecha de la boda. Ceferina está al margen de toda la trama y se niega inicialmente a pasar por la madre de un Duque. No quiere engañar a Leonor. Finalmente, accede y se da una de las escenas más hilarantes desde la Señorita de Trevélez.
El Marqués y Sebastián Aceituno, el amigo plebeyo, tienen una disputa por el amor de Leonor que acaba con duelo que no llega a producirse. Finalmente se reconcilian y le cuentan a Leonor todo el plan. Ceferina les invita a todos a comer pero Leonor no cede. Ella se queda anclada en su aristocracia aunque transige que su hija se case con Pepito.
El primer acto nos muestra dos bancos del Retiro. Es una mañana de primavera, de sol radiante. El lugar es frondoso, lleno de sombra grata y de silencio.
En la primera escena un guardia presencia una conversación entre dos jóvenes. Él le pide a ella que le conteste para esta tarde, pero le advierte:
(Acto I, Escena I.)
NIÑO.- Bueno; pero ya sabes que, pienses lo que pienses, me tienes que decir que sí.
NIÑA.- Ya te han dicho tres chicas de mi colegio que sí esta semana… ¡No sé para qué quieres tanto sí!…
ROGELIO EL GUARDA.- Que se conoce que los colecciona.
…
NIÑO.- (Encendiendo un cigarro.) ¡Esta me daría un cartel…! Su papá es empresario del género frívolo…, pero bastante bruto; por eso no me atrevo a seguirla hasta casa, ¡por si las moscas! (Vase jacarandoso y echando humo.)
Como vemos, el concepto de niño y niña, no es el mismo que tenemos nosotros, que más sea justarían a “muchacho, muchacha”.
Mensaje número 852: Arniches detecta en los jóvenes la diferente concepción del amor, el chico quiere acaparar el mayor número de chicas, y la joven no entiende por qué no le basta con uno solo.
Rogelio saluda al barquillero que no está teniendo ninguna venta. Comentan lo mal que está todo con la bajada de la peseta. También hablan de la separación de la Iglesia y estado.
Sigue Arniches con el costumbrismo incluyendo otro de los personajes del Retiro: el soldado. Nos ofrece una conversación entre dos soldados andaluces muy divertida, en la que uno convida a otro ¡con el dinero de ese otro! (Ya vimos este diálogo en la obra El solar de Mediacapa- 1928)
(Acto I, Escena II)
SOLDADO 1º.- ¿Cómo que no?… Arrea palante. Contigo me gasto yo hasta el último séntimo… de tu mamá.
SOLDADO 2º.- ¡Ca, home; conmigo, ya ha terminado usté de derrochar!…
En la escena III nos brinda un diálogo maravilloso entre Sebastián Aceituno y Rogelio el Guarda sin que ninguno de ellos diga nunca el objeto del que se trata.(Lo mismo que se verá en Yo quiero (Acto I, Escena VII)- 1936) y que podemos disfrutar ahora en internet tanto por José Mota como por Florentino (splunge coche averiado)
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 425.
(Acto I, Escena III.)
ROGELIO EL GUARDA.- ¡Ay, en cuanto lo sepan doña Leonor y su niña!…
SEBASTIÁN ACEITUNO.- Se van a quedar atónitas, estupefactas…
ROGELIO EL GUARDA.- ¿Y se trata de ese jovencito rubio que…?
SEBASTIÁN ACEITUNO.- De ese jovencito rubio, que…
ROGELIO EL GUARDA.- ¿El del trajecito azul, que viene todas las mañanas y…?
SEBASTIÁN ACEITUNO.- Que viene todas las mañanas y…
ROGELIO EL GUARDA.- ¿Y mira a la chica a la chica y la…?
SEBASTIÁN ACEITUNO.- Y mira a la chica y la…
Al final se lo dice al oído, por lo que nos quedamos sin saberlo. De pronto le ven venir a lo lejos. Van a prestar atención al mozo que se llama Pepito. Es un joven elegante, simpático, que pasa sin sombrero, leyendo en un libro. Al pasar los mira y les hace una leve, pero graciosa, inclinación de cabeza y desaparece. En descripción de Arniches. Y siguen Rogelio y Sebastián con su charla enigmática…
(Acto I, Escena IV.)
SEBASTIÁN ACEITUNO.- ¿Se ha fiajo usted?
ROGELIO EL GUARDA.- Me he fijao.
SEBASTIÁN ACEITUNO.- ¿Y qué?
ROGELIO EL GUARDA.- Que sí, que tiene todo el aire de…
SEBASTIÁN ACEITUNO.- Todo el empaque de…
Siguen la conversación al oído y no sabemos nada más del tema. Sebastián asegura que desde que ha conocido la noticia ha corrido para informar de la alegría a Leonor y su hija, que estarán a punto de llegar a su banco en el Retiro. Sebastián se dirige al banco y declama:
POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 279 (101)
SEBASTIÁN ACEITUNO.- ¡Banco que cuando ella lo honra
con su asiento,
se trueca en un pedestal!…
¡Banco, que cuando ella,
dando rienda suelta
a su portentosa fantasía,
nos refiere el inmenso caudal
que derrochó,
heredado de sus padres,
la cuantiosa fortuna de marido,
los millones incontables de sus parientes,
yo le llamo el Banco del Río de la Plata!…
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 426.
ROGELIO EL GUARDA.- ¡Sí, pero los vendedores ambulantes, que la metá e las veces no pueden cobrarle lo que compra, le llaman el Banco de Crédito.
Sebastián bebe los vientos por ella. Rogelio, sin embargo, recela un poco porque presume de tener amistades en todos los estamentos del ayuntamiento que resultan ser falsos.
(Acto I, Escena V.)
ACEITUNO.- Y luego, es viuda… ¡Viuda, que es el estado perfecto de la mujer casada!
