EL CASO DE PALOMEQUE

 

O

 

LA HIPOCRESÍA.

 

Primera página de las 14 conservadas en La Fundación Mediterráneo. La Llum.

Segunda página de las 14 conservadas en La Fundación Mediterráneo. La Llum

 

 

Obra conseguida gracias a La Fundación Mediterráneo. La Llum. Es el inicio de una Farsa Cómica en tres actos. Podemos considerar esta obra como perteneciente a su Etapa Moralizante. Sería su obra en solitario número 101. Solo contamos con tres escenas del primer acto pero no tienen desperdicio. Arniches trata un tema que le encanta: los médicos. Es una obra inédita incompleta.

En el escenario vemos el despacho del doctor Solano en su clínica. Es una habitación con muebles adecuados y muy lujosa. Puertas a derecha e izquierda. Mesa de reconocimiento articulada. Al foro, galería de cristales con sillones, mesas, aparatos electroterapéuticos, con las instalaciones precisas. Es de día.  

Al levantar el telón se ve al Doctor Cepeda que está despidiendo a un paciente.

-Que pase el ciento veintiocho –le pide el Dr. Cepeda al ayudante.

-128 –llama el chico-, Marqués de Benabarre Cacakepta.

-Oh, querido Marqués –saluda el doctor.

-¡Oh, mi admirable doctor! –dice el Marqués-.

¡Cómo es usted actuando, amigo Cepeda!

-Mi querido maestro el Dr. Solano –comenta el doctor Cepeda-, todavía se encuentra

 

en los baños de Alanje; para desgracia de ustedes, sus clientes.

-¡Oh, no, no,!… Es usted uno de los pocos ayudantes que iguala a su maestro, y en algunos casos le supera.

-Oh por Dios, querido Marqués, usted me favorece reiteradamente.. ¿Y qué, cómo andan esos nervios!

-¡Oh, no, fatal, querido Cepeda, imposible, espantoso…estoy vencido!

-¡Por Dios, querido Marqués, arriba el ánimo, ¿qué le pasa?, ¿qué le duele?… El semblante es magnífico.

-¡Tres noches que no duermo!

-¿Toma el bromurol?

-Bromurol.

-¿El Cloral?

-El Cloral.

-Se da baños templados…

-Templados…

-Pues no me explico…, ¿y a qué lo atribuye?

-Digo yo si será que mi mujer, hace algunas noches, ronca de una manera exagerada… ¿Es posible?

-Oh, ya lo creo, tiene mucho que ver… ¡Mándela usted a La Coruña!

-¡Oh, doctor, que bromista es usted! Ja, ja, ja.

-Y qué, Marqués, ¿estuvo usted anoche en el Teatro Real?

-Oh, ya lo creo, escuchando a ese Fleta…, qué tío!… ¡qué cafrada de voz!… ¡qué cosa más bestial! 

-¿Qué nota le da al acto segundo?… ¡y qué ovación!

-¡Oh!…

-¡Ah, desde Gayarre…Con que siga usted, mi querido Marqués, con el Bromurol…, el Cloral…y el Histogenol. El semblante es magnífico. Hecho un pollo.

-Bueno, y esto?

-25 pts. –termina la consulta el doctor. El Marqués se va con una reverencia y el médico ordena al chico que haga pasar al 129.

-129 –llama el chico-, señora Condesa de los Gabrieles.

-Querida Condesa –saluda el doctor.

-Amigo Cepeda… fatal, fatal, fatal…, no me diga usted que estoy mejor… fatal, fatal, fatal…

 -Pero señora, con esa cara tan admirable…, con ese tipo…., con esa agilidad…, con esa esbeltez  

-Fatal, fatal, fatal. ¿Cuándo vuelve el doctor Solano?

-Ya falta poco… según su ataque… está tan dañado… El pulso admirable Condesa.

-Qué tengo yo, doctor, qué tengo yo; eso es lo que quiero saber.

-Pues muy sencillo, señora, usted no tiene más, pero absolutamente nada más que una distonía muscular progresiva con síndrome hipersensitivo hemilateral con movimientos aleatorios. A ver la lengua –continúa la exploración-. Admirable Condesa, una lengua admirable.

-Pues todos dicen que tengo una lengua fatal.  

