LA GUARDIA AMARILLA

 

O

 

LUCHANDO CONTRA EL DESHONOR

 

 

Escrita por Carlos Arniches y Celso Lucio con música de Gerónimo Giménez, fue estrenada el día 31 de diciembre de 1897. Termina el año con una obra correspondiente a su ETAPA HISTÓRICA.

 

Se trata de 1580 con los ejércitos españoles en Flandes. La Guardia Amarilla es un destacamento especial del ejército que se ocupa de la custodia del Rey o de su representante desde 1504, cuando fue creada por Fernando V de Castilla a la muerte de Isabel (46,47).

www.guardiareal.org

 

Conde de Romanones.(1863-1950) www.wikipedia.org

              Dedica esta obra al Conde de Romanones, del partido liberal, y que había sido alcalde de Madrid en los años 1894 y 1895.

 

Nos hablará del deshonor en el ejército y del amor en las circunstancias más difíciles. Amor de Ernesto a Margarita. Amor de Andrés a Ernesto, el cual curiosamente, y según María Victoria Sotomayor (48), fue un papel desempeñado por la actriz C. Segura, a la que no hemos podido encontrar por ahora.

 

Margarita está tutelada por su tío, el Corregidor Español en Flandes, Mendoza. Éste, por supuesto, se opone a la boda de Ernesto con Margarita y la tiene escondida en una posada. Ernesto se alista en el ejército con el cargo de Alférez con la intención de descubrir su paradero. Su criado Andrés, también va a Flandes con él. Le profesa una fidelidad extrema, que podría confundirse con amor, hasta tal punto que llega a realizar una empresa heroica para la que no tiene, ni facultades, ni está mínimamente preparado.

 

En la primera escena vemos a Ernesto jugando a los dados con otros soldados y perdiendo mucho dinero. Está desesperado y canta a su desamor. Probablemente el mejor poema de Arniches de todas las obras estudiadas hasta 1897.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 36

 

(Cuadro I, Escena I.)

 

ERNESTO.-        En vano es aturdirme

en vano es el jugar:

ni el juego ni la guerra

alejan mi pesar.

En vano su recuerdo

intento resistir.

¡Tan solo con la muerte

se apartará de mí!

Ella es la sola

luz de mi vida.

Para ella solo

quiero vivir;

la fe sin ella

siento perdida,

vivir sin ella

solo es sufrir.

 

 

Noche serena

que ves mi pena,

llévale el eco

de mi canción,

dila que solo

por ella vivo

y está cautivo

mi corazón.

 

El fiel criado, Andrés, se desgañita aconsejándole que olvide a Margarita, que no piense más en ella, que es algo pasado… Ernesto no puede. Andrés siente además, que el afecto de Ernesto hacia él está desapareciendo. Andrés también sufre.

 

Arniches introduce un personaje histórico en la escena número III. Es Diego de Silva y Mendoza (1564-1630) Conde de Salinas y Ribadeo, Duque III de Francavilla, Marqués de Alenquer.

Diego de Silva www.wikipedia.org

 

En realidad, y siguiendo a Trevor J. Dadson (49), Diego de Silva en 1621 asume la jefatura de los ejércitos de Felipe IV en su lucha con los Holandeses, justo al poco tiempo de morir Felipe III.

 

Pues bien en esta escena entra a caballo Diego con dos mensajes, uno es que la ciudad se va rendir y el otro son unos pliegos para el Duque de Alba. Hay que elegir un hombre valeroso que atraviese las filas enemigas y se lo haga llegar al Corregidor Mendoza.

 

El capitán duda de quién sea el más idóneo. Ernesto se adelanta y pide que le confíe a él la misión de elegir al mejor soldado. Éste deberá ser un hombre astuto, valiente, feroz…, ya que la ruta es un infierno, cruzando ríos, líneas enemigas… y si es capturado debe comerse el pliego y morir antes de hablar con nadie. Se lo cuenta a Andrés…

 

(Cuadro I, Escena VIII.)

 

ANDRÉS.- ¡Y claro, no lo habrás encontrado!

 

ERNESTO.- ¡Le he encontrado!

 

ANDRÉS.- ¿Y quién es esa fiera?

 

ERNESTO.- ¿Esa fiera…? Pues esa fiera vas a ser tú.

 

ANDRÉS.- ¡Ah! (Retrocediendo espantado.) ¡Yo…! ¡Yo…! ¡Yo…!

 

ERNESTO.- ¡Tú!