GUARDA.- ¡Cómo le sentaba el luto! ¿Se acuerda?
ACEITUNO.- Yo creo que su marido se murió para verla más guapa.
…..
ACEITUNO.- ¡Y qué es eso, amigo Rogelio, sino exaltación imaginativa, anhelo favorecedor, ansia amparadora, de un alma noble y bella!
Los soldados vuelven discutiendo sobre quién está realmente “invitando” a quién y con qué dinero… y se sientan en el banco de Leonor y Blanquita y deciden echarlos. (Visten las dos con modestia elegante: la madre con un traje negro; la niña con un trajecito gris y guante negro. Traen bolsos de costura.)
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 427.
(Acto I, Escena VI)
LEONOR.- No, pero yo echo a esos soldados.
BLANQUITA.- ¡Por Dios, mamá, que van a creer que eres Azaña!
….
LEONOR.- ¿Usted podría correrse un poquito más?
SOLDADO 2º.- Zeñora, estoy en la metá siguiente de cuando z’acabao
Para conseguir que se vayan les convence que es íntima de su coronel, don Gregorio Martínez Calambre, y le da una tarjeta que deben entregar ahora mismo, gracias a la que obtendrán pases y prebendas. Blanquita está aterrada, su madre sólo conoce al coronel por haber coincidido una vez en el ascensor y además haberle pillado el dedo…
En la siguiente escena, Arniches pone en boca de Leonor el origen de la fuerza de la aristocracia
(Acto I, Escena VII)
LEONOR.- Naturalmente que la tengo. Ya sé que hay una desproporción entre mi voluntad y mis posibilidades; pero no me arredra, no puede arredrarme.
BLANQUITA.- Bueno, mamá
LEONOR.- Debemos hacer el bien, sea como sea.
BLANQUITA.- Sí, pero cuando no se puede…
LEONOR.- También. Al menos hay que intentarlo, aunque por intentarlo te llamen loco. Porque si no se hiciera en el mundo nada más que lo posible, lo rutinario, lo vulgar, no se haría nada noble, ni nada grande, ni nada heroico.
Mensaje número 853: La voluntad por encima de las posibilidades de cada uno. La importancia de aspirar a lo bueno aunque parezca imposible para conseguir hacer lo heroico.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 153.
(Acto I, Escena VIII)
SEBASTIÁN ACEITUNO.- Ese joven es hijo de un Duque.
LAS DOS.- ¿De un duque?
SEBASTIÁN ACEITUNO.- De un duque, que por su madre es par de Francia y por su padre lord de Inglaterra y muchas veces millonario. Duque que vino a España en viaje de turismo y se enamoró súbitamente de una institutriz.
LEONOR.- ¡Jesús!
SEBASTIÁN ACEITUNO.- Y se estabilizó con ella en un pisito de la calle de Alcalá; pero era casado, vino la duquesa por él, y le obligó a marcharse sin conocer el fruto de sus turísticos amores; pero, caballero y noble, cumplió con sus deberes de padre, pensionando espléndidamente a la madre para que educara al niño 8porque fue niño), ¡y hoy…, hoy…, y ahora viene lo maravilloso, Leonor…!
LAS DOS.- ¡Diga, diga!…
SEBASTIÁN ACEITUNO.- El duque ha enviudado sin hijos, y ha escrito a la madre para legitimar el preciado fruto, que es ese joven pretendiente, y poderle dejar al muchacho su título y los diecinueve millones que atesora.
Ya está en marcha el plan, ahora cada uno debe cumplir su parte…
LEONOR.-¡Ah, llámame ahora loca, llámame loca!
ACEITUNO.- Las locuras son locuras hasta que se hacen realidad.
Mensaje número 854: “Las locuras son locuras hasta que se hacen realidad”, pero para todo esto hay que luchar y creer firmemente en ello. Ese es el lema de Arniches: trabaja con firmeza y decisión todos los días de tu vida en aquello en lo que crees y se verá convertido en realidad.
Pepito está estudiando Álgebra mientras pasea. Leonor le lanza un ovillo y entablan conversación.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 428.
POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 280. (102)
(Acto I, Escena IX)
ACEITUNO.- ¿Y usted, por lo que veo, estudia carrera de Ciencias?
PEPITO.- Ingeniero, sí, señor.
LEONOR.- ¿Caminos?
PEPITO.- Minas.
ACEITUNO.- ¡Oh, interesantísimo!
Un agujero, una galería…
Extraer del seno lóbrego de la tierra
sus tesoros para ofrecerlos a los demás…,
porque las minas dan tantas cosas…
Estaño, carbón, plomo, calamina…
muchas huelgas…,
y algunas veces, plata…
¡Oh, cuando se saque plata,
qué gusto debe dar!…
LEONOR.- ¿Y el álgebra esa que estudian ustedes sirve para algo?
PEPITO.- Sí señora, para que le suspendan a uno en junio.
Pepito, se explaya y cuenta su “triste historia”, incluso dice que no tiene ni padre ni madre, aunque la madre es fundamental para esta “trampa” ideada por Aceituno… Pepito acompaña a Blanquita a ver las de Vallejo. Se van riéndose. Leonor se queda con Aceituno al que promete un hotelito cuando la boda se lleve a cabo…
Aprovecha Leonor para preguntar a Aceituno si le ama, y contesta que sí, naturalmente. Ella le revela que un hombre la ama. Le cuenta que le ve a diario dar de comer a las palomas…, después viene un lacayo que le trae la prensa y un termo con café y una copa de jerez.
Aún no ha podido hablar con él. Parece que es un Marques que fue teniente alcalde en la Inclusa.
Leonor presencia como da de comer a las palomas y comienza un “monólogo” para invitar a la conversación al Marqués…, pero no lo consigue.
(Acto I, Escena XI.)