-Nada, nada, nada, no haga usted caso, está usted hecha una polla, ya quisieran las de 80 años, digo las de 20 años, estar como usted. Siga con el Bromurol, el Nerviodinal y el Polimineral…, los baños templados…y las duchas frías…

-Pero amigo Cepeda, si es que estoy para morir…

-Y qué, Condesa, ya le vi a usted anoche en el Real…¡Elegantísima!…¡qué tualé! ¿Qué le pareció a usted Fleta?

-¡Oh, qué hombre!… cantando eso sí…la figura no me gusta mucho… De tipo prefiero…a Charlinef…¡Oh! ¿Le ha visto usted en Lohengrin? ¡Qué tipo! ¡que estatura! ¡qué esbeltez!… ¡qué ojos!… ¡qué muchacho!… ¡y tiene un estilo! La otra noche lo conocí en una comida que dieron los Cacakepta. ¡Qué figura! ¡Qué, qué…!

-¡Oh, es un muchacho encantador!

-Ya ve usted, es alemán y dicen que le ha gustado a Poincaré, ja, ja, ja.

-¡Oh, Condesa, qué espíritu el suyo! Con que siga condesa con el Histocaburol, Bromurol y Neuronal…Condesa.

-Bueno, y esto…

-25 pts.

-El 130 –dice el chico-, don Desiderio Bueno.

-Amigo Bueno…

-Perdido, querido Cepeda, perdido…

-Pero bueno…

-Perdido, estoy perdido, cada día peor

-Pero bueno…

-Ni como, ni duermo, ni ando, ni descanso, ni respiro, ni vivo… Mire usted que sudor frío, mire usted que ojeras…

-Pero bueno, déjeme usted acabar.

-¿Para qué?

-¿Ha tomado usted el…

-¡El Histogenol, el neuronal, el polibromurol, el cloral…hasta el Sidol!

-¿Y no ha sentido…?

-El pasto nada más. Harto de Portugués. Cada vez peor. Esto de la ciencia es una farsa.

-Pues el pecho no lo acusa, a ver la lengua… Una lengua preciosa. Los pulmones (Le ausculta) 

-¿No oye usted nada?

-¡Nada desagradable!

-¡Parece mentira! Mire usted, he perdido kilo y medio… ¡me estoy quedando seco!

-Pues le recetaré a usted unas gotas… que le abran… ¿qué, amigo bueno, estuvo usted anoche en el Real?

-¡Yo no voy a ir al Real, hombre!…Ya sabe usted que yo voy detrás de la Salud. Me tomé una cápsula que salió disparada.

-¿Y no sale usted de noche?

-De la Salud Ruiz, que ahora actúa en Roma. ¡Me paso allí la vida!… ¡qué criatura!… ¡cómo está esa chiquilla!

-¡Oh, amigo bueno!…ja,ja,ja ¡Usted tan ingenioso! ¡Las cosas de usted nos hacen una gracia! El doctor Solano… para usted… con el cortadillo tres con la cena y dos antes de acostarse.

-¿Y usted cree que esta nueva porquería…

-¡Oy, porquería, jajaja….!

-… me servirá de algo este mejunje?

-¡Oy, mejunje, ja,ja,ja!

-En fin, amigo Cepeda, esto…

-25 pts.-Desiderio Bueno se va-. El último gracias a Dios. ¿No queda nadie chico?

-Sí, señor Cepeda.

-¿Todavía?

-Pero no es cliente. Es un íntimo amigo de usted, ¡el señor Solano!…

-Pues ande, dile que ya he acabado, que pase…

Escena II- Teodoro Solano y Doroteo Cepeda.

-¡Teodoro!

-¡Doroteo! –abraza a Teodoro-. 

-No sabes la impaciencia con que aguardaba; no sabes el afán; no sabes el ansia.

-Chico no sabía ni que estuvieses…

-Hace media hora y no imaginas mi angustia…, la inquietud, la impaciencia…

-¿Eso que te mandé?…Estás conmovido, lloroso… ¡Conmovido, lloroso…, lívido, trémulo, agonizante…!

-A punto de pegarme un tiro… mira

-¡Solano!

-¡Cepeda!

-Mira… tengo…Imagina lo que me ocurre. Es para estarlo

-¿Pero estás loco? ¡De cuerpo presente!