 

ANDRÉS.- ¿Yo? ¿Qué yo monte, corra, atraviese, combata, nade, pinche, salte, raje, luche, pelee, venza, huya, acometa, ruja, vuele y me coma la libra y media de papel…? ¡Nequaquam!

 

ERNESTO.- Andrés, considera…

 

ANDRÉS.- ¿Qué voy a considerar? ¡Que no! ¡Nequaquam…!

 

ERNESTO.- De modo que no vas?

 

ANDRÉS.- ¡No!

 

ERNESTO.- ¡Basta…! (Con fiereza.) ¡Fuera de mi lado! ¡Vete, no quiero verte más! ¡Pronto! ¡Aléjate de aquí!

 

ANDRÉS.- ¿Pero qué dices? ¿Me echas? (Aterrado, como no dando crédito a lo que oye.)

 

ERNESTO.- ¡Fuera de mi lado! Mañana partirás para España.

 

ANDRÉS.- ¿Es decir, que me despides…? ¿A mí? (A punto de llorar.)

 

ERNESTO.- ¡Sí! (Con exagerada energía.)

 

ANDRÉS.- Es decir que… todo el cariño que yo… porque no… porque yo… porque… (Llorando.) ¡Ingrato! ¡Veintidós años rizándole el pelo para esto! ¡Corazón de hiena…! ¡Echarme…! ¿A mí?

 

ERNESTO.- ¡A ti! Tú te marchas. Yo aquí me quedo a buscar la muerte.

 

ANDRÉS.- (En un arranque y abrazándole.) ¡No! ¡Eso, no por Dios! ¡Ernesto mío! ¡Eso, no! ¡Nunca! ¡Iré! ¡Dame el pliego! (Muy nervioso.) ¡Instrucciones! ¡Pronto! ¡Dime cómo he de ir! ¿A quién mato? ¿A quién me como? ¿A quién le rujo? ¿A quién le rajo…? ¡Pronto! ¡Pronto…! ¿Qué hago?

 

ERNESTO.- (Ya lo sabía yo. Éste por mi cariño, hará más que un valiente.) Lo tengo todo arreglado. Llevarás el pliego y una carta para Margarita, en la que la digo que esté dispuesta, y con tu ayuda quizá podamos huir esta misma noche. Irás vestido de sargento; dirás que eres Rolando, y ante ese solo nombre huirán de ti hasta los más bravos. Montarás a caballo; yo te acompañaré hasta salir del campamento. Esto es todo. (Andrés oye todo esto con nerviosa agitación.)

 

ANDRÉS.- ¡Bruuuu…! (Fingiendo fiereza.) ¡Bueno! ¡Pronto; venga el uniforme, armas, arreos, me comeré el pliego, venga la carta, me comeré la carta…; venga un caballo…, me comeré el caballo…! ¡Las espadas! ¡Armas…! ¡Bruuuu!

 

El amor incondicional de Andrés hacia Ernesto que nos presenta Arniches es de una magnitud máxima. Andrés siente el dolor más profundo ante la decisión de Ernesto, no de expulsarle de su lado, sino de quedarse a buscar la muerte. Andrés no puede soportar la muerte de Ernesto. Él lo sabe y se aprovecha de ello.

 

El mensaje número 124: Arniches nos presenta el máximo exponente del amor entre dos hombres representado por la actitud de Andrés hacia Ernesto: se expone a perder la vida por su amigo.

 

El primer cuadro termina con un Coro de Soldados y la escenificación de la entrega de las llaves de la ciudad.

 

El segundo cuadro nos muestra a Andrés ya vestido de sargento y subido a un caballo del que está a punto de caerse. Andrés y Ernesto cantan.

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 37

 

(Cuadro II, Escena I.)

 

ERNESTO.-        Todo militar

debe conocer

tanto el arte de la guerra

como el arte del querer.

….

Esta es la vida

del militar,

tan solo debe reñir y amar.

Y al entrar en la batalla

sin ningún temor

y al saltar una muralla

el soldado pruebas da de su valor.

 

El mensaje número 125: Se deja clara la postura que habitualmente se tenía por normal en el ejército, que era guerrear y enamorar al máximo número de mujeres, sin importar el daño que se hiciera a éstas.

 

Se despiden los dos amigos y se queda vacía la escena que es ocupada rápidamente por tres matones españoles en busca de fortuna. Ellos son Hunderrocas, Tragaviñas y Matadueñas. Cada uno con una especialidad. Hunderrocas es el más fiero; Tragaviñas el más borracho; y Matadueñas el más conquistador.

