Es curioso cómo siendo un hombre religioso y conservador, es capaz de ver los errores en los que incurre la Iglesia y sus feligreses.

En Los Mostenses, Carlos Arniches resulta implacable denunciando las indulgencias cada vez mayores cuanto mayores fuesen las cantidades aportadas.

O denunciando la hipocresía de quienes se autoflagelaban y rompían su ayuno sin problemas.

En los pueblos, Arniches detecta claramente cómo se emplean las reuniones religiosas para la exhibición de unos y otras, como si lo importante fuese mostrar lo elegante que se iba o el dinero que se tenía, o incluso de quién formaba pareja con quién, tal como lo vemos en Las malas lenguas.

 

 

MENSAJE NÚMERO 39: Arniches resalta el carácter mercantilista de la Iglesia, que era capaz de pedir alimentos a cambio de indulgencias, de forma que quien más tuviera, podría disfrutar de más indulgencias que los más necesitados. (Los Mostenses.)

MENSAJE NÚMERO 40: Nuevamente Arniches, pone de manifiesto, como convivían la autoflagelación con la ruptura del ayuno en aquellos tiempos. (Los Mostenses.)

MENSAJE NÚMERO 96: Arniches denuncia la falta de devoción de los actos religiosos, empleados en muchas ocasiones, como el único momento de interrelacionar con el sexo opuesto. La hipocresía de una sociedad mojigata y falsamente recatada que obligaba a torcer la verdadera intención de actos religiosos, y los convertía en meras exposiciones de lujo y vanidad. (Las malas lenguas.)