-Peor, desesperado, frenético, sálvame Cepeda

-Pero anoche tan contento y de pronto, habla, habla…

-En mi vida, Doroteo, bien lo sabes, surgen las tragedias, súbitas, envolventes, arrolladoras…

-Tragedias, dices, Teodoro…

-Tragedias, digo, vas a horrorizarte, Doroteo.

-Cuenta, cuenta…

-Ya sabes, querido Cepeda, que siempre nos hemos querido como hermanos… ¡Dame un abrazo! 

-Bueno, venga. Como hermanos que se querían.

-Tú sabes que hemos estudiado juntos los tres primeros años de la carrera.

-Bueno, y tú sabes que estudiaba yo solo…

-Que eso del estudio es lo único que sé de la carrera. Pues bien, no he de añadirte, que ante esta repugnante desaplicación mía, porque toda mi vida he sido un vago y un sinvergüenza y un canalla… sí, canalla, más que canalla… -lo dice golpeándose-. ¡He sido un canalla y un granuja!

-¡Por Dios, no te pegues…!

-¡No me detengas. Los granujas no merecen piedad!

-¡Bueno, pero date flojo, siquiera!

-Vale –dice con el puño en alto-, ¡si no estuvieses tú delante, la paliza que me daba! – llorando.

-¡Animo, sigue, sigue!…

-No he de decirte que yo, perdido el tercer curso, ya no volví a la facultad, mientras te veía a ti acabar la carrera ¡con notas brillantísimas! ¡Y no se me cae la cara de vergüenza!… ¡Ah, granuja!…Pero a ti que se te va a caer… ¡si no tienes decoro!…

-Anda, perdónate, y sigue.

-Pues bien, a ti te chocaba, me lo has dicho mil veces…

-Sí, que siguieras en Madrid, sin estudiar, sin hacer nada y gastando el dinero en diversiones, juergas, mujeres…

-Y máxime sabiendo tú, que soy pobre de solemnidad.

-Tanto no, pero vamos, yo sabía que quedaste de niño huérfano.

-¡De padre y madre!… ¡Ay, mi madre!

-¡Bueno, no llores! Y sin recursos de ninguna especie.

-El día y la noche…Pero también te dije que tenía un tío que era un santo.

-¡Sí, tu tío Miguel!

-¡Ay, mi tío!

-Y que ese tío tenía una fortuna muy bonita.

-Dos millones… y una hija única…

-¿Bonita también?

-Pchs… Una mediocridad… ¡pero dos millones!

-Es gente labradora, gente del campo de Salamanca, toscos, incultos… ¡pero dos millones! Viven en Cantimpalos. Son de los que guardan las onzas en pucheros.

-¡Sí, de donde los chorizos!

-Yo iba todos los veranos… para cultivar… ya me comprendes… mi prima… ¡dos millones!

-Sí, ya…

-La vi… y aunque un poco bruta… es de las que mojan el chocolate con el dedo, no te digo más…, me insinué… la llamé… ¡dos millones!

-Bueno, hasta ahora…  

-Aguarda; llega el instante de la canallada, del crimen inaudito y repugnante que he cometido, que yo no sé cómo me… estafador, falsificador, ladrón, más que ladrón… ¡Toma miserable! ¡Toma bandolero!

-Pero no te pegues Teodoro.

-Sí, sí… no me detengas, Doroteo… ¿Tú te crees que no me duele pegarme?… pero cuando yo me pego… ¡si sabré yo!…

-¡Cálmate!

-¡No me detengas, deja que me castigue! ¡Con los buenos consejos que me ha dado y no haber seguido ninguno…!

-Bueno, anda, anda… ya no lo harás más, prosigue.

-¡Sí, si, no lo he de hacer más… tú no me conoces!

-Pues bien, oye mi querido Cepeda, la repugnante canallada que he cometido con mi tío y con su hija, mi prima y novia, tan novia como prima.

-¿Qué has hecho?

-Pues hacerla creer que seguía la carrera de medicina para que me mandara la pensión.

-¡Atiza!

-Y después le dije que ya era médico. ¡Bandido!

-¡Solano!

-¡Pero falta lo peor!

-¿Lo peor dices?

-Sí, lo peor, porque, luego… aprovechando la extraordinaria casualidad de que mi apellido coincidía con el del doctor Solano, tu maestro…

-¿Qué?… Acaba.