 

Deciden acabar con la vida de los soldados más relevantes: el Capitán Mondragón; el Alférez Sandoval; el Sargento Rolando.

 

El mensaje número 126: El mal endémico en España: nunca dudarán en matar a los suyos con tal de obtener provecho propio. Españoles contra españoles. La codicia en primer lugar. La división desde 1580 hasta 1936. Sin tregua.

 

En ese momento llega Andrés vestido de sargento Rolando. Los tres se acobardan. Al final, Hunderrocas le planta cara y Andrés se ríe; no es posible que se enfrente sólo a uno. Vienen los tres en su contra y vuelve a reírse diciendo que su fama se vería afectada y se marcha. Cuando al final le vuelven a retar se da la vuelta dando sablazos al aire y gritando y los tres caen de rodillas pidiendo clemencia.

Acaban los cuatro comiendo de las viandas de Andrés y finaliza el Cuadro.

 

El tercer Cuadro nos presenta el interior del Mesón de la Cigüeña, en el que está escondida Margarita. Estamos en Gante. Aquí deberá llegar Andrés con los pliegos del Duque de Alba para avisar a Mendoza que se prepare ante la inminente acometida del Príncipe de Orange. Blas, el dueño del mesón está comiendo con el Padre Rufo. Cuando terminan y se retira a descansar, le da los hábitos a Magdalena para que cosa varios descosidos que presenta.

 

Tras desaparecer el cura, Blas da la entrada a Mendoza, Nuño, Patalarga y dos caballeros más. Mendoza les confiesa que solo servirá al Príncipe de Orange y que en cuanto se acerque con sus tropas, le entregarán la ciudad de Gante sin resistir pero disimulando. Todos están encantados de los pingües beneficios que obtendrán.

 

El mensaje número 127: La traición llega a las más altas esferas del ejército, siendo un fiel reflejo de las actitudes de los tres bandoleros.

 

Andrés llega de mala manera a la plaza de Gante preguntando por Mendoza. Patalarga avisa de su llegada. Le da el pliego al Corregidor y Blas le lleva a su cuarto a descansar.

 

Mendoza lee contrariado el contenido de los pliegos: le avisan del ataque inminente y que se preparen a resistir. Eso complica sus planes, por lo que deciden acabar con la vida de Andrés.

 

Margarita y Magdalena entran en escena y quedan expectantes, una por si tiene noticias de Ernesto, y la otra por si el Sargento Rolando la recordará o no de su encuentro de hace muchos años.

 

HISTORIAS DE ARNICHES NÚMERO 24

 

(Cuadro III, Escena VIII.)

 

MARGARITA.- (¡Dios mío! ¿Me traerá noticias de Ernesto?)

 

MAGDALENA.- ¡Ay que felicidad, si fuera el octavo!

 

MARGARITA.- ¿Cómo el octavo?

MAGDALENA.- Verás, es mi secreto. Una noche, ¡era yo muy joven!, se alojó en la hostería el tercio de arcabuceros de Pimentel. Venían ocho sargentos…, los ocho se prendaron de mí. Y enamorados y frenéticos me dijeron después de cortejarme: “¡Elige al que prefieras!”. En esto, Blas mi hermano, que se acercaba. Se ocultaron en la despensa para no comprometerme, y al día siguiente habían desaparecido los diez…

 

MARGARITA.- Los ocho querrás decir.

 

MAGDALENA.- Los diez jamones que teníamos colgados.

 

MARGARITA.- ¿Te quedarías atónita?

 

MAGDALENA.- Y sin tocino…; pero encontré un papelito en el suelo clavado en un codillo, que decía: “Volveré por ti, rubia de los lunares”, y firmaba: “Rolando”. Y a ese, sin conocerlo tengo consagrado mi amor. ¡Ay! ¿Será éste el del codillo?

 

Sale Andrés pidiendo la cena, ante los oídos de Magdalena oye cómo se identifica como el sargento Rolando… y Magdalena se queda perdidamente enamorada de él. Andrés, sin embargo, piensa que es  vieja y fea.

 

Arniches nos pone un poco de suspense en la siguiente escena. Blas, tembloroso, lleva la bandeja de la cena para Andrés. Hay veneno en la comida. Está siendo obligado a llevarla por Nuño y Patalarga. Él no quiere pero…

 

Llega Ernesto cantando desde bastidores:

 

POEMAS DE ARNICHES NÚMERO 38

 

(Cuadro III. Escena XI.)

 

ERNESTO.-        Buscando mis amores

voy noche y día.

¡Ay si no los encuentro,

Pobre alma mía!