LEONOR.- … Hay algunos animalitos que no les falta más que hablar… (El marqués parce que va a contestar, pero silba de nuevo y sigue echando migas. Aparte.) ¡Nada, que no rompe! (Pausa. Al Marqués.) ¡Oh, alimentar a las aves, qué paciencia, qué bondad!… ¡Es cosa franciscana!… ¡Si le hubiera conocido el pobrecito de Asís, qué párrafos hubieran ustedes echado!…¡Hermano lobo, hermano pájaro, hermano mudo…, digo, ¡ay!, perdón!… (Pausa) ¡Oh, hacer bien a los animales, tarea de santos y de sabios!… Aunque usted más parece santo que sabio. Porque usted no será de la Academia de la Lengua, ¿verdad? ¡Ah, yo soy una enamorada del habla castellana!… (Pausa.) Y cuando le llaman a usted por teléfono, ¿ quién contesta?… (Aparte.) ¿Será mudo? ¡Qué diputado para las Constituyentes! Una ganga.
Mensaje número 855: Nuevamente Arniches aprovecha el más mínimo resquicio que le proporcionan sus “personas” en sus diálogos para poder meter baza política. Aquí critica a los diputados que no abren la boca y que votan lo que les mandan…, ¡son un chollo para el partido!
El jardinero de turno, con su manguera, les riega a ambos. Ella le increpa defendiendo al señor Marqués, que no le da ni las gracias y se va.
Leonor está a punto de darse por vencida. En ese momento llega Sebastián. Le pregunta por su “conquista” y al ver su fracaso, se presta a ayudarla en lo que sea. Leonor le da las gracias y le indica que cuando ella se lo diga deberá hablarla bajito y de forma insinuante… y que haga ella lo que haga, él debe permanecer quieto en el banco.
Dicho y echo. Vuelve el Marqués después de haber abroncado al jardinero y habla con Leonor. En estas llega Aceituno y Leonor le cuenta al Marqués lo pesado que es este individuo. El Marqués se va enfadando más progresivamente.
Leonor contesta en alto a las palabras susurradas de Aceituno: “No; no, señor, muchas gracias. Y haga el favor de retirarse. Se lo ruego”. Leonor se cambia al banco del Marqués pidiendo amparo. Éste se levanta enarbolando el bastón a modo de garrote y se dirige a romperle la crisma al pobre Aceituno que se levanta aterrado.
El Marqués lo cita y Aceituno vuelve. Leonor pide clemencia
(Acto I, Escena XIII.)
LEONOR.- ¡Por Dios, marqués; pero si la cosa…!
MARQUÉS.- Esta señora, ¿le ha autorizado a usted con sus miradas, palabras o ademanes, a que le faltara usted al respeto?
ACEITUNO.- ¡Yo no le he faltado al respeto, señor mío!
MARQUÉS.- Usted le ha faltado, porque si no, no hubiera venido a mi banco, reclamando auxilio.
LEONOR.- ¡Pero si yo no reclamaba auxilio, si era que…!
MARQUÉS.- ¡Y el que ofende a una señora sin motivo alguno, delante de un caballero, merece este castigo! (Le da una bofetada que lo sienta.)
El Marqués aprovecha el aturdimiento de Aceituno, y le propina dos puñetazos, le agarra, le zarandea y le tira al suelo. Aceituno corre, pide socorro, Leonor sujeta al Marqués, éste vocifera, llegan Blanquita y Pepito y el Guarda que pide ayuda a la policía… El Marqués les acompaña a casa. Aceituno cae en brazos de Rogelio, el guarda, con una congoja… y baja el Telón.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 154.
El segundo acto nos presenta el pisito modesto en el que viven Leonor y su hija Blanquita. El mobiliario es antiguo pero tiene un aspecto decoroso que revela cierto buen gusto. Mucho lazo, mucha pantallita, mucho tapetito, pero todas las sillas y silloncitos están rotos o cojos. La rotura de un jarrón está disimulada por un lazo; una mesita sobrelleva su cojera apoyada en la pared. La chaise longue es un cajón de madera largo con una tela encima y unos almohadones. Las cortinas, apenas se intenta moverlas, se caen de sus palos.Una ruina disimulada por una ilusión. Al foro del gabinete hay un balcón practicable. A la derecha una puerta grande. A la izquierda dos puertas. Es de día. (Descripción de Carlos Arniches.)
Leonor comenta con Blanquita la terrible paliza que padeció el bueno de Sebastián. Leonor tras un primer recuerdo doloroso, hace una pausa y se le iluminan los ojos recordando cómo la defendió el señor marqués.
(Acto II, Escena I.)
LEONOR.- (Pausa. Como recordando.) ¡Fue lamentable, sí; fue doloroso! Pero ¡ah! ¡Cómo le pegó! ¡Qué brío, qué denuedo en defenderme por una leve sospecha!… ¡Sólo un noble procede así!… ¡Me imaginó ultrajada, y su altiva arrogancia le convirtió en paladín de…!
BLANQUITA.- ¡Por Dios, madre, no te pongas romántica, que llegas a la crueldad!
Mensaje número 856: Arniches, por medio de esta exaltación del orgullo de caballero que hace Leonor, nos dibuja una aristocracia caduca a la que solo le quedaba el honor como única muestra de su altura, de su condición elevada por encima de la plebe… Y será su hija, la que romperá esa línea genealógica, la que le llame la atención, la que le regañe, la que le intente explicar que ya no existe ese mundo, su mundo. De nuevo una mujer, esta vez joven, para dar una voz potente y cambiar la situación de las cosas.
La atrocidad llega hasta límites insospechados. El marqués le enviará los padrinos para retarle en duelo. Leonor sospecha que Aceituno no los recibirá y que rehuirá el enfrentamiento, ya que él no es un caballero, es pusilánime y que se irá de Madrid. De todas formas ha citado hoy al marqués para pedirle que perdone a Sebastián y que todo se quede en aquellos bastonazos.
Leonor es feliz: Blanquita con un duque, ella con un marqués…
(Acto II, Escena I.)
BLANQUITA.- ¡Pero a esta costa!
LEONOR.- ¿Qué se logra en el mundo sin amargura?
Mensaje número 857: “¿Qué se logra en el mundo sin amargura?” Arniches nos va desgranando las “normas” feudales que se mantenían en esta aristocracia. El dolor y la sangre era el medio por el que se conquistaban las cosas y las personas; el trabajo y el sacrificio ni se mencionaban. La resolución del conflicto en forma de duelo nos devuelve a tiempos pasados pero que alimentan la débil llama de esta gente.
Leonor y Blanquita van a bajar para hacerse las encontradizas con Pepito, que lleva media hora haciendo guardia en la esquina. Llaman a Rufina, la doncella para darle instrucciones y que prepare un aperitivo “con lo que encuentre”, que enseguida se van a arreglar “las cosas”.. (Es una doncella con uniforme y cofia de limpieza un poco historiado, y desde luego muy corto. La doncella tiene unos ademanes de finura no natural, sino impuesta.) Descripción de Arniches.
(Acto II, Escena II.)
RUFINA.- ¡Dios lo quiera!… ¡Que yo por la señora lo digo, que una…!
Hemos encontrado un cierto paralelismo entre la vida de Patro, Satur y Rufi. Patro fue sirvienta en casa de Marcelina, madre de Paquito en Para ti es el mundo- 1929. Posiblemente quiso prosperar y se metió como doncella en el servicio de Mila, la condesa de Nanclares en La condesa está triste- 1930. Un año después, la encontramos sirviendo a doña Leonor de Talavera, nieta del barón de Castrobello… Todas estas personas tienen varias cosas en común: por un lado están en el servicio y por otro “todo lo hacen por la señora…, que lo que es por una…”
Cuando salen la madre y la hija, Rufi nos cuenta que le deben 80 pts. (240 €.) y que ha tenido que empeñar casi toda la ropa para que las tres no se mueran de hambre…
Un personaje secundario llamado Secundino, el chico de la tienda que sube el pedido, nombra el título de la obra por primera vez. Les trae 1 kilo de lentejas, 3 de patatas, medio de arroz, dos de bacalao y 1 litro de aceite y todo “sustraído”, para que no aumente la deuda de 600 pts. (1.800 €)
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 429.
(Acto II, Escena III.)
RUFINA.- ¿De forma que lo que nos traes?…
SECUNDINO.- Pues lo que sus traigo es lo que sustraigo…, y perdóname el retruécano, que ya sabes que yo no abuso.
RUFINA.- (Mirando a la cesta.) Entonces, ¿todo eso lo has…? (Acción de robar.)
SECUNDINO.- (Con vergüenza.) ¡Lo he…!
Rufina le enseña la casa, en la que todo está muy viejo y roto, pero disimulado. (Evidencia cuanto va diciendo, de modo que queda el gabinete hecho una ruina.)
ARNICHES Y LOS VASCOS EPISODIO NÚMERO 35.
(Acto II, Escena III)
RUFINA.- ¿Tú crees que esto es una turca? (Refiriéndose a algo que simula una chaise longue.)
SECUNDINO.- ¡Una turca de las bodegas Bilbaínas!
…..
SECUNDINO.- Y es que en esta casa, como viven de ilusiones, nada es lo que parece.
Secundino y Rufina han hecho buenas migas. Suben de nuevo Leonor y Blanquita con Pepito. Se escudan por lo humilde de la casa y él exclama: “¡Donde vive nuestro amor, tienen su palacio nuestros sueños!”
Leonor le asegura que si Blanquita eligiese un hombre plebeyo para el resto de su vida, ella se marcharía lejos a morir sola. Ella no transige. El casero que lo sabe, le fastidia poniéndole el himno de Riego.
Hay que señalar que el Himno de Riego fue oficial entre 1931 y 1939 (84). Fue compuesto por Evaristo Fernández San Miguel. Tenía una letra oficial que no cantaba nadie y una letra oficiosa que decía:
Si los curas y frailes supieran
La paliza que les van a dar…
En esa misma escena IV, Leonor define con 10 adjetivos la nobleza y con 13 a la plebe.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 430.
(Acto II, Escena IV.)
LEONOR.- Porque a mi deme usted linaje, tradición, fragancia, heráldica, solemnidad palaciega, casacas, bordados, plumas, condecoraciones, reverencias… Y no me hable usted, no, de los tiempos nuevos; porque decir nuevo es decir plebeyo, enfático, pedante, vulgar, ruin, adocenado, chabacano, populachero, soez, ordinario, procaz, bárbaro, chocarrero…
BLANQUITA.- ¡Basta, mamá; basta, por Dios!…
LEONOR.- ¡Y me voy, por no abrumar a ustedes con los ciento setenta y ocho adjetivos que se me quedan dentro!
PEPITO.- Pero ¿cómo dispone de esa cantidad?
BLANQUITA.- Es que los colecciona de sermones, periódicos, manifestaciones derechistas…
Mensaje número 858: El razonamiento hueco de la nobleza para despreciar al pueblo. No hay ni una sola razón de peso.
Blanquita y Pepito se quedan solos. Por su diálogo sabemos que Blanquita está al tanto de toda la trama. Temen que Ceferina, la madre de Pepito, se preste a seguir con la farsa. Nos cuentan además lo grave que está su tío Sebastián.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 155.
(Acto II, Escena V.)
PEPITO.- ¡Desde aquella mañana desgraciada, mi tío es otro! ¡El, que era tan alegre, tan comunicativo, tan optimista!… Bueno: pues ahora allí lo tienes, taciturno, reconcentrado, sombrío… No habla, no come, no duerme. No hace más que torcer la mirada y exclamar siniestro: “¡Me ha pegado delante de ella! ¡Tengo que matarlo!” Y se pasa el día afilando navajas y tirando al blanco en los puestos de las verbenas, que no hay noche que no vuelva a casa con tres conejos y sin una perra.
Mensaje número 859: Arniches nos define a la perfección “el comportamiento obsesivo”: no come, no habla, no duerme, solo tiene un pensamiento recurrente que recita de forma mecánica, se prepara para culminarlo, nada de su vida anterior tiene importancia, solo tiene un fin, y ése lo va a perseguir de forma obsesiva.
Estaban hablando de él, cuando aparece en el piso de doña Leonor el propio Aceituno. Viene buscando al marqués. No se fía de nadie. Le piden que abandone esa idea de matarlo…
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 156.
(Acto II, Escena VI.)
ACEITUNO.- ¡Yo era una persona humilde, sí!… ¡Pero tenía llena el alma de cariño hacia una mujer: tu mamá! Y cuando para ella, en loca ambición de enamorado, quería yo ser lo más grande, lo más noble, lo más heroico de la Tierra…, de pronto… me veo ofendido, golpeado, rodando por el suelo a puntapiés, sucio de lodo y de escarnio…, ¡y tocando la corneta!… ¡Ah, qué horror!… ¡Y esa visión grotesca de mi ridículo delante de la mujer amada la tengo impresa aquí, en el cerebro, día y noche, y es la que me sugiere estos impulsos de venganza trágica, que llevan mi mano a buscar en las profundidades siniestras de mi bolsillo el arma con que realizar esta venganza que ya paladeo! (Mueve los labios como si paladease algo.)
Demoledora descripción del alma atormentada por el escarnio y ridículo grotesco sufrido.
Cuando aparece Leonor, les dejan a solas.
Leonor emplea todas sus habilidades para convencer a Sebastián de la inutilidad de matar al marqués. Enarbola la bandera del afecto, nada; la del miedo, – que ese señor ha ganado cinco duelos – le dice, y nada; la de la diferencia de categoría social, y nada… De pronto, Rufi pasa con la tarjeta del marqués, ha subido a verla. Le hace bajar por la escalera de servicio, pero Aceituno promete que le esperará en el portal.
Rufina pasa al marqués al salón y le comenta que las señoras están esperando una gran fortuna, y que con ella tienen pensado poner un hotel en la avenida de Indalecio Prieto. Por su puesto que no existía ésta en vida el propio Indalecio en el año 1931. Es una broma de Carlos Arniches a su amigo Indalecio Prieto. Curiosamente, el Boulevard de Indalecio Prieto fue inaugurado en 2008 por el alcalde del Partido Popular, Álvarez del Manzano. Y ahora, otro alcalde de ese mismo partido acaba de retirarle la placa.
Leonor saluda al marqués y tras sentarle en la única silla posible, le pide que no se enfrente a Aceituno. Éste, muy altivo le contesta que ya le ha mandado sus padrinos, y que además sabe que se dedica a la pornografía: es un quídam o persona despreciable.
Tanto valor y tanta altivez desaparecen de la cara del marqués cuando le comunica que está en el portal esperándole. Comienza a balbucear y a pedir que le ampare en su piso. Leonor le invita a comer y a cenar si es necesario. Le lleva al comedor y dejan la escena.
(Acto II, Escena IX.)
LEONOR.- ¡Y está aquí!…
MARQUÉS.- (Dando un salto y cambiando la risa por un gesto de terror.) ¡Caray!…
LEONOR.- ¡Sí, está aquí!
MARQUÉS.- (Mirando a un lado y otro con espanto.) Pe, pe, pe…, pero ¿cómo aquí?
LEONOR.- Sí, porque tiene el funesto propósito de matarle a usté, como fu ofendido, en mi propia presencia.
MARQUÉS.- ¡Canario!… ¿Y por qué no cerramos las puertas?…
Mensaje número 860: La cobardía de una clase social que alardea de honor ha quedado patente en la reacción de este marqués delante de Leonor. La hipocresía reinaba en sus vidas.
En esto que suben Pepito con su madre Ceferina y Blanquita. Cefereina quiere contarle toda la verdad a Leonor. Los jóvenes le suplican que no lo haga.
La vida de Ceferina se ha complicado mucho con el incidente con el marqués. Sebastián era su corredor “y ahora lo tiene parado”, que no le vende una caja de fideos; su hijo Pepe le pide calcetines de 8,50 pts. (25,5€), camisas de seda y fijador para el pelo, que no puede con tanto gasto.
Blanquita se planta y le reta, prefiere morir mil veces a quitarle las ilusiones a su madre.
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 157.
(Acto II, Escena X.)
BLANQUITA.- Usted no sabe lo que he hecho yo por sostener sus ilusiones, que son su vida… He pasado hambre, miseria, dolor… Todo lo de esta casa es mentira, señora, yo bien lo sé. Los muebles, una apariencia deleznable; nosotras, unas desgraciadas hambrientas… ¡No podemos ni sentarno, no podemos comer, no podemos vivir! Pero sobre esta ruina y esta pobreza, flota la ilusión de mamá…, la ilusión de que un día vendrá un príncipe que convierta todo esto en opulencia, gloria y grandeza… ¡El príncipe es éste!… Lo hemos fingido, ella lo cree, y usted no sabe al decirle la verdad el daño que le haría…, porque esta ilusión son sus alas, las alas con que vive sobre todo este dolor y esta miseria, mirándolos sin miedo y sin espanto.
Mensaje número 861: El amor incondicional de Blanquita por su madre, Leonor, le hace ser partícipe de la farsa en la que vive, de alimentarla y de evitar que vea la verdad. Este amor se volverá en tragedia porque la mentira es la que mata, como muy bien decía la abuela de Visentico, la abuela Tona. Tan errado está quien no quiere ver la verdad como quien alimenta la mentira en la que viven.
BLANQUITA.- Yo soy humilde; nunca he pensado en mi origen aristocrático, ni tengo por qué. Paso tantas penas, tanto dolor, tanta pobreza, que usted no sabe…
CEFERINA.- Sí, bueno; pero…
PEPITO.- Sí, madre, y yo tengo que sacarla de este sufrimiento… sin violencia; nos queremos sin preocupaciones, sin prejuicios. ¿Qué nos importa el origen, el linaje?…
BLANQUITA.- Los dos amamos la verdad, la humildad, el trabajo.
…
CEFERINA.- ¡Pero no comprendéis que esa mentira…!
Estando aún en esa tesitura aparece doña Leonor y Ceferina pide los últimos consejos sobre la mentira que debía decir…
El segundo acto concluye con la escena de Ceferina y Leonor hablando de la gestación de su hijo con el Duque Inglés. Ceferina va saliendo como puede de los diferentes líos idiomáticos en los que se va metiendo al querer aparentar ser más culta de lo que en realidad es. La hilaridad está presente en toda la conversación.
(Acto II, Escena XI)
LEONOR.- Pues nada, señora; permita que estreche sus manos y la ruego que abra su corazón ante este corazón mío, lleno de simpatía por usted, madre de un futuro duque… Hábleme, hábleme…
CEFERINA.- Señora… (Le estrecha las manos.) ¡Es que me cuesta un trabajo!
LEONOR.- Sí, me hago cargo. Pero vamos, sea sincera y no la detenga nada. Tenía yo tanta gana de conocer a la madre de Cristián…
CEFERINA.- (Aparte) ¿Y qué la digo yo? (Alto) ¡Ah, señora!, pues ese hijo, que es el tesoro de mi alma, adora a su hija de usted, y está feo que una lo diga, pero es un chico que por su origen puede casarse con la hija…
LEONOR.- ¡Con la hija de un rey!
CEFERINA.- ¡Más!… ¡Con la hija de un Papa!
LEONOR.- Mi hija, aunque no tanto, también tiene un origen ilustre. Es nieta de un trece de Calatrava.
CEFERINA.- ¡Ah, pues mi hijo es nieto, no digo de un trece, de un cuarenta y ocho, que son los Quevedo-Cibeles-Atocha!…
LEONOR.- (Asombrada.) ¿Qué dice usted?
CEFERINA.- Fácil de comprender. Que en un Quevedo-Cibeles-Atocha fue donde…
LEONOR.- ¿Dónde usted conoció a su padre?
CEFERINA.- Donde le volví a ver. Conocerle…, le conocí… (Aparte) ¿Dónde le digo? (A Leonor) Le conocí… en Sevilla.
LEONOR.- ¿Y era guapo?
CEFERINA.- ¡Oh, que me lo llevaba a la feria y me lo quitaban de las manos! (Aparte) ¡Perdona Timoteo!
LEONOR.- Bueno; y ahora revéleme todo el misterio que encierra el nacimiento de ese hijo de cuna tan ilustre, que me han dicho…
CEFERINA.- ¡De cuna tan ilustre que hasta el mosquitero tiene tratamiento, no le digo a usted más!
LEONOR.- Siéntese y hable señora.
CEFERINA.- Me sentaré aquí. (Se apoya y se queda con el brazo del vis a vis en la mano. Aparte.) ¿Qué hago con el brazo?
HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 158.
(Acto II, Escena XI)
CEFERINA.- Pues como le decía a usted antes, le conocí en Sevilla, en una Semana Santa.
LEONOR.- Interesantísimo.
CEFERINA.- En Sevilla, hay un barrio que se llama de Santa Cruz.
LEONOR.- Le conozco.
CEFERINA.- Pues de é salía yo una noche de luna clara, luciendo mis claveles y mi peineta y mi mantón y levantando polvo con mi garbo, cuando al llegar frente a la Giralda, se me para delante un caballero, alto, rubio, de ojos azules… y con unas pestañas que lo despeinaban de largas…
LEONOR.- ¡El padre de Cristián!
CEFERINA.- El padre. (Aparte.) Perdona, Timoteo. ¡Es por el chico! (Alto.) Y todo fue verme y decirme una cosa en inglés … que no entendí, pero que me la tradujo con las manos, porque me detuvo, me echó el brazo así… (Tira sobre una silla el que tiene en la mano.)
LEONOR.- ¡Esos ingleses son tan rápidos!…
CEFERINA.- ¡Y me dio un beso que fue mi perdición! Porque de aquella noche, de aquél beso, de aquellos claveles, de aquella luna, de aquél inglés… (Al apoyarse se pincha.) ¡Ay, señora!
El telón cae durante la conversación y se levanta en el tercer acto con la misma conversación….
(Acto III, Escena I)
LEONOR.- Lo adivino todo. Una iglesia apartada, un bautizo clandestino, una medalla diamantizada con la corona ducal, una inicial…
CEFERINA.- Y una vocal, ¡ah! Que fue lo primero que dijo su padre en español, cuando le vio tan guapo. ¡Era mi retrato!
LEONOR.- Pero esa a, tiene una hache detrás
CEFERINA.- ¿Detrás?… Pues se conoce que por eso no reparamos.
Leonor sigue completando la historia que cuenta Ceferina de forma magistral. Termina haciéndose la ilusión de tener que ir a Londres a regularizar el “estado” de Cristián, a cobrar los 19 millones, e incluso a buscar una casa en Trafalgar –Squar o en madison Park…
Cuando Pepito y Blanquita salen del balcón y preguntan por cómo van las cosas…
CEFRINA.- Pues nada, hijos; que ya os estamos buscando casa.
Leonor se pregunta si ir por Calais o por Boulogne, por el horario de los barcos…
Le van pidiendo calma, e incluso que ese tiempo lo dedique en “aleccionar” a Ceferina para saber estar con la alta sociedad.
De pronto se oye a Aceituno discutiendo con Rufina que no quiere que pase. Le deja encerrado en la cocina y Leonor va a calmarlo. Blanquita se lleva a Ceferina a otra habitación para evitar que le vea Sebastián.
Aceituno pide a gritos que salga el marqués, al que tacha de cobarde. Leonor y Pepito le piden encarecidamente que abandone el piso…, y sin previo aviso sale el señor marqués. (Sale aparentando una arrogancia que está muy lejos de sentir, porque está lívido y tembloroso.)
Aceituno le invita a que él elija el lugar y que vayan a dilucidarlo mano a mano. El Marqués pide una conversación a solas entre los dos: un tet a tet.
Aceituno pide una solución a escape.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 431.
(Acto III, Escena VI.)
MARQUÉS.- ¡Ah, no!… A escape, no. El escape es precipitación; la precipitación, atropello; el atropello, inconsciencia; la inconsciencia, injusticia…
ACEITUNO.- ¡Basta! Yo no preciso tanta filosofía para pegarle a usted un tiro, que es lo que quiero.
MARQUÉS.- ¡Ah, pero entonces, lo que usted se ha propuesto…!
ACEITUNO.- ¡Es matarle!
MARQUÉS.- Pero ¿de un modo concluyente?
El marqués adopta una táctica que confunde a Sebastián. Le agradece que le quite la vida, ya que para él es una carga ominosa. Se define como el último vástago de un linaje.
(Acto III, Escena VI.)
MARQUÉS.- ¡Mi raza se extingue, mi palacio se hunde!… ¡No me quedan ya ni el respeto, ni la admiración a la gallardía de mi fingida altivez! ¡Castillas ya no es Castilla!
ACEITUNO.- ¡No tiene ni Estatuto!
MARQUÉS.- ¡De modo que mayor orgullo que fenecer, un hidalgo como yo, a manos de usted, que debe de ser… un obrero sin trabajo, tipo representativo de la actualidad!
Mensaje número 862: Arniches aprovecha este diálogo para meter su pullita política sobre el Estatuto de Castilla y sobre la particular visión que de sí mismos tenían los aristócratas: ¡ellos formaban una raza! Además el tipo de persona de la actualidad es para ellos un obrero en paro.
Al final de la conversación, Aceituno no puede por menos que lamentar la penosa situación económica del marqués, le ofrece dinero, le ofrece su amistad… y el marqués le da prioridad en la conquista de Leonor. Se abrazan y les ve Ceferina. Se han hecho íntimos.
(Acto III, Escena VII.)
MARQUÉS.- Se unieron dos almas, se produjo el choque; del choque surgió la inteligencia; de la inteligencia la cordialidad; de la cordialidad, la efusión; de la efusión…
Ceferina le cuenta al marqués la farsa que han montado para que Leonor permita el noviazgo de los chicos.
Aceituno va a hablar con Leonor para contarle la reconciliación y Ceferina le contará al marqués todos los detalles para que con su participación haga todo más creíble.
CHISTES DE ARNICHES NÚMERO 432.
(Acto III, Escena VIII.)
MARQUÉS.- ¿Y qué es lo que le han dicho a esta señora?
CEFERINA.- Pues que si mi hijo…, que si una servidora…, que si un duque…, que si va a venir a reconocerlo…, que si unos millones… ¡Vamos, una película de la Metro y medio Golwin Mayer!
El marqués se presta a matar al duque inventado y contar otra historia fantástica a doña Leonor.
Además aprovecha para llamarla con todo tipo de diminutivos: Cefe, Cefita… Ella se va derritiendo. Él tiene cada vez más cerca una nueva conquista.
PIROPOS DE ARNICHES NÚMERO 19.
(Acto III, Escena VIII.)
MARQUÉS.- Porque es usted una mujer de la que emana un encanto singular de rápida atracción.
…
Que su esposo encontraría en su mirada clara y leal la tranquila apacibilidad del remanso.
…
Remanso es, Ceferina, el agua callada que refleja la serena luz azul de los cielos…
…
Además su sonrisa invita a la confidencia amorosa.
…
La fruta más sabrosa es la madura… La rosa que más perfuma es la de otoño
SEGUNDA DESCRIPCIÓN DEL FLECHAZO EN ARNICHES.
Quedan cogidos de las manos, enamorados –“como tienen que ser las cosas: de pronto…, porque sí… ¡Como es en la vida todo lo que es verdá!”-, le dice Cefe al marqués.
Este episodio recuerda al “sufrido” en la obra El último chulo”, por Fermín al ver entrar en su pescadería a Engracia. Lo tenemos en la Historia número 29, página 274 del Tomo I (85)
Se van y llegan Leonor y Sebastián. Ella le pide más explicaciones, él le pide perdón por haber sido ingenuo. Pero le asegura que el Marqués ha renunciado a su mano.
(Acto III, Escena IX.)
LEONOR.- No, indiscreto, no. Quizá un poco ingenuo; pero me alegro, porque las ingenuidades nos ponen muchas veces en el camino de la verdad.
Mensaje número 863: “Las ingenuidades nos ponen muchas veces en el camino de la verdad”. Excelente frase para nuestra reflexión.
ARNICHES Y LOS VASCOS EPISODIO NÚMERO 36.
(Acto III, Escena IX.)
ACEITUNO.- ¡Mi madre!… ¿Habré metido el remo?… ¡Porque yo metiendo el remo soy una trainera!
Nuevamente vemos el conocimiento de Carlos Arniches de algo tan vasco como las traineras.
Sebastián le aclara las intenciones del marqués: conseguir el pan de Leonor. Además le dice que debe bajar de ese pedestal en el que se encuentra y que todos le mienten para que siga viviendo de ilusiones. Y finalmente le dice que lo de Cristián es una mentira más gorda que una fábula de Samaniego. Leonor se quiere morir. Se repone y exclama:
LEONOR.- Yo no cedo. ¡Yo, aquí, con mis ilusiones rotas, con mi casa deshecha…, pero aquí… Con una miseria negra, con dolor amargo, pero con un ideal glorioso!… ¡Yo aquí, yo sola aquí! ¡No, no transijo! (Llamando a voces.) ¡Blanquita!… ¡Blanquita! Le pide explicaciones.
(Acto III, Escena X.)
-Perdóname, mamá –dice Blanquita-; pero yo no quería morirme aquí, viviendo de una ficción permanente y esforzándome en sostener una mentira inútil, cuando tantas muchachas humildes y pobres como yo salen con su solo valor a luchar heroicamente con la realidad y con la vida.
-¿Le llamas mentira inútil al deseo de elevación y nobleza?
-Pero ¿qué más nobleza que vivir con honradez la vida verdadera?… ¿Qué hacía yo aquí, mamá, esperando con ansias estériles al príncipe azul de tus ensueños? Príncipe azul que nunca llega.
-¡Y más vale! ¡Porque ahora, cuando llegan, son de otro color, porque el que no es lila es verde!
El marqués aparece y le pide que claudique, que él ya lo ha hecho. Leonor no claudica.
Ceferina les invita a todos a comer. Leonor no va. Rufi se queda con ella. La lealtad de la doncella le llega al corazón de Leonor y se acaba la obra.
Hay que reconocer que quedan una buena cantidad de tramas abiertas en esta historia. Por un lado la vida del marqués y Ceferina; por otro la propia vida de Leonor, la de los chicos, si se casan, la de Rufi y Secundino… Carlos Arniches era un maestro contando historias y dejando al espectador comentando cómo terminarían… En una palabra, hacía que se apropiaran de su obra.
MENSAJES DE ARNICHES
MENSAJE NÚMERO 852: Arniches detecta en los jóvenes la diferente concepción del amor, el chico quiere acaparar el mayor número de chicas, y la joven no entiende por qué no le basta con uno solo.
MENSAJE NÚMERO 853: La voluntad por encima de las posibilidades de cada uno. La importancia de aspirar a lo bueno aunque parezca imposible para conseguir hacer lo heroico.
MENSAJE NÚMERO 854: “Las locuras son locuras hasta que se hacen realidad”, pero para todo esto hay que luchar y creer firmemente en ello. Ese es el lema de Arniches: trabaja con firmeza y decisión todos los días de tu vida en aquello en lo que crees y se verá convertido en realidad.
MENSAJE NÚMERO 855: Nuevamente Arniches aprovecha el más mínimo resquicio que le proporcionan sus “personas” en sus diálogos para poder meter baza política. Aquí critica a los diputados que no abren la boca y que votan lo que les mandan…, ¡son un chollo para el partido!
MENSAJE NÚMERO 856: Arniches, por medio de esta exaltación del honor de caballero que hace Leonor, nos dibuja una aristocracia caduca a la que solo le quedaba el honor como única muestra de su altura, de su condición elevada por encima de la plebe… Y es su hija, la que romperá esa línea genealógica, la que le llama la atención, la que le regaña, la que le intenta explicar que ya no existe ese mundo, su mundo. De nuevo una mujer, esta vez joven, para dar una voz potente y cambiar la situación de las cosas.
MENSAJE NÚMERO 857: “¿Qué se logra en el mundo sin amargura?” Arniches nos va desgranando las “normas” feudales que se mantenían en esta aristocracia. El dolor y la sangre era el medio por el que se conquistaban las cosas y las personas; el trabajo y el sacrificio ni se mencionaban. La resolución del conflicto en forma de duelo nos devuelve a tiempos pasados pero que alimentan la débil llama de esta gente.
MENSAJE NÚMERO 858: El razonamiento hueco de la nobleza para despreciar al pueblo. No hay ni una sola razón de peso.
MENSASE NÚMERO 859: Arniches nos define a la perfección “el comportamiento obsesivo”: no come, no habla, no duerme, solo tiene un pensamiento recurrente que recita de forma mecánica, se prepara para culminarlo, nada de su vida anterior tiene importancia, solo tiene un fin, y ése lo va a perseguir de forma obsesiva.
MENSAJE NÚMERO 860: La cobardía de una clase social que alardea de honor ha quedado patente en la reacción de este marqués delante de Leonor. La hipocresía reinaba en sus vidas.
MENSAJE NÚMERO 861: El amor incondicional de Blanquita por su madre, Leonor, le hace ser partícipe de la farsa en la que vive, de alimentarla y de evitar que vea la verdad. Este amor se volverá en tragedia porque la mentira es la que mata, como muy bien decía la abuela de Visentico, la abuela Tona. Tan errado está quien no quiere ver la verdad como quien alimenta la mentira en la que viven.
MENSAJE NÚMERO 862: Arniches aprovecha este diálogo para meter su pullita política sobre el Estatuto de Castilla y sobre la particular visión que de sí mismos tenían los aristócratas: ¡ellos formaban una raza! Además el tipo de persona de la actualidad es para ellos un obrero en paro.
MENSAJE NÚMERO 863: “Las ingenuidades nos ponen muchas veces en el camino de la verdad”. Excelente frase para nuestra reflexión.
MENSAJE NÚMERO 864: No merece la pena vivir de ilusiones. La nobleza no es ser hijo de un aristócrata sino vivir la vida verdadera, el trabajo y la humildad.