-Que les hice creer que había puesto una clínica lujosísima de enfermedades nerviosas.

-¡Mi madre!

-Con toda clase de aparatos… ¡pues, para establecerme, les he sacando cuatro mil duros!…

-¡Teodoro!

-¡Sí, cuatro mil! Estafador, cínico, bandido, que no pagas ni… y que andas siempre con mentiras, engañando a tus tíos… ¿No es esto para romperme la cabeza y meterme en Santa Rita?

-Sí, verdaderamente, tienes unos detallitos…

-Pues queda más.

-¡Dios mío, pero más?

-Sí, señor, que como te he cogido recetas, papel timbrado de la clínica, y les mandaba recortes de la prensa cuando tu maestro daba una conferencia… “La extraordinaria y notable conferencia que dio anoche el eminente y sobrio doctor Solano en…” pues claro, se lo han creído todo.

-¡Arrea!

-Y me creen un sabio, un médico célebre y famoso; claro, una gente sencilla, inculta…; y mi prima se ha puesto enferma, de una enfermedad nerviosa, y quiere que yo la cure y llegan mañana.

-¡Atiza!

-¡Mira la carta!

-¡Santo Dios! –ojeando la carta-. Pero Solano eres único.

-¡Cómo único!… ¡Un perdulario, un indigno y despreciable, un estafador, que aprovechando el afecto de los suyos les roba sus intereses! ¡Lo estás viendo!…¡Golfo, perdido? No te he dicho muchas veces que lo que hacías era una canallada? ¿Por qué no me has hecho caso?… ¿Por qué?…¿Y ahora, qué va a ser de ti?… ¡Toma, granuja, sinvergüenza, borracho, mujeriego, toma, toma, toma… -(se va golpeando mientras lo dice, se revuelca en un sofá, se tira del pelo).

-Por Dios, Solano, que te escalabras. ¡Basta, basta… no lo harás más… no lo harás más!

-¿No lo he de hacer?… ¡Tú no me conoces!…

-¡Puedes a enmendarte!

-Sí, me enmendaré esta tarde, pero mañana me tienes más sinvergüenza que hoy. El que se sabe un granuja, no tiene remedio, y yo me he sabido.

-¿Bueno, y qué vas a hacer ahora?

-¡Pegarme un tiro!

-Vamos, Teodoro, no seas loco…

-Pero no tengo más remedio… ¡Traigo escrita la carta para el Juez!

-¡Qué horror!… Vamos, calla, calla…

-Pues, o eso, o que tú me salves…Tú mi amigo, mi hermano, mi… 

-¿Pero yo, cómo?

-Veras, de un modo breve y rotundo como corresponde a la perentoriedad del momento, lo que se me ha ocurrido.

-Di.

-Tu maestro, el doctor Solano, está en Alanje, tardará cinco o seis días en llegar; pues déjame establecerme aquí.

-Teodoro… ¡qué dices!

-Decirles que la clínica es mía, los haré marchar antes de 48 horas, diciendo que el clima puede matar a mi prima si no se va; y así paro el golpe… consigo la estimación de mi tío, me puedo casar con mi prima y los dos millones… ¿Comprendes?…

-¡Pero Teodoro, no seas insensato…! ¡Yo no hago eso! ¡Cómo quieres que yo?

-¿Qué no haces eso? Hasta la eternidad.

-¡Solano!

-Pues prepara el instrumental quirúrgico porque me perforo el cráneo –se apunta.

-¡Solano! –le arrebata el arma-. No me comprometas que tú eres capaz…

-Sí, me levanto la tapa de los sesos… es decir, del intuitivo…, ¡porque yo no voy a la ruina ni a la indigencia!… ¡No, no y no!…¡Ah, canalla, si tú me hubieras hecho caso…!

-Bueno, ¿pero cómo no te has hecho caso? En fin, déjate de pamplinas y considera, que lo que me propones es de un riesgo… que yo no puedo.

-Ninguno, Doroteo, absolutamente ninguno… nada, querido Cepeda, nada.

-¡Cómo nada…! Y si mientras…

-Accede, querido Cepeda, accede…; mi amigo, mi hermano, hazlo por este cariño fraternal…

 -Pero no comprendes…

-Cepedita, salva a tu hermano…

-De ninguna manera.

-A tu hermano que daría por ti hasta la última gota de sangre… dos días… una mentirilla.  

-No insistas Teodoro, es inútil.

-Pues bien, adiós para siempre –se apunta.

-No… detente, Teodoro; por lo que más quieras, no me amargues la vida con una burrada. 

-Pues déjame la clínica.

-Pero y mi responsabilidad, y si…-suena el timbre del teléfono-. No comprendes que el doctor está en Alanje y puede venir, viene justamente, sorprende esta farsa, me echa a la calle…y… No; no puedo.

-Pues que no se culpe a nadie de mi…

-¡No fastidies hombre, no seas loco!… Además, con esto remedias momentáneamente tu mal… No sería preferible…y a la larga provechosa, una amplia rectificación de tu vida… Coger a tu tío, decirle la verdad, enmendarte…trabajar…;

-No, no Cepeda… ¡La verdad, no!… ¡Yo saldré como pueda del apuro, pero la verdad no!

-¿Y no temes, Solano, que ese horror a la verdad…dé al traste con tu bien y consuma tu vida en un apuro, en una inquietud perpetua? –se oye una llamada.

-¡Ellos! ¡Son ellos, están aquí!

-¡Pero, tan pronto!

-Es que no te he dicho… que han llegado esta mañana en el exprés de las siete, que se hospedan en el hotel Salamanquino…y que han dicho por teléfono que a las cuatro estarían aquí.

-¡Atiza!

-Y son ellos… Dame una blusa… una…

-¿Pero no comprendes?

-Nada, sálvame… mañana los echo… te doy palabra…pero ahora… mi fortuna…mi esperanza… mi redención…

 

Escena III: dichos y el Tío con la prima Feliciana.

 

¡Dorito!… ¡Dorito! –exclama su tío.

-¡Tío! –se abrazan.

-¡Aprieta!… ¡Aprieta!

-¡Tío de mi alma! 

-¡Déjame que llore!… ¡Muchacho, me has hecho gastar!… Pero, y esta recompensa,

¡verte hecho un sabio… viviendo en este lujo… admirado por toda España!…

-Por Dios, tío…

-¡Aprieta!

-¡Ahí tienes a tu prima!… ¡Miala!

-¡Feliciana!…

-¡Dorito! –se abrazan.

-¡Miala, también llora!… –exclama el tío.

-¡Cómo no!.. Las ganas de verte… y una alegría de too esto… amos, que una no sabe expresarse… pero…

-¡Aprieta!

-¡Dorito!

-¡Qué guapísima estás!… ¡Aprieta!… ¡Qué mujer!

-¡Claro! ¡Tú te la dejaste hecha una mequetrefa, ahora… vuélvete que te vea tu primo!… ¡Mira qué donaire!…

-¡Encantadora, guapísima!… Aprieta…

-¡Por Dios, que me sofocas!

-Y ahí la tienes… S’ha puesto lo mejor del cofre pa ver al primo…

-¿Pa cuando sino?…

-En el pueblo, locos contigo.

-Le van a poner tu nombre a una calle.

-Que le pongan Teodoro solo.

-¡Que alegría, Dorito, hijo mío!… ¡a mis brazos!…

-Aprieten…

-¿Y ese joven de la blusa?

-Mi ayudante, el doctor Cepeda.

-Servidor de ustedes.

-Ah, usté está pa lo que él no quiere.

-¡Sí, algo parecido!

-Ya estará usté contento de haber tropezao con una notabilidad como esta…

-¡Ya lo creo!

-¡No caen gangas de estas toos los días!

-Ni mucho menos, no señor.

-Usté estará con el alma en hilo… ya lo creo… de perderlo…

-¡Ah, sí señor!

-Pues que dure muchos años…

-¡No… no deseo otra cosa!…

-Les advierto a ustedes que el Dr. Cepeda también vale mucho…

-Bueno…, pero vamos, comparao contigo…

-Ya habrá alguna diferencia; ¿verdad usté?

-¡Enorme, sí señor!

-Ya tiene usté suerte de tener un principal tan grande y de tan buen acomodo.

-Pero ven aquí, chica… si vamos, no me canso de mirarte… ¡qué me iba yo a figurar que estuvieses…

-Na, hombre, una moza pueblera…

-Tendrás los novios a millares…

-No la faltan carantoños, no… pero ya se ve; hija única… más duran guardaicas… Y  los años de buen temprano… cien carretas traen el trigo a la primera… pues la florean…pero no es ella de aprestos…pa mucho novico, no…

-Lo del corazón tie que ser con que cumpla… ¡sino mal año!…

-¡Bien dices!…

-Bueno, y a too esto, no olvidamos de lo principal… El señor Palomeque.

-Es verdad… ¿Aguarda fuera?

-Venía tras nosotros… iban a traerlo en un taxis…

-¡Está mu malito el pobre!

-Desahuciao de toos los médicos…

-¡Pa mi cosa perdida!…¡El pobre es riquísimo!

-El no, la mujer, ¿sabes?… La mujer es la rica. No tanto como yo…, pero vamos…

-A menos dos millones. No tiene hijos… Si le curas, tu fortuna…

-Caramba pues… oye tú… 

-¡Pero pa mí que no tié remedio!…

-¡Oh, espere usté que le veamos nosotros… Dice usté dos mil…

-¡Toma, si tú eres su pío!… No calla… siempre con lo mismo: “Llevadme a Madrid que me vea su sobrino, que me vea Solano…, llevadme a Madrid, que no tengo más aspiraciones que Solano… Y así está.

-Hasta que doña Tadea, que es mu resuelta, ha dicho ¡pos ala pa ya!… Y eso, junto a las ganas de verte… pues velay!… porque nos tienes a tu lado.

-¿Con que jamás veló?

-Sí, sí… Te advierto que nadie sabe lo que tiene.

-Sabemos que tiene dos millones, que ya es un dato clínico; ¿viene el matrimonio solo?

-¡Quiá! Le acompaña el médico del pueblo;… el doctor Tabarra; don Facundo…un tío que está enterrao en un pueblo, pero que sabe lo suyo, no despreciando a nadie, lleva quince años tratando a Palomeque y no ha dado con lo que tiene… pero él ni va al casino ni va a ningún lao estudiando, y ha querido venir a explicarte él mismo el caso… de la enfermedad… Es un mártir.

-Pues que pasen, que pasen…

-Está como un tito.

-Doña Tadea, señor Palomeque… que pasen ustedes.

-El médico da más lástima que el enfermo.

 

MENSAJE DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 1.169: Arniches hace terminar todas las consultas del médico de la misma forma: alegrándoles con un recuerdo grato. En este caso es sobre la actuación de la noche pasada en el teatro. Este es un dato importante en la relación con el paciente: una gran parte de la curación depende del propio estado de ánimo del paciente: cuanto mejor, más cerca estará la curación.

 

MENSAJE NÚMERO 1.170: Aunque el amigo Teodoro Solano no termina la carrera de medicina, Arniches aprovecha semejante individuo para resaltar las ínfulas de grandeza que se dan dentro del mundo de la medicina. Este pobre ser, se las da antes incluso de tener el título.

 

MENSAJE NÚMERO 1.171: Importante reflexión la que le hace el Dr. Cepeda sobre el riesgo de que su vida se convierta en una angustia constante de continuar con la mentira. El lema de Arniches es hacer frente a los problemas de forma honesta y dejarse de farsas.

 

MENSAJE NÚMERO 1.172: La denuncia más importante de esta obra es la importancia de no elegir a las personas por el dinero que tienen. Eso no tiene ni fundamento ni futuro.

 

MENSAJE NÚMERO 1.173: Arniches se queja del léxico de los médicos cuando dice: “nada más que una distonía muscular progresiva con síndrome hipersensitivo hemilateral con movimientos aleatorios”. Cuando Arniches escribe esto, nos está diciendo a los médicos que “no sabemos comunicar”. Ese dato no ha sido retenido por el paciente, no está ayudándole a su curación y a la comprensión de su dolencia.

 

MENSAJE NÚMERO 1.174: Otro aspecto fundamental que denuncia la obra es la hipocresía de Teodoro Solano, que está amenazando con pegarse un tiro, está constantemente autoinflingiendo un castigo por sus malos actos, por mala conducta… pero no quiere afrontar la verdad, cualquier cosa antes que la ruina, vergüenza y la miseria.

 

Ejemplo de los apuntes de Carlos: la hoja más difícil… y la hemos conseguido “transcribir” en su totalidad.

 

Tercera página de las 14 conservadas en La Fundación Mediterráneo. La Llum