 

Andrés, que se ha comido todo, escucha la voz de Ernesto y lo busca. Se encuentran los cuatro y deciden un plan de huida: Andrés se vestirá con los hábitos del Padre Rufo, cogerá su carro, se esconderán todos en él y huirán.

 

Arniches, al igual que en Los Mostenses, aprovecha esta circunstancia de “cura falso” para presentarnos la “confesión” de Blas.

 

Blas que ve al cura, no reconoce a Andrés, se arrodilla y le pide el perdón por sus malas acciones; cuando le cuenta que la comida estaba envenenada y que Andrés no había dejado nada… comienzan los gritos de éste pidiendo ayuda, pidiendo aceite, pidiendo socorro…

 

(Cuadro III, Escena XIV.)

 

MAGDALENA.- Que se desmaya…¡Vinagre, vinagre!

 

MARGARITA.- ¡Aceite!

 

ANDRÉS.- ¡No, que vais a hacer una ensalada, por Dios! (Agitándose mucho.)

 

BLAS.- Por Dios, que no se mueva, que ese veneno no hace daño hasta que el enfermo se agita. (Andrés da un salto, quedando, con cara de espanto, en una inmovilidad absoluta.)

….

ERNESTO.- Oye, ¿y en qué plato le han puesto el veneno?

 

BLAS.- No, si el veneno no se lo han puesto en ningún plato.

 

ANDRÉS.- ¿Qué no? (Moviendo la cabeza.)

 

TODOS.- ¡Quieto! ¡Quieto!

 

ERNESTO.- ¿Pues dónde se lo han puesto?

 

BLAS.- ¡En el vino!

 

¡Andrés comienza a dar saltos de alegría por que no había tomado ni una gota de vino!

 

Blas da cuenta de la conspiración de Mendoza, Nuño y Patalarga, y todos se esconden al verlos llegar.

 

Los conspiradores se acercan al cuarto de Andrés para confirmar su muerte…

 

Todos en posición muy cómica se asoman a la ventana, Andrés se coloca el cuarto. Todos dicen: “Sí, seguro que está muerto.” Y Andrés les contesta: “No, seguro que no”. Se dan la vuelta con un susto terrible y piden clemencia ante los sables de “Rolando” y “Ernesto”.

 

Andrés solo le ofrece la clemencia al Corregidor si éste consiente en la boda de Ernesto y Margarita. Mendoza, consiente.

 

En la escena última aparece Diego de Silva con las tropas, todo son abrazos, música y mucha animación. Telón.

 

MENSAJES DE ARNICHES

 

MENSAJE NÚMERO 124: Arniches nos presenta el máximo exponente del amor entre dos hombres representado por la actitud de Andrés hacia Ernesto: se expone a perder la vida por su amigo.

 

MENSAJE NÚMERO 125: Se deja clara la postura que habitualmente se tenía por normal en el ejército, que era guerrear y enamorar al máximo número de mujeres, sin importar el daño que se hiciera a éstas.

 

MENSAJE NÚMERO 126: El mal endémico en España: nunca dudarán en matar a los suyos con tal de obtener provecho propio. Españoles contra españoles. La codicia en primer lugar. La división desde 1580 hasta 1936. Sin tregua.

 

MENSAJE NÚMERO 127: La traición llega a las más altas esferas del ejército, siendo un fiel reflejo de las actitudes de los tres bandoleros.

 

MENSAJE NÚMERO 128: El final feliz de Ernesto y Margarita es un ejemplo de la perseverancia en el amor. Andrés sin embargo rechaza a Magdalena, parece que es debido a que todo su amor es por Ernesto y no puede querer a nadie más. Si a esto añadimos que el actor que encarnó a Ernesto en la noche del estreno fue una mujer… Tenemos ante nosotros la duda más que razonable del tipo de amor que se nos está presentando, y de cómo Arniches, era capaz de burlar las estrictas normas morales de la época para lanzar el mensaje que le interesaba.

BIBLIOGRAFÍA

46.- Diccionario Hispano – Americano de 1892.

47.- Quatrefages, René. “La Revolución Militar Moderna – El Crisol Español”. Ministerio de Defensa. 1996.

48.- Sotomayor Sáez, María Victoria. “Obras completas de Carlos Arniches”. Volumen 2. P-632. Editorial Biblioteca Castro. Madrid. 1995.

49.- Trevor J. Dadson. Diego de Silva y Mendoza. Poeta y Político en la corte de Felipe III. Granada. Edit. Univ de Granada. 